CARMEN VILLALBA, LA PRIMERA ARPISTA GUAIREÑA (x)

por AIDA LARA

Comunicadora radial/Docente


En un caliente verano, ardiente enero, llegamos con Yverá a la casa de la primera arpista guaireña, Carmen Beneranda Villalba. Nacida en Villarrica, donde a temprana edad se inclinó por el arte. Estudió piano primero, para descubrir el arpa después. Una de las primeras ejecutantes de ese instrumento en nuestro país.
  Fueron  sus comienzos las veladas de la escuela primaria de su querida Villarrica. De la mano de Federico Riera, participó de actos artísticos, presentándose ante la sociedad guaireña en el Teatro Municipal. Después continuó profesionalmente con Diosnel Chase, realizando con él, la mayor parte de su carrera artística. Fue número puesto en las veladas de las fiestas patronales de los pueblos, a lo largo y a lo ancho del territorio de la república. Trascendió las fronteras, llevando la música paraguaya, tanto sea por el Brasil como la Argentina.  Con esta sencilla y genuina artista guaireña, desgranamos los recuerdos y desandamos caminos.  
Doña Carmen nos recibió con su amplia sonrisa de siempre, abrazándonos cuan grande era, como es su corazón.

 

-Te acordás de mi?

-  ¡Cómo no! Pero, ¡tanto tiempo!

- ¿Cómo estás, Carmen?

- Y regular nomás. Estoy recuperándome poco a poco de mi enfermedad. 

-  ¿Qué te pasó, Carmen?

- Tuve un derrame cerebral y me quedé paralítica de media red, del lado izquierdo- dijo sollozando.

Se produjo un largo silencio; luego continuó.

- Barría, cocinaba, lavaba la ropa y después me encontré así inmovilizada.  Siento mucho, siento demasiado- concluyó. 

- ¿Y por qué no te hacen lo que vos les hacías antes?- terció Yverá.

Tratamos de desviar un poco la conversación, de socializar para que ella recobrara la calma.  Después de un rato, entre chistes y añoranzas reiniciamos la nota. 

¿Qué te parece si nos acordamos un poco de tiempos idos y traer a la memoria esos momentos?- pregunté. 

- Sí, cómo no. Sí, me acuerdo cuando eras una señorita muy linda, delgadita. Iba a tu casa, conocí a tu papá, a tu mamá. Con ella éramos amigas. 

- De eso hace ya mucho tiempo, Carmen. 

- La conocí a tu familia: a tus tíos, al profesor Carlos Lara Bareiro. Él se fue a Villarrica, a mi casa. Mi abuela le apreciaba mucho. Ella apreciaba a los artistas.  Esa vez realizó un concierto de violín en mi casa. Ramón también era uno de tus tíos. ¿Verdad?

- Sí, él era concertista de guitarra. Y ejecutaba también el piano.  Vos tocabas también el piano, ¿no?

- Sí. 

- ¿Tocaste primero el piano o el arpa?

- El piano. En Villarrica vivía un profesor alemán. Se llamaba Krekeler. Era profesor de música y  enseñaba teoría y solfeo.  Entonces mi abuela, la que me crió, me hizo enseñar. Yo asistía a sus clases.  Estudié con él, aprendí las notas y también a ejecutar el arpa y el piano.  En realidad tenía más oído para la música que habilidad para leer la música. Tal es así que, en el piano tocaba todo lo que oía. Ya después aprendí el arpa. 

- ¿Cuándo te encontraste con el arpa?

 - Llegó un señor a mi casa. Ejecutaba el arpa y me llamó la atención; miraba y remiraba el arpa.  Después, cuando en la escuela se realizó un acto cultural, volví a ver el arpa y, como criatura que era  - siempre las criaturas tocan todo lo que encuentran en su camino- la estaba acariciando. El señor me vio y dijo a mi abuela: Embo’euka ne niétape la árpa; ombopúta, ña Valeriana.[1] Mi abuela se llamaba Valeriana.  A ella le gustaba tanto la música que me hizo enseñar. 

