BREVE RECORDACIÓN Del archivo de FA-RE-MI



En la edición No. 8 (Año 2) de FA-RE-MI (nov.dic.1955) tuvimos la satisfacción de recibir y publicar un escrito del maestro HERMINIO GIMENEZ. En la misma edición, Fernando Talavera nos acercó un artículo, precisamente con relación a Herminio Giménez, una de las glorias musicales del Paraguay.

He aquí los dos artículos:

LA MUSICA PARAGUAYA A TRAVES DEL TIEMPO

por: Herminio Giménez

El íntimo sentido y el sabor peculiarísimo del folklore paraguayo ha quedado, por mucho tiempo, circunscriptos a las fronteras nacionales. Fué Aristóbulo Domínguez, entusiasta y dinámico, inspirado y voluntarioso, aunque con conocimientos rudimentarios, quien plantó el primer jalón que haría conocer la música nativa en otros centros más populosos, con la publicación, en 1920, de su primer albúm titulado "Aires Nacionales Paraguayos", que tiene el mérito insigne de ser la primera recopilación del Folklore Paraguayo. A este albúm, de adecuada presentación que contiene 20 composiciones escritas con la colaboración de Gerardo Fernández Moreno, le siguieron 4 álbumes más, también de aires nacionales, conocidos y celebrados en el país y en el extranjero.

Aristóbulo Domínguez, tuvo la preucupación de difundir el acervo nativo. Por el año 1925, con elementos traídos del interior de la República, formó una orquesta popular, escogiendo los más genuinos representantes de la ejecución vernácula; cantores, arpistas, "banda para-í", aficionados del olvidado instrumento "Gualambaú", y con ellos se presentó en el entonces "Teatro Nacional" en una memorable Función Folklórica. Antes que Domínguez, algunos compositores habían incursionado en el campo de la composición musical, como el flautista guaireño Eloy Martín Pérez, autor de "Nde resá porá" (Caazapá), "Juana Yepytazó", y fué, según Mauricio Cardozo Ocampo, el verdadero autor de "Guyrá Campana". Debemos citar también a Remberto Giménez, autor de "Conscripto" (1918), Julián Alarcón, Víctor Ocampos, Agustín Barrios, el virtuoso de la guitarra, que aún espera de sus connacionales, la perpetuación de su nombre con carácteres broncíneos, autor de las joyas folklóricas "Jha che Valle" y "Danza Paraguaya", Maestro Ichilo Benítez, autor de "Guillermina", Pablo Maldonado, autor de "Nde porá guyrá", y otros.

La conocida Casa de Música de Manuel Viladesau, contrató en 1927, a la orquesta del Dr. Atilio Valentino, para grabar en ésta, 40 discos de música paraguaya. Ese mismo año, y con el mismo objeto llegaba a la Capital Porteña, el que escribe estas líneas, con Justo Pucheta, dúo Giménez-Pucheta, grabando así los primeros 10 discos cantados "Sello Guaraní".

El éxito que acompañó a esas dos empresas, aleccionó a los músicos y cantores paraguayos, sedientos de mejores horizontes y los decidió a trasponer las fronteras nacionales para llevar a otros países, el mensaje sonoro del alma guaraní, donde fueron acogidos con aplausos y entusiasmo.

Los géneros o ritmos de música paraguaya que se conocían hasta el año 1927, eran: Polkas, Galopas, Compuestos y Canciones (más o menos lentas), cuando surge la figura de José Asunción Flores con su primera composición "Jejui" (1928) escrita para trío, que llevaba título genérico "Guarania". Guaran-í o Guaraní, nombre del indio. Guaraní-á o Guarania, femenino del guaraní, es decir, India. La aparición de la Guarania coincidió con una etapa de convulsión en la vida político-social del Paraguay, en que las fuerzas progresistas propugnaban por un mejor porvenir; por eso Flores entiende que su creación no se debe únicamente a su esfuerzo personal, sino que es hija también de ese período preñado de idealismos.
Además, la Guarania tiene directa relación con un movimiento que se observa en indo-américa por jerarquizar la música autóctona encauzándola hacia un derrotero de superación, rumbo a la polifonía.

