FIGURAS de ayer y hoy

FLORENTÍN GIMÉNEZ

La música como bandera (x)

 

por: César González Páez

 

Comenzará a circular dentro de poco un libro titulado Rasgos Tradicionales del Folklore Paraguayo, un aporte para conocer con más profundidad los rasgos de nuestro pueblo. Lo escribió un hombre a quien identificamos con la música, el compositor y director de orquesta Florentín Giménez.

Con esta faceta de investigador de nuestras costumbres comprendemos que su erudición no es sólo musical, sino que se inspira en la cultura popular toda.

Hablemos entonces un poco de él. Nació en Ybycuí en 1925. Sus primeros pasos musicales se concretan cuando ingresa como aprendiz en la Banda de Policía de la Capital, dirigida entonces por calificados maestros como Salvador Déntice, Manuel Rivas Ortellado y Gerardo Fernández Moreno. De allí en adelante el poder de las melodías le atrapó. Efectuó prácticas de clarinete y batería, pero se inclinaría por el piano. Formó parte de la orquesta de Ramón Reyes hasta l947, quien -como ya hemos visto en muchos artistas- tuvo que abandonar el país, regresando cuando termina la contienda. A su regreso se especializa en Armonía con el maestro alemán Otakar Platil.

En 1950 creó su orquesta: " Florentín Giménez y su Típica Moderna", con la cual desarrolló una extensa actividad por diversos rincones del país. En 1953 se lo detiene por primera vez por su resistencia y rebeldía a los Gobiernos autoritarios. Entonces se desempeñaba activamente en la Asociación de Músicos del Paraguay.

Por el clima intranquilo decide emigrar en 1956 a Buenos Aires con su familia, donde desarrolló gran actividad musical, llegando incluso a grabar en sellos como Odeón (hoy EMI), Pampa, T.K. y Marpar. Comparte éxitos con el famoso compositor argentino Ben Molar.

Tras 13 años de ausencia regresa al Paraguay, para radicarse definitivamente, aunque el ambiente musical está influenciado por el autoritarismo y la arbitrariedad. Los que no comulgan con las ideas retrógradas o dominantes son marginados o postergados. En esos primeros años, en forma sencilla, comienza una lucha: impartir conocimientos musicales en forma gratuita a varios colegios. Crea la Orquesta de Cámara de Radio Cáritas. En 1973 es llamado para ser director adjunto de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), entonces dirigida por el maestro Remberto Giménez.

En el campo de la música popular este compositor tiene más de 300 canciones, siendo algunas de ellas muy difundidas en el país y en el Río de la Plata. Es autor de la primera ópera paraguaya, "Juana de Lara", que se estrenó en l987. Entre sus obras orquestales podemos citar "Minas Cué", El río de la esperanza", "Sinfonía conncertante No.1", entre otras.

No cabe en estas líneas todo lo que este hombre ha hecho por su país. (x)

Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 18-19 de Setiembre de l999 (Asunción, Paraguay).

 

 
  Memoria  Viva
 
 

   ASÍ CANTA MI PATRIA:
 Un himno de fe en la paz(x)

 

 
                                                                                                                por: Mario Rubén Álvarez
 
 

Los campos de Caapucú, ese viernes de 1950, con  su concierto de amarillos, rojos, azules, lilas, verdes, rosas y azules, estaba de fiesta. En medio de los aromas de la tarde, cruzaba Florentín Giménez, -nacido el 14 de marzo de 1925 en Ybycuí- con los 14 integrantes de su orquesta. Iban rumbo a San Juan Bautista de las Misiones, donde a la noche debían amenizar un baile.

Viajaba en un antiguo camión de cargas.Los músicos, con el piano y otros instrumentos mordidos por el sol calcinante, en la carrocería no se percataban de la naturaleza vestida de gala, como dándoles la bienvenida. El director sí pudo disfrutar esa maravilla, sentado al lado del ”chofer”, en la cabina.

Lo que latía  con intensidad en el amplio espacio exterior, lentamente, penetró en las venas del artista. Concentrado, entonces, Florentín Giménez fue armando mentalmente la melodía de Así canta mi patria. Para él, en la escena que se desplejaba ante sus ojos había una ilimitada grandeza. Y esa idea fue  la que  tradujo en las notas que salieron del manantial de su ingenio.
Al llegar a destino, casi con el crepúsculo vespertino, lo primero que hizo fue buscar un lugar silencioso para volcar en un pentegrama el fruto de la inspiración que le había asaltado en el camino. En un rato la obra estuvo terminada. El lenguaje de la tierra había quedado ya documentado en el papel. Solo restaba encontrar un artista de la palabra para que la composición estuviese completa del todo.

El compromiso de actuación era de 21:00 a 2:00 de la madrugada. Cuando sonó el inconfundible Campanento, un ganadero dijo, ya suficientemente entrado de copas: pembojuapy katu, tovale la ovaléva. Cuando acabó el tiempo solicitado, apareció otro que pagó una hora más. Y después otro corrió con el gasto adicional de dos horas. El baile se extendió todo el sábado.

Por la fátiga, los músicos, de a siete, tuvieron que intercarlarse. Al llegar a las 21:00 retomaron el contrato que habían firmado con  quienes lo contrataron. Y desde las 2:00 hasta las 7:00 del domingo nunca faltó quien metiera la mano en el bolsillo para que la orquesta siguiera actuando hasta completar 34 horas ininterrumpidas de actuación.

Cuando volvimos a Asunción, un día me encontré con Lionel Enrique Lara y le conté que tenía una música a la que quería que le pusiese letra”, recuerda Florentín Giménez en el Conservatorio Nacional de Música, del que es director.

Como le había prometido, el poeta llegó a su casa. ”Tócame en el piano la melodía”, le pidió, tras recibir un cuaderno de música del que lo había invitado. ”Tócame otra vez”, le solicitó luego. Y así, una y otra vez. Cuando iba a comenzar la séptima vuelta, le dijo: ”Basta, dejame nomás ya a mi cargo”. Y de un tirón, escribió la letra.

El texto de Lara es sencillo. Toma la idea del músico y la transforma, desde el mudo que habitaba su creación poética. La patria herida después de la revolución de 1947 le dicta parte de los versos. Ancla, finalmente, en  el territorio que dio origen a la pieza musical, para crear una obra que, a pesar de los años transcurridos, sigue siendo contemporánea.
 

Así canta mi patria

Como voces tal como el eco de su sentir
profundo canto de vida en cada canción
vibrante grito de lucha de hondos amores
la raza pone su alma en cada canción.

Así canta mi patria su himno de fe
llevando el tesoro innmenso de su vigor
la fuerza que contenida renacerá
trayendo la paz, la dicha para vivir.

Recogiendo  dulce, suave frescura del arroyuelo
llévandose tenue, límpida, frágil en sus trinares
aromándose con mil perfumes de la floresta
milagro de amor mi gran Paraguay se hace canción.
 

Letra: Lionel Enrique Lara
Música: Florentín Giménez

 

 


  (x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 13-14 de Marzo de 1999 (Asunción, Paraguay).