- ¿Y estudiaste?

- Sí, comencé a practicar el arpa. 

A.L. ¿Con el mismo profesor Krekeler?

- No, no fue con él. Estudié con Storm, también alemán.  Tenía suerte yo con los profesores alemanes. 

- ¿Y cómo te fue?

- Muy bien. Era lo que yo quería hacer, lo que me gustaba.

- ¿En qué año fue eso?

- Fue hacia el año 1938.

- En esa época no había mujer que ejecutara el arpa, ¿verdad?

- Aquí, no. ¡Qué esperanza! Todos eran varones arpistas. Eran hombres únicamente. Lo interesante era que, donde yo tocaba, la gente se iba porque querían ver a una mujer tocando el arpa, porque era algo novedoso, una cosa rara. Había mujeres que ejecutaban la guitarra. Conocí a una señora que tocaba el bandoneón también.

- Y Nenequita, ¿aún no tocaba en aquella época?

-          Bueno, ella sí. En Asunción ya tocaba el arpa y la guitarra.  Una vez ella se fue a Villarrica. Allí organizaron  un festival y fui a mirar. Vi a la señora Nenequita, señorita todavía cuando eso. Ejecutaba muy bien el arpa.  Allí me afirmé más y me dije: “He de tocar así el arpa”. Y me fui a estudiar con el profesor Storm y muy pronto aprendí. 

-           

- ¿Cuándo comenzaste  a dedicarte al arpa profesionalmente?

-          Primero recorrí las escuelas. Las directoras me llamaban, se iban a hablar con mi abuela para hacer un número. Ella, feliz y orgullosa, me llevaba a los actos culturales. Y así aprendí también a pisar los escenarios. Mis maestras me llevaban a todos los actos.

-           

- ¿Qué pasó después?

-          En una de esas nomás, nuevamente llegó otro de los amigos de mi abuela, don Federico Riera. A ella le gustaba mucho tener amigos bohemios, artistas. Todos la conocían; era una matrona y gustaba de la música.  Mi abuela tenía un negocio, una tienda donde se vendían tela y ropas hechas.  Siempre que pasaba por ahí, don Federico llegaba a saludar a mi abuela.  Eran grandes amigos.  Un día, llegó de prisa  al negocio y le dijo a mi abuela: “Ña Valeriana, agueraháta la ne memby; ajapóta peteí gran presentación Teatro Municipálpe, ha araháta la ne memby ojapohagua cheve peteí número, ombopu haguá arpa”.[2]

-           

Bueno, la verdad es que a mi hermana mayor, también le gustaba tocar el instrumento. Entonces el profesor de arpa, Vicente Storm, me dijo que yo iba a tocar y que me acompañaría mi hermana con el arpa. Y así comenzamos a tocar las tres músicas juntas. 

 

- ¿En qué año fue eso?

-          Fue hacia el año 1940.  Siguiendo con el festival, me dijo Federico Riera que yo tenía que ejecutar en el piano “Las palomitas”, porque iba a bailar una pareja. La chica se llamaba Carmencita Ramírez. No recuerdo el nombre de su pareja. 

-           

 - No importa. ¿Qué pasó después?

- Ellos bailaron “Las palomitas”. Lo hicimos todo como estaba programado y resultó todo un éxito la presentación.

- ¿De Federico Riera?

-  Sí, de Federico Riera. 

- El autor de la canción Asunción.  ¿Ese festival fue en Asunción?

- No fue en Villarrica.  Él preparó allá un teatro. Se intercalaba el teatro con la música.  Organizó un elenco con las señoritas de la ciudad.  Como le resultó tan bien esa presentación, le llegó una invitación del Ateneo Paraguayo, de Asunción. 

- ¿Y vinieron?

- Sí. Vinimos  a Asunción para presentar ese cuadro, los mismos números.    También resultó un éxito total.

- Después de Federico Riera, ¿con quien continuaste profesionalmente?

- Ya con Diosnel Chase.

-  ¿Dónde te encontraste con Diosnel Chase?