Asi fueron conocidos y valorados; Samuel Aguayo que fuera contratado (1928) por la Casa "Víctor", grabando su primer disco "Caminante Triste" ("Nde pojhi-í etereí che ndivé", título auténtico, original de Remberto Giménez), Pérez Cardozo, dignificador del arpa guaraní, formando trío con Diosnel Chase y Ampelio Villalba (1931), dúo Martínez-Cardozo, Hermanos Larramendia y otros, que con sus esfuerzos todos y cada uno, contribuyeron para la difusión de nuestra música, y ocupar en la actualidad un lugar de privilegio en los países del Plata; por ello rindo tributo de recordación y simpatía a los compositores antes citados, y otros que pudieron escapar a mi memoria, que tuvieron el mérito de abrir los primeros caminos, siempre difíciles.

El Folklore Musical Paraguayo, que se va enriqueciendo con las obras de compositores de jerarquía, como Remberto Giménez, José Asunción Flores, Juan Carlos Moreno González, Juan Max Boettner, Mauricio Cardozo Ocampo, Lara Bareiro, autores de Poemas Sinfónicos, Rapsodias, Ballets, Suites, Cuartetos, etc., que sin duda alguna son dignos de figurar en cualquier repertorio del mundo.

 
Portada de FA-RE-MISCOPE No. 30 (2),
donde aparece en primer lugar, el
maestro HERMINIO GIMENEZ.
-Agosto/Setiembre/Octubre 1959-

HERMINIO GIMENEZ, EN LA MUSICA PARAGUAYA

por: José Fernando Talavera



El artista es uno de los principales agentes de la educación.De ahí la responsabilidad de nuestros músicos, que llegan hoy hasta nutridas capas de población gracias a los medios ideados por la técnica: el disco, las ondas sonoras, la imagen transmitida. Esto agudiza la necesidad de que la música popular paraguaya se vaya perfeccionando, especialmente en sus aspectos instrumental y vocal.

Herminio Giménez ha penetrado en toda su significación este problema, y ya desde aquellos días en que se iniciaba su carrera artística,se dió a la tarea de pulir sus medios interpretivos y los de quienes estaban bajo su guía. Si mirásemos únicamente las dotes de director e intrumentador que tan notoriamente brillan en él en la actualidad, podríamos con toda justicia considerarlo como una de las máximas figuras de la historia musical paraguaya. Y esto es el resultado de un sostenido esfuerzo, del afán de estudio.
Pero no sólo en la faz interpretiva se observa una nítida línea de progreso en su trayectoria, sino también en la labor de composición. Sus primeras producciones, aunque de estilo personal, no se apartan de la más entrañable tradición musical paraguaya: notable colorido, típico sabor y estructura totalmente popular. Después, el ritmo de su música se vuelve más lento y la concepción más profunda, mientras el estilo se depura, sin abandonar el patrón popular. Y con las más recientes obras, ya de forma sinfónica, este intento de perfección llega a su cima, que no es una meta definitiva, sino la etapa desde donde se divisan otros panoramas, acaso más grandiosos. Malvita, Che Trompo Arasá y Valle-í: Lejanía, Mi Oración Azul y Renacerá el Paraguay; El Canto de mi Selva, Rabelero y El Pájaro, tales los jalones de una evolución que imprime pujante vitalidad a su obra.

Por supuesto, el perfeccionamiento de la música popular paraguaya no significará que deba abandonar el módulo nativo, ni que haya de incurrir en los artificios de corte comercial que están contaminando gran parte de la música latinoamericana, ni tampoco que vaya a perderse en los laberintos de un presentuoso academicismo. Nuestros artistas, a pesar de sus esfuerzos de superación, no han desterrado de su música los vigorosos carácteres nacionales ni los auténticos elementos foklóricos.

Herminio Giménez vive en todos los órdenes de su vida el ideal inmortal de la libertad, y los traslada a la esfera de su arte. El tema merece algunos comentarios:

La música pone al descubierto la personalidad de quien la hace, pero al mismo tiempo refleja la psicología de su pueblo y está hecha para ese pueblo, por lo cual el arte tiene siempre un significado social. Esto ha llevado a algunos a suponer que todos los propósitos de la obra artística deben estar deliberadamente condicionados a un ideal o ideología determinada. Otros, en cambio, abrazan la causa del arte por el arte.

