Se fue un paraguayo de ley (x)


Escribe Helio Vera

Se apagó, con dolorosa lentitud, la vida de Carlos Pusineri Scala, un paraguayo de ley, que supo sobrevivir, no sin esporádicas explosiones de furia, a la diferencia de varios gobiernos con respecto al patrimonio cultural de la nación, al que consagró un entusiasmo peninsular que le duró hasta el último suspiro.

Con él desaparece uno de los últimos contertulios de la larga peña del San Roque, que duró varias décadas, y que reunió, en torno de una mesa que se conserva en el mismo sitio, a personajes tales como Riquelmito, Chino López Escobar y Oscar Ferreiro. Los duelos entre Pusineri y Riquelmito siguen siendo temas obligados en toda reunión de sus amigos, que conservan viva la memoria de estos encuentros. El anecdotario, del cual seguramente Oscar Ferreiro es uno de los últimos reductos, todavía espera su fiel redactor.

Fue un infatigable y, digámoslo de una vez por todas, un obsesivo del patrimonio cultural e histórico del Paraguay. Creo que lo poco que se conserva se debe, en buena medida, a sus plagueos, pataletas y gestiones que lo llevaban a golpear todas las puertas imaginables. El museo Carlos Pusineri, cuyas piezas reunió con sus propias manos, es el resultado de sus afanes y desvelos. Y, como el mejor homenaje a su patriotismo, quedará librado al público.
No logró impedir que la colección de diarios de la Biblioteca Nacional se haya convertido en pasto de los hongos y toda clase de insectos. Basta con tocar levemente alguna de esas piezas del pasado, en las que vive la historia de nuestro pueblo, para que se convierta en polvo blanquecino que el viento lleva a la distancia. Exacto para confirmar la tesis de que carecemos de memoria y que, como en la novela "1984", de Orwell, reinventamos el pasado para distribuir, a nuestro capricho, el tridente del demonio y las alas de los arcángeles.



Casa de la Independencia (Asunción - Paraguay)

Fue Pusineri uno de los animadores de una tenaz campaña para que el Brasil devuelva, como lo hizo finalmente, los documentos del antiguo Archivo de Misión, llevados a Rio de Janeiro durante la Guerra Grande, como botín del barón de Rio Branco. Pero no pudo impedir que la incuria y el desinterés devorasen los documentos que se quedaron en el Paraguay, que hoy se hallan, muchos de ellos, en condiciones parecidas a los periódicos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. A su lado, los documentos de la colección de Rio Branco, pulcramente conservados por los brasileños durante un siglo, esperan que unas cuantas décadas de paraguayidad los conviertan, igualmente, en polvo y en nada.

Historiador, numismático, indigenista, Pusineri Scala tuvo muchas pasiones. Pero todas ellas se centraban en el Paraguay, país que acogió a sus ancestros y al que dedicó su vida, con una entereza y una dedicación que es ajena a muchos que tenemos siglos de raíces en esta tierra. Su muerte no sólo borra una existencia sino que debilita, nuevamente, lo que fue alguna vez una vigorosa legión de paraguayos de ley. Enamorados para siempre de su patria con el febril fanatismo que suele ser privativo de la adolescencia, época augural en la que, sin embargo, se cumple el punzante aforismo de Vinicius: "que el amor sea eterno mientras dure". El de Pusineri y sus amigos duró toda la vida.
(x) Del DIARIO NOTICIAS, 18 de agosto de 2002 (Asunción, Paraguay).