- En Villarrica. Allá él me conoció; conversando y ya preparamos y realizamos  una gira hasta Encarnación. 

- ¿Con quiénes hicieron la gira?

- Fueron con nosotros Rigoberto Arévalo y su hermanito Oscar. Rigoberto tenía nueve años y su hermanito, siete.  Cantaban muy bien.  El chiquito ya tocaba bien la guitarra. Eran criaturas.  Hoy, justamente, lo vi a Rigoberto en la tele. Está muy diferente.  Bueno, entonces aún tenía pelo.  El grupo se llamaba “Los mexicanitos”.  Yo tengo blancos los cabellos, pero todavía los tengo (risas). 

- ¿Cómo fue esa gira, Carmen?

-          Visitamos todos los pueblos apostados cerca de la vía férrea, como Fassardi, Carmen del Paraná, Encarnación y otros que no recuerdo. 

-           

- ¿Cómo se movilizaban para la gira?

- En tren. Bajábamos en la estación; hablábamos con la gente y hacíamos nuestra presentación.  El trío de niños que nos acompañaba llamaba mucho la atención.  Rigoberto, su hermano Oscar y un tercero, llamado Roberto Barúa, también guaireño. 

- ¿Cómo fue para que participaran los niños?

- Les hablamos a sus padres, les pedimos permiso y ellos aceptaron con la condición de que teníamos que cuidarlos bien. 

-  ¿Qué resultado tuvo ese viaje?

- Fue muy positivo para nosotros. Nos dimos a conocer, la gente nos acompañaba, muy bueno, muy bueno en realidad.  Los tres tocaban muy bien, para ser niños. 

 - ¿Y vos?

-          Yo también en algunos temas acompañaba con el arpa, y así fui surgiendo y me iban conociendo en el campo del arte musical. Comenzó a ocuparse un poco de mí la prensa.

-            

- ¿Siguieron  las giras con Diosnel Chase?

- Fuimos hacia el Brasil, concretamente a Campo Grande, Puerto Murtiño. Después ya nos exigieron el carné, el documento para el trabajo. Tuvimos que obtenerlo para seguir trabajando. Volvimos y recorrimos todo el Paraguay.  Así como las giras de antes. Recuerdo que nos íbamos a veces a pie, otras en carreta, a caballo. Así eran las presentaciones artísticas  de antes. 

- Realizando las famosas veladas. 

-          Sí, veladas se las llamaba antes.  Las entradas costaban diez guaraníes para mayores y cinco para los niños.  Antes, nosotros los artistas, cuando teníamos doscientos guaraníes en el bolsillo, “orerricopaitéma.[3] 

-           

-  ¿No fueron  a la Argentina?

-          Sí, nos fuimos. Estuvimos en Buenos Aires entre los años 58 y 62. Allí lo conocí al maestro José Asunción Flores, a Severo Rodas, un bandoneonista de ley, también guaireño. A mí me decían “tupasy la leche[4], porque era negrita (risa general). “Pehechá pe ñane tupasy la léchepe, jahecha ñaneacompañátapa[5], le decía Flores a Rodas. 

-           

- ¿A quien más conociste, Carmen?

-          A Herminio Giménez, un señor muy delicado, educado, atractivo. Le conocí en la época de Ramona Galarza. Era muy bueno. Podemos decir que él hizo de ella una artista famosa. Ella era correntina; sigue siendo muy famosa.  Después, en Corrientes, le conocí a Tránsito Cocomarola, uno de los grandes músicos chamameceros.

-            

- ¿Recorriste mucho?

- Así fue mi vida de artística: recorrí mucho, conocí muchos lugares… 

- ¿Dónde actuaron en Buenos Aires?

- Llegamos a actuar en el salón de los Bomberos Voluntarios de la Boca.  Allí, Severo Rodas tenía una orquesta nativa; yo le acompañaba con el piano. Después, cuando salía esa orquesta nativa del escenario, entrábamos nosotros con el trío. Diosnel Chase, al frente,  Lucilo Martínez, y yo en el arpa. 