La última tesis es la que mejor capta el sentido de la espontaneidad y la libertad artísticas. Cuando el creador de belleza subordina su esfuerzo, con absoluta preponderancia, a una concepción social, política o religiosa, se despoja de su íntima verdad, que es siempre estrictamente personal, y la sacrifica a un movimiento en el que se entrecruzan innumerables influencias, intelectuales y pasionales, borrando todo asomo de individualidad. Así desaparece el verdadero objeto del arte, que es producir en el hombre una emoción estética, y se usurpan sus fines a otras actividades humanas, que tienen sus propios expedientes para lograrlos.
Sería absurdo que el arte, destello sublime del alma, contribuyera también a acentuar la insoportable carga que esta era enloquecida ha arrojado sobre la libertad de la persona humana. El verdadero nudo de la controversia no está, por lo tanto, en la cuestión de sí el arte tiene o no una función social, sino en saber si debe o no buscarla.

La música de Herminio Giménez ilustra este concepto. Sus notas se combinan sobria y apacible, como arquitectura que guarda un armonioso equilibrio en sus proporciones, como religión de la bondad y de la solidaridad. Son también el reflejo del alma nativa. A Herminio Giménez le exultan las alegrías de la patria y le duelen sus dolores. Es un rapsoda de su glorioso pasado y un profeta de su luminoso porvenir. Asimísmo, esa música está impregnada de los supremos anhelos que laten en el pecho de una humanidad atormentada: la dignidad del hombre y su felicidad. Pero Herminio Giménez no pretende sepultar su inspiración en los dogmas de doctrina alguna; lo que su música sugiere es un brote espontáneo y verdadero de su espíritu.


(De FA-RE-MI No 8 -Año 2-; Noviembre/Diciembre 1955)


Tiempo de cambios profundos se avizoran en Paraguay, aunque nubarrones no faltarán. Entonces, es necesario, más que nunca, unir las voluntades para que el próximo mileño, encuentre unido a la Patria de Agustín Barrios y José Asunción Flores, de Agustín Barboza y Luis Alberto del Paraná.., y tantos otros cuyas memorias se venera cada atardecer en una campiña paraguaya.

Dos temas para recordar nuestra realidad y nuestra esperanza:


MI PATRIA SOÑADA

(Guarania)

Fulgura en mis sueños, una patria nueva
Que augusta se eleva, de la Gloria al reino
Libre de ataduras, nativas o extrañas
Guardando en la entraña, su prenda futura.


Patria que no tenga, hijos desgraciados
Ni amos insaciados que usurpan sus bienes
Pueblo soberano por su democracia
Huerto con fragancias de fueros humanos.


En un paraíso sin guerra entre hermanos
Ricos en hombres sanos de alma y corazón
Con niños alegres y madres felices
Y un Dios que bendice su nueva ascensión.


Patria sin muralla para el pensamiento
Libre como el viento, sin miedo a metrallas
La Nación modelo que por su cultura
Se ponga a la altura de todos los cielos.


Donde alegres trinos de son libertarios
A los proletarios y a los campesinos
Patria donde haya voces de estudiantes
Promesas radiantes de luz Paraguaya.


Sueño en una patria sin hambre ni penas
Ni odiosa cadenas que empañen su honor
Donde el bien impere sin sangre ni luto
Bajo su impoluto manto tricolor.


Letra: Carlos Miguel Giménez
Música: Agustín Barboza










PATRIA QUERIDA (x)


Robusto el cuerpo, la frente siempre erguida
Alegres vamos en pos de tu pendón
Y en tu loor sube patria tan querida
De nuestro amor la más férvida canción…
Eres la tierra encantadora
Llena de luz y de placer
Donde gentil brilla la aurora
Donde sonríe todo ser
Silente el cielo azul
Tus selvas con su voz
Encantan nuestra vida
Cual favor de Dios.


Patria querida somos tu esperanza
Somos la flor del bello porvenir
Volverá tu antigua bien andanza
Con su fama a relucir…
Y en los anales de tu noble historia
Te lo juramos va nuestro valor
A escribir la página de gloria
Del honor, del honor, del honor.


En nuestros pechos palpita el alma ardiente
De santo anhelo de férrea voluntad
Con que en tu suelo por el independiente
El Prócer pudo plantar la libertad.
El lauro ilustre de ese día
Queremos que vuelva a brotar
Y que con nueva gallardía
Tu frente, oh patria, vuelve a ornar.
En la dichosa paz
De nuestro Edén en flor
Eterna primavera
Tenga su esplendor.


