Economía

 

El pecado original de la pobreza (x)

 

por: Javier Cosp
(Empresario)
jcosp@icc.edu.py

 

Los españoles que vinieron a América replicaron la sociedad feudal que tenían en Europa: no vinieron a trabajar, algo indigno para un caballero, sino a apropiarse de las tierras de los indígenas.  

"El único progreso verdadero es el progreso en caridad". Aldous Huxley

Si preguntáramos a los economistas cuál es la causa de la pobreza de nuestras naciones, creo que más del 95% de ellos responderían que se debe a un fatídico círculo vicioso de falta de capital, que porduce pocas inversiones, que a su vez crea pocos empleos, lo cual genera un reducido mercado, lo que nos regresa al punto inicial de escasa formación de capital y reducidas inversiones. Si les preguntáramos cómo salir del círculo vicioso, responderían que ante nuestro reducido mercado interno se debería poner énfasis en las exportaciones, para lo cual se deberían reducir los costos internos, en especial los salarios, lo cual reduce aún más nuestro mercado interno. También insistirían en la necesidad de que, ante la falta de capital nacional, acudan al país capitales extranjeros y créditos de entidades internacionales.

 Creo que estas consideraciones, con las que estarían de acuerdo la mayoría de los expertos del Banco Mundial y FMI, están equivocadas. Y con tantos economistas equivocados, no resulta raro que estemos con una economía agonizante.

 ¿Cuál es la causa de la pobreza de nuestros países y cómo debemos salir de ella? Como diría Jorge Bucay: "Cuando estés frente a un problema sin salida, sal por la puerta por donde entraste". ¿Cómo entramos al problema? ¿Cuál fue nuestro pecado original?

 Buscando la puerta de entrada

 Si examinamos las diferencias de nuestra colonización con las de la colonización británica, vemos que los ingleses llegaron a América a trabajar. Compraron la tierra a los indígenas y la cultivaron. Cuando iniciaron la gran expansión hacia el Oeste, realizaban grandes carreras en las que el primero en llegar se llevaba las mejores tierras. En resumen, el acceso a la tierra fue democrático e igualitario. Se construyó una sociedad nivelada en la que se formó un mercado que permitió la paulatina especialización del trabajo, el aumento de la productividad y la formación de capital. O sea, un círculo virtuoso exactamente opuesto al descrito que en el primer párrafo.

 Los ibéricos, por el contrario, replicaron la sociedad feudal que tenían en Europa. No vinieron a trabajar, algo bastante indigno para un caballero, sino a volverse ricos despojando de la tierra a los indígenas y poniéndolos a trabajar en ellas bajo el sistema de encomienda. Se formó una sociedad con un puñado de señores feudales llenos de dinero y una inmensa mayoría despojada de tierra y bienes que nunca pudieron constituir un mercado para iniciar la acumulación.

 

Para colmo de males, copiaron de la metrópolis la persecución a los disidentes religiosos o de otro tipo, conformando sociedades autoritarias. Y hoy seguimos con la misma mentalidad feudal de desprecio al trabajo y a la cultura popular, y apreciando la riqueza fácil y sin esfuerzo, que viene con la corrupción o la explotación de los demás. Continuamos con el entretenimiento feudal de la exhibición de riquezas con nuestra extensas "páginas sociales", "presentaciones en sociedad" y vehículos de lujo.

 

La entrada de capitales externos y créditos no modifica sustancialmente esta situación. Un crédito externo que llega a nuestros países no es "capital", es solo "dinero". El capital es una relación social, y como no existe esa relación social en nuestros países, el "dinero" regresa a ser depositado en los bancos de los países desarrollados (donde sí encuentra "capital" que le permite producir intereses) o es guardado como "dinero", muchas veces bajo el colchón. Como ejemplo claro y cercano tenemos el "crédito chino", que aumentó considerablemente nuestra deuda externa sin solucionar ningún problema fundamental.

 Buscando una nueva puerta

 Esta manera de comprender nuestras sociedades nos enfrenta a tareas muy diferentes y nos permite ver el futuro de una manera mucho más esperanzadora que la imposibilidad de salir del círculo vicioso. Puede ser interesante que vengan al país "capitales" y "dinero" del exterior, pero es mucho más interesante darles capacidad de acumular capital a los que trabajan, y gravar con impuestos y penalidades a los que solo quieren acumular "dinero" y hacer exhibición de él. Disminuir las grandes desigualdades sociales para que se genere un mercado donde el "dinero" pueda convertirse en "capital". Apoyar la pequeña producción campesina y las pymes, antes que a las grandes empresas sojeras y ganaderas. Dignificar el trabajo productivo y estimulando, en especial en el sector público, tan propenso al ocio y al planillerismo. Priorizar la educación básica y técnica. Revalorizar lo popular y la cultura nacional.

 Debemos reconocer que algo se ha avanzado en este sentido con la Reforma Educativa, la descentralización, la democracia formal. Pero en nuestros economistas se ve muy poco avance, siguen confundiendo "dinero" con "capital".

 Buscando el paraíso económico

 Sin embargo, aunque represente un avance, el capital tampoco es una solución. Es  notable cómo, a pesar de la elevadísima productividad que tiene el trabajo humano, sigue existiendo gente con hambre. Los animales solo pasan hambre cuando el clima no es propicio, en cambio el 30% de la humanidad pasa hambre siempre con clima bueno o malo. Si el ser humano es el animal más productivo para trabajar, pero a la vez el que más hambre pasa, quiere decir que el problema está en la forma en que nos relacionamos para producir nuestros bienes.

 El problema está en que el pago al trabajo está considerado como un costo. Por tanto, cualquier avance en la productividad no produce un traslado de este avance hacia un mejor nivel de vida, sino que produce una eliminación de trabajadores del proceso productivo. De esta manera crece la productividad del trabajo gracias a las computadoras y los robots, y simultáneamente crecen el desempleo, la pobreza, la marginación del proceso productivo y el hambre.

 Algunos países probaron pasar las fábricas y la tierra al Estado como empleador y repartidor universal, pero fue un enorme fracaso. Creo que la solución pasa por la sustitución del salario fijo (costo) por un reparto de un porcentaje fijo de los ingresos por ventas o de las ganancias, tal como sugiere Martín Weitzman en La economía de la participación. Una solución sencilla para un problema económico que ya ha causado enormes sufrimientos. Algunos piensan que estamos tan mal que no debemos hacer olas; sin embargo, tiempos de crisis como los que vivimos también pueden ser los mejores momentos para realizar los cambios radicales.

 Debemos buscar la puerta por donde entramos al conflicto, lo que nos permitirá salir de este círculo vicioso tomando medidas más democráticas y haciendo una reingeniería social que nos permita construir un círculo solidario de crecimiento.

 (x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 11-12 de enero de 2003 (Asunción, Paraguay).