- ¿Quiénes asistían a esas presentaciones?

-          Iban muchos paraguayos. Casi cada noche se llenaba el salón. Se imaginan: lejos de la tierra. Severo Rodas tenía una orquesta fenomenal. Después volvimos a Asunción.  Así fue mi vida, amigas.

-           

- Bueno, Carmen, ya aquí en Asunción, ¿cómo es que Yverá, Marizza y Chingola comenzaron a actuar contigo. 

- En una ocasión,  conversando con Máxima Lugo, mi gran amiga, nos queríamos mucho, ella me dijo:

Mba’épa ere, Carmen. Ñaformami peteí[6] conjunto completamente de mujeres, de mujeres que cantan de todo un poco. Que algunas acompañen con la guitarra y otra con el arpa.

C.V.  Ñaforma katú-[7]le dije. Y nos pusimos en campaña para encontrar los elementos. 

- ¿Esa fue entonces una idea de Máxima Lugo?

- Sí, de Máxima.

Yverá seguía atentamente nuestra charla.

- ¿Cómo hicieron?     

- Ya la conocía a Yverá. Era una muchacha a quien le gustaba mucho el arte, cantaba bien. Llamamos a Yverá para que viniera a cantar con nosotros en nuestro programa.  Vino, cantó y nos gustó mucho. Chase dijo que ella iba a andar bien. Fue nuestra primera adquisición. 

- ¿Cómo reclutaron a las otras?

- En esos días llegó la dueña de la casa donde alquilábamos una habitación y dijo que una señora quería hablar con don Diosnel Chase. Era la mamá de Marizza. 

- ¡Ña Mercedes!

- Sí, ña Mercedes.  Ella le comentó a Chase que tenía dos hijas que estaban cantando, que ellas se iniciaron con José L. Melgarejo.  Ya actuaban  en los escenarios.  Entonces Chase les hizo cantar en nuestro programa de radio. 

- ¿Cómo salió?

- Cantaban muy bien; eran muy simpáticas las dos.  Tenían ya algo  de práctica en los escenarios, en las confiterías. En Asunción había un bar donde cantaban todos los artistas: el bar Ideal, cuyo dueño tenía el apellido Villalba.  Allá se iban todos los conjuntos. 

- ¿Ustedes actuaron también allí?

- Diosnel Chase y su conjunto con el arpa de Carmen Villalba. 

 - ¿Cómo era el ambiente que reinaba allí?

- La gente iba a servirse algo y tenía la oportunidad de conversar con los artistas. Allí también comenzaron a cantar Ramón Mendoza, Eulogio Ayala, Ricardo Zayas, el hermano de Yverá. 

- ¿Cómo fue la unión de Yverá, Marizza y Chingola?

- En esa época estaba por estrenarse la zarzuela Raída Potï, de Eladio Martínez y Manuel Frutos Pane. Me dijo Yverá: “Por qué no hablamos con los responsables de la zarzuela?”  Y se fue  a conversar con Mercedes Jané. Esta aceptó con gusto el ofrecimiento y comenzamos a trabajar. 

- ¿Con Marizza y Chingola?

- Primero vinieron las hermanas Pérez del Campo y luego las llamamos a Marizza y Chingola. 

- ¿Qué nombre le pusieron al grupo?

- Máxima Lugo le puso el nombre de "Revista folclórica femenina".

- ¿En qué momento cantaban?

- En los intermedios. 

- ¿Qué aceptación tuvieron Marizza y su hermana?

- Con ellas el teatro se vino abajo.  Me puse muy contenta con nuestro conjunto. Nos quedamos hasta terminar la zarzuela.  Fue en esa ocasión cuando ganamos creo que 200 ó  300 guaraníes.  Es de lo que te estaba hablando: con esa suma en nuestro bolsillo  nos sentíamos muy felices y ya millonarias. 

- ¿Qué podés decir de todo esto, de lo que te dio el arte, de lo que te sacó el arte? 