Si por desgracia el clarín de las batallas
Nos llama un día a cumplir el gran deber
Serán allá nuestros pechos las murallas
Que detendrán las afrentas a tu ser.
Libre serás, oh patria amada,
Mientras tengamos el rubí
De nuestra sangre derramada
Triunfante allá en Curupayty.
El lema del valor
Que siempre ha de seguir
La raza paraguaya
Es:! Vencer o morir !


Letra (Versión completa y original)
Presbístero MARCELINO NOUTZ
Música: De la marcha militar francesa "La Madelón"
Version musical: Los Cumbreños

(x) Existe otra versión del texto, con el nombre de "Himno de la Raza" (estrenada el 11/10/1924), que se debe a la investigación de Pedro Gamarra Doldán. Elegimos la versión de "Los Cumbreños", por ser la más difundida, y aceptada por el gran público.





Reportaje de FA-RE-MI a HERMINIO GIMENEZ

En la edición No.22 FA-RE-MI (Febrero/Marzo 1958) trajo un reportaje de este destacado artista paraguayo. Nuestro corresponsal en Buenos Aires, Daniel Ramón Escobar (hermano del que fuera celebrado cantante, Oscar Escobar- fallecido en Estocolmo -), fue el encargado de hacerle la entrevista.




REPORTAJE A HERMINIO GIMENEZ




Buenos Aires- Febrero 1958

P- Desde el tiempo que se encuentra radicado en Buenos Aires, cuántas veces visitó Asunción, y en que año realizó su más reciente viaje a nuestra capital ?

R- En Junio de 1953, en esa oportunidad ofrecí dos conciertos en el "Teatro Municipal", y en 1955 nuevamente estuve presente para el estreno de la película "Codicia".

P- Cuántos conciertos a hecho ya en la Argentina, y cual de ellos le produjo mayor satisfacción en el sentido artístico ?

R- 11 conciertos en Buenos Aires, y un concierto en la ciudad de Mendoza, a invitación de la Universidad de Cuyo. La emoción la sentí, cuando por primera vez presenté a consideración del público rioplatense mis obras sinfónicas en el "Teatro El Nacional", entre la que figuraba mi poema para violín y orquesta "El Rabelero", que mereció elogios de la prensa local.

P- Cuál de sus composiciones es la que más le agrada, en que año compuso, y quién lo grabó por primera vez ?

R- La que compondré después. Con respecto a la pregunta de quién grabó primero ?, le diré: las obras que yo desearía su difusión, casi nadie, a no ser que sea yo mismo.

P- Qué lugar, pueblo, ciudad o país visitó en su primera jira artística, y que impresión tiene hoy de esa jira ?

R- El pueblo de Bermejo (Argentina), por ser la primera aventura artística allá por el año 1926; mi impresión de hoy es que: Quisiera nuevamente realizarla con la misma emoción y sencillez de aquella época.

P- Actualmente cuenta Usted, con alguna novedad musical, como se títula, cuando piensa publicarla ?

R- Una Obertura "La Epopeya", y la Suite No.2, talvéz las presente en Octubre de 1958.

P- FA-RE-MI, reconociendo su capacidad en el terreno musical, y respetando a la vez las ideas que pueda tener sobre nuestros artistas, le hace esta objección: Quién le parece a Usted, entre nuestros cantantes el que posee más condiciones a tal punto de merecer, en su calificación, el primer lugar ?

R- De los cantantes de Asunción no tengo referencia por no residir en esa. Actualmente aquí en Buenos Aires se perfila un valor, Alberto de Luque; es un joven estudioso, si no se malogra en el difícil camino a recorrer, puede ser una realidad feliz para el "Bel Canto" del Paraguay.

P- Tuvo oportunidad de visitar otros países a más de la Argentina, cuales son, llegó a realizar algunos conciertos en dichos países, cual de esas naciones le agradó más ?

R- Estados Unidos, Cuba, Uruguay y Brasil. Ofrecí un concierto en Río de Janeiro en el "Teatro Municipal", de donde conservo gratos recuerdos, por la situación de lucha que se presentó, para la realización de dicho concierto. Todas las naciones me agradaron, porque a todas las miré con amor, desechando en todos los casos hacer comparaciones de lugar.

P- Actualmente cuáles son sus futuros proyectos ?

R- En el presente trabajo, sobre un libreto del periodista Néstor Romero Valdovinos. Se trata de un ballet "Leyenda del Ñandutí"; además estoy preparando música de fondo para dos películas: "Alto Paraná" y "Lucía Miranda".

P- Quiere sugerir algo a sus colegas que se encuentran en Asunción, y otras partes del mundo ?

R- Con verdadera pena compruebo que las composiciones actuales de algunos colegas de mi Patria se aleja día a día de su verdadera fuente de inspiración.

Es indiscutible que la canción paraguaya ocupa un lugar de privilegio en el gusto del público (en particular en estas latitudes del Río de la Plata), resultado de una labor paciente y sacrificada de soñadores cultores, iniciada hace más de un cuarto de siglo; pero es indudable también que de un tiempo a esta parte, surgen compositores inescrupulosos, guiados talvéz por afanes de lucro y fácil popularidad, ofreciéndonos canciones que se confunden con "Boleros" u otras melodías que desde luego no podemos reconocerlas como expresiones paraguayas.

Otra comprobación dolorosa es que, no hace mucho en un concurso de letras y música realizado en Asunción, fué otorgado el 1er. Premio a una composición titulada "La Divorciada". Tengo entendido que la misión del artista es sencilla, y a la vez de responsabilidad, tanto el compositor como el versificador (en este caso), tiene la noble tarea de educar al pueblo con sus creaciones de contenido moral y pureza; ahora si es su contrario, si sus composiciones son de dudosa moral (como "La Divorciada") y foránea (como el Bolero), cumple la desgraciada misión de envilecimiento.

Por todo lo expuesto, en apretada síntesis, por la gentileza de la Revista FA-RE-MI, invito a mis colegas que meditemos serenamente sobre nuestros trabajos que van a ver la luz, porque en todo caso, nuestro pueblo es la caja de resonancia de nuestras armonías.-


LISTA DE OBRAS

Lista incompleta (sin orden ni prelación de antigûedad) de las obras del maestro HERMINIO GIMENEZ ( algunas, en las versificaciones, con otros artistas):







Leyenda del Ñandutí/ Canción del Arpa Dormida/ Mi Oración Azul/ Cerro Porteño/ El Canto de mi Selva/ Lejanía/ Che Trompo Arasá (x)/ Soledad Indiana/ Añoro mi Pueblo/ Canción de la Esperanza/ Alto Paraná/ Juan José/ Pizzicato en Cascada/ Malvita/ Neny/ Renacerá el Paraguay/ El Rabelero/ Suite El Pájaro/ Valle-í/ Cerro Corá/ Che novia-cuemí/ Cantata a la Paloma de la Paz de Picasso/ Tapé Guazú/Corazó Rasy/ Recuerdo de una noche/ Escuelita de mi Aldea/ Serenata Ocara/ La Epopeya/ Suite No.2/ Amor Infinito/ Pirayú-mí/ Mi Fé/ Yeroky-rá/ Che China-mí/ Jhiáminte-cheve/ Yasy Morotí/ China Querida/ Fortín Boquerón/ Tupasy Caacupé/ Vaipe-aicó/ Paraguay Rembiápo/ Año 34/ Raza Guaraní/ Portiyú/ Yacaré Valija/ Güyrá Morotí/ Ypacaraí/ Yeroky Popó/ Checo la Polca/ Añorando caminos/ Morocha Mía/ Muy lejos de tí/ Médico Ocara / Ñande Sy/ Yasy-yateré/Las aguas bajan turbias/ El Viejo Tala / Misa Folklórica Paraguaya/ José Neglia/ De quienes son las mujeres/Yo quiero vivir contigo/ Himno a la Libertad.

(x) Nicolás Caballero interpreta, en solo de arpa, "Che Trompo Arasá".
(xx) También en la Página Principal en Real Audio se pueden escuchar otras obras del maestro Giménez




EVOCACIÓN DE HERMINIO GIMÉNEZ (x)

por : Elvio Romero

La aparición del genio sigue inevitablemente la presencia del talento, que no podría haber hecho lo mejor de su obra sin los nutrimentos de aquél, que suele ser el tronco sólido que alimenta las ramas; el genio contiene en sí la savia madre; al fundador sigue el epígono, cuyos méritos tampoco deben disminuirse, en el ámbito universal de la cultura. Marx era el genio, Engels el talento; uno era la cima de la montaña y el otro el pináculo de la colina.