-          A mí el arte me dio mucho placer, mucha alegría.  Este ranchito me dio el arte, donde viví y sigo viviendo, aunque precariamente.  Siempre nosotros somos así aquí, en nuestro país. Solamente en el Paraguay es así.  Porque yo leo en las revistas que en otros países el artista vive muy bien.  Aquí se castiga el arte, te castiga la edad. Ahora a mi nadie me conoce. Si, de repente, quiero volver a tocar el arpa, me señalarán porque estoy vieja, o cualquier otra situación.

-            

- Carmen, ¿cuantos hijos tenés?

- Cuatro: tres varones y una mujer.

-  ¿Cómo es tu relación con los hijos?

- No me quejo de mis hijos; son muy cariñosos y me atienden como pueden.  Me cocina mi hija.  Lo que yo quiero destacar es la bondad del hijo adoptivo que tengo, porque me quiere más que mis hijos, le doy gracias al Dios Todopoderoso, porque no me sacrifiqué en vano en su crianza y ahora ya tiene más de 24 años. 

- ¿Qué mensaje les podés dar a los jóvenes acerca de lo nuestro, la forma de apreciar nuestra cultura? 

- Les digo a los jóvenes que procuren estudiar la música para que la puedan apreciar y potenciar.  Me refiero a quienes quieran tomarla como una profesión. 

- Bien, Carmen, fue un grato encuentro. Fue bueno estar contigo y llevar estos testimonios para que la gente te recuerde. ¿Y vas a estar en condiciones para tocar aunque sea un poquito el arpa?

-          Acompañamiento o cualquier cosa voy a hacer, porque Paraguay ningo noñentregái voi-8-

-            

- ¿Hasta cuándo tocaste el arpa?

- Hace como un año y medio, hasta que me atacó el derrame.

- Querida Carmen, muchas gracias por recibirnos, por dejarnos compartir contigo bajo este frondoso mango; muchas gracias por tu afecto, por tu arte, por todo lo que le diste al Paraguay. 

- Aída, agradezco mucho tu interés, tu interés por mí, por nuestra amistad y a Yverá porque sigue siendo como siempre activa y con gran corazón. 

 

Así nos despedimos  de Carmen Villalba, una de las primeras arpistas paraguayas, y la primera arpista guaireña. La dejamos con sus vivencias, sus recuerdos y el cariño inmenso que siempre tuvo a lo nuestro, a nuestra música nativa.  Conservaba  el espíritu de siempre, a pesar de su estado de salud.  “Che morena la leche” -9-, como la llamaba con cariño el maestro Flores. Hoy llevamos sus anécdotas y sus canciones.  Ese año, la fundación Barboza, le rindió un homenaje en el día de la Mujer paraguaya, por ser ella, una de las primeras mujeres  intérpretes del arpa paraguaya, todavía con vida. Carmen Villalba, la primera arpista guaireña. 

 

Asunción, 1998

 

 

(x) De su libro: VIDAS, PERFILES Y RECUERDOS. Vivencias de Músicos, Cantores y Poetas Paraguayos”(c) Servilibro:
Pabellón Serafina Dávalos; 25 de Mayo y México - Plaza Uruguaya - Telefax (595-21) 444 770
Email:
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Página Web:
www.servilibro.com.py

 

ACOTACION FA-RE-MI: Las tradución al castellano de las expresiones en el idioma guaraní, se encuentra al pié de cada página en el libro.

 


[1] Esta niña va a tocar el arpa.  Hazla enseñar, doña Valeriana. 

[2] “Ña Valeriana, la voy a llevar a tu hija, porque voy a hacer una gran presentación en el Teatro Municipal y quiero que ejecute el arpa. 

[3] Cuando teníamos un G. 200, nos sentíamos muy ricos. 

[4] Virgen la leche.

[5] Vean a nuestra Virgen la leche si nos va acompañar. 

[6] ¿Qué dices, Carmen. Formemos un ….
[7] Formemos.
[8] ...el paraguayo nunca se entrega.
[9] Mi morena leche