En el caso paraguayo, en nuestra música, José Asunción Flores era la raíz sustentadora, el caudal repleto y directriz, el arquitecto de la guarania, que penetró en lo hondo del alma nacional; y Herminio Giménez el émulo feliz con sabresalientes creaciones. El mago era Herminio; el dios tutelar, Flores. Ambos constituyen la mayor siembra sonora de la patria. Otros tantos acompañaban a los dos rumores sobresalientes: Cardozo Ocampo, Barboza, Lara Bareiro, Francisco Alvarenga, los afluentes radiosos que enaltecieron nuestra música.

Herminio Giménez nace en el pueblo de Caballero en 1905. Precozmente se inició como bombardino en la Banda Militar de Paraguarí, bajo la dirección de Emil Latkowski, un músico polaco que habría introducido la polca en nuestro país, y la de Paraguari era una de las tantas bandas con las que contaba el ejército en la Guerra Grande; luego Herminio, habiendo sido dado de baja, pasa a la Banda de Policía metropolitana, dirigida por Salvador Déntice. Forma el dúo Pucheta-Giménez y pronto, dado el éxito que alcanza, viaja a Buenos Aires, impulsado por la Casa Viladesau, para grabar en disco las músicas del Paraguay.

En la Banda de Policía conoce a José Asunción Flores, que con Jejui, su primera guarania, revoluciona nuestra música. Herminio tuvo que seguir también las mismas huellas.

Amigo suyo es Gerardo Fernández Moreno, autor de Chaco Boreal, bastión estremecedor de nuestro acervo musical. En las bandas se ejecutaban frecuentemente el Campanento Cerro León, que impregnó el alma de esos músicos de un aire marcial, que en el caso de Herminio Giménez y de los aprestos militares del Chaco dio paso a Cerro Corá, con los estímulos de Félix Fernández, pieza declarada de patrimonio nacional junto a India y Tetãgua sapukai.

En estos años hay que destacar la presencia de una mujer de excepción, que la amnesia nacional echó al olvido, y que ejerció una poderosa influencia en estos jóvenes que harían historia: Manuelita González Filisberg, esposa del historiador Manuel Domínguez y tía de Juan

Carlos Moreno González, cuya cultura musical sobresalía sobre los hombres de su generación. Ella, Manuelita, recogió en su piano nuestros aires nacionales, rodeada de discípulos que ella educaba amorosamente. Me confesó una vez Herminio Giménez que él llegó a frecuentarla y que allí aprendió la disciplina del estudio.

En cierta oportunidad fui testigo de algunas de sus maneras que lo pintan de lleno: estaba en paño menores, con la camisilla que solía usar siempre, sobre todo en verano. Estaba musicalizando mi poema Endecha y yo estaba expectante.

Observaba su perfil inquieto, con un cigarrillo colgado de los labios. Pensaba yo para qué fumaba tanto; supuse que el vigor adolescente que poseía le impulsaba a esos excesos. Cigarrillo tra cigarrillo. De pronto la concentración en el trabajo. Sus manos corrían sobre el teclado. Y de pronto..."!No! !Así no!" se dijo a sí mismo, tomó el lápiz y corrigió algo en el pentagrama que tenía enfrente. Era su momento de inspiración más intenso. He visto a otros hacer lo mismo. Hombres maduros, desnudando el alma en la faena misteriosa, entregados a la ilusión y apenas pisando la tierra, con la inseguridad del mañana, pero repartiendo su ternura a manos llenas. Cuando dejé su casa, supe que no se me borraría de los ojos la imagen sonriente del creador victorioso.

Regresó a Corrientes, donde lo visité para verlo por última vez.

Producida la caída del dictador, regreso al Paraguay. Esparció allí su generosidad y su trabajo. Se entregó a una fabril actividad, pero ya los años dejaron sus huellas en su físico gastado que no se dio jamás reposo.

No he conocido nunca a nadie tan dispuesto de ánimo como Herminio Giménez, dispuesto a ayudar a los jóvenes como pocos, con las manos abiertas para todos, generoso y cordial, con la casa abierta y bulliciosa, atendida por esa mujer excepcional que es Victoria, su compañera de siempre, su sombra protectora.

En 1991 le llegó su fin, no sin pronunciar antes la frase que lo retrata entero, con el humor que tuvo en vida: " No hay un caramelito para endulzar la vida ?" . Y cerró los ojos con la placidez del niño grande que fue siempre.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 17-18 de Julio de 1999 (Asunción, Paraguay).

(xx) Para escuchar algunas obras de Herminio Giménez Volver a la Página Principal en Real Audio




Memoria Viva

MALVITA:
De la guerra a la paz, con otro nombre

 por: Mario Rubén Álvarez
(Poeta y periodista)

             En la Guerra del Chaco, Herminio Giménez compuso una melodía que bautizó como "Mosquetón bolí". Unos años después, en su primer exilio, graba su obra, pero la cambia de nombre en homenaje a una cordobesa.

             La guerra ardía, sin piedad en los cañadones chaqueños. La muerte revoloteaba todos los días sobre los campos de batalla para llevarse a los que en nombre de la patria ofrendaban sus vidas. El músico y compositor Herminio Giménez (nacido el 20 de febrero de 1905 en Caballero, Departamento de Paraguarí, y fallecido el 5 de junio de l991 en Asunción) era uno de los combatientes.

             Alistado en el Regimiento de Infantería No. 18 Pitiantuta, cuyo comandante era el mítico Mayor Abdón Palacios -cuentan que las balas rebotaban en su cuerpo-, el artista había dejado su instrumento musical para tomar el fusil. Era el reclamo de la hora y él respondió a sus designios.

             Un buen día, ya en 1933, el que luego sería el Mariscal José Félix Estigarribia lo encontró casualmente. Herminio volvía de la Capital, tras unos días de licencia. Le preguntó qué hacía en el frente. "Peleo por la patria, como Ud. y tantos otros", le replicó el músico a su jefe.

             -Me vas a ser más útil como músico que como infante -le dijo, y le nombró, desde ese día, director de Música del ejercito en campaña.

            -Me ordenó llevar la música a cada soldado, a cada combatiente que se hallaba en el frente", le recordó a Armando Almada Roche (en le libro Herminio Giménez, viento del pueblo). Desde entonces, incansablemente, organizó varios conjuntos musicales que tenían por  objetivo librar acaso las batallas más recias fortaleciendo el espíritu de los candidatos a morir.

             Fue en aquellos tiempos de sangre y coraje que el maestro compuso lo que se conocería y se popularizaría con el nombre de Malvita. Él había observado el júbilo de los soldados cuando encontraban, en medio del olor a pólvora y la humareda del final de las batallas, los famosos mosquetones bolivianos. Eran unos fusiles más cortos y más livianos, muy apreciados por los paraguayos. Giménez tradujo ese aire de fiesta en un ritmo vivaz y le llamó Mosquetón bolí. Era sólo instrumental. Nunca tuvo letra.

             Acabó la contienda y, ya en el árido tiempo de paz, el músico se encontró de nuevo con Estigarribia, según recuerda Victoria Miño, la viudad del compositor.

             -Trabajamos juntos en la guerra. Ahora es tiempo de trabajar en la paz. Como nuestro pueblo es tan musical, por qué no te encargas de organizar la enseñanza de la música en las escuelas - le propuso el comandante victorioso.

             La iniciativa no pudo ir muy lejos. La revolución del 17 de febrero de 1936 lo dejó sin empleo. No sólo eso: pasó  su cumpleaños en la cárcel.

             -Mire: va a colaborar con nosotros o .-le preguntó el comandante Varela, quedando cortado en la alternativa que estuvo a punto de ofrecerle.

            -O qué ?- le retrucó con brusquedad

            -O se va a ir del país- completó el militar.

             Herminio prefirió el río del exilio. Lo llevaron en un barco hasta Corrientes. De aquí, enseguida, viajó a Buenos Aires.

            En la capital argentina él no era un desconocido. Pronto consiguió un contrato para grabar en la RCA Víctor. Preparó su repertorio minuciosamente.

             "Él vivía sobre la Avenida de Mayo en la pensión de una cordobesa, doña Cora -Corita se le decía-, y como siempre tenía problemas estomacales, la señora le preparaba algún té de burrito, boldo, carqueja o malva. Y cada vez que le acababa de poner en su cuarto la infusión le decía: "Che Malvita, ahí está tu remedio." Era por la malva que a veces le cebaba", rememora doña Victoria.

             "Cuando hizo su repertorio, pensó rendirle un homenaje a esa mujer que siendo una extraña le atendía tan bien. Pensó que "Mosquetón bolí" ya era de un tiempo pasado y entonces rebautizó la composición como "Malvita", y la grabó seguramente a fines de 1936", completa al viuda de Giménez.

 (x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 10-11 de junio de 2000 (Asunción, Paraguay).