11.ma.Parte

”Los paraguayos, generalmente dotados
de mucho ingenio y de un carácter suave,
son hospitalarios y generosos”

Herbert Spencer (Inglés)

 

DEL PARAGUAY PROFUNDO



LA MÚSICA EN LA CONTIENDA CHAQUEÑA (x)


por: Emiliano Aiub

La evocación de la batalla de Boquerón, el próximo 29 de setiembre, es fecha propicia para referirnos a uno de los olvidados aspectos de la contienda chaqueña, como ha sido el rol protágonico de la música. A pesar de la escasez de información, trataremos de seguir cronológicamente la trayectoria de la música en nuestra historia y sus manifestaciones durante la pasada contienda, evocando a sus famosos creadores. Es ésta la primera parte de un artículo donde se relatan los aspectos más relevantes de la ”Música y los Músicos de la Guerra del Chaco”.

La música posiblemente fue una de las primeras manifestaciones artísticas del hombre, y desde entonces se constituyó en parte activa e ingrediente incomparable de su actividad vital, entroncada

en un contexto socio-cultural propio y válido para toda época.

En el Paraguay, la música ha sido protagonista de todos los momentos de su historia, tanto en la guerra como en la paz.

En épocas precolombinas, los primigenios habitantes de lo que más tarde sería el Paraguay han levantado su canto en rituales religiosos y en momentos en que debían enfervorizarse para marchar hacia la lucha, en rituales guerreros.

En épocas de la Conquista y de la Colonización, la música de los nativos se entroncó con las canciones foráneas, casi perdiendo su esencia; pero, aun así, subyacente en el ritmo de la música paraguaya. Lastimosamente, otros datos casi no registra la historia.

Cuando el Paraguay nació como país independiente, nuevamente la música tuvo su participación, pues en la mañana del 15 de mayo de 1811 el pueblo cantó jubiloso en la plaza pública, frente al Cuartel de la Ribera.

En épocas del Dr. Francia, aunque sabido es que no ha habido enfrentamientos bélicos, sin embargo, es importante mencionar que los instrumentos musicales no estuvieron silenciosos, como muchos casos registra la historia. El Gobierno de Francia solventaba las bandas militares, cuya acción se sentiría muy posteriormente durante la Guerra Grande.

En épocas de los López, fundamentalmente de Francisco Solano, conductor del Ejército paraguayo ante los ejércitos aliados, la música bélica de nuestro país ha llegado a su máxima expresion.

Campamento Cerro León”, símbolo nacional, una auténtica canción de gesta, fue escrita en el sitio de Humaitá, aproximadamente en 1866, por pluma anónima. La música es de un carapegueño, cuyo nombre se desconoce, pero de quien se sabe fue integrante de la Banda Militar.

Pasada la época de la reconstrucción de la post Guerra del 70, nuevamente el país se levantó en armas.., y durante la guerra que el Paraguay libró contra Bolivia, entre los estruendo de los cañones y metrallas, se ha escuchado el canto del soldado, el tañer de arpas y de guitarras, el metálico son de las bandas militares y el agudo sonido de clarines y trompetas.

Cronología de hechos

La música relativa a la contienda chaqueña cronológicamente podría decirse que ha pasado por diferentes momentos:

a) La música en la pre-guerra (1926 a 1932). Cuando ya el país tomó conciencia de que un enfretameinto bélico con Bolivia era inevitable, fueron llamdos los reservistas para defender la heredad amenazada. Se inició así la movilización.

Simultáneamente, con los primeros movilizados, la música, con cantos encendidos de profundo sentimiento patriótico, anuncia la inminencia de la Guerra con Bolivia.

“lro. de Marzo” de Emiliano R. Fernández, fue la canción que dio la voz de alerta ante el peligro acechante.

En en el año 1927, en una de las primeras escaramuzas libradas en defensa del terruño, falleció el Tte. Adolfo Rojas Silva. Su muerte hizo que los poetas hicieran un llamado de imperiosa urgencia ante el atropello del enemigo, y surge el anuncio de que ha llegado la hora de vengar el honor mancillado de la soberanía nacional.

La canción ”Rojas Silva rekávo”, de Emliano R. Fernández, fue coreada por el pueblo con entusiasmo y se constituyó en una clarinada de alerta, ante el peligro real del invasor, ensoberbecido por la toma de algunos fortines paraguayos.

Cuando la gran movilización de 1928 a 1929, en las concentraciones de reservistas, se escuchaba la canción de despedida, en la cual el soldado le anunciaba a su amada la inminente partida al Chaco. ”Aháma che chína”, de Emiliano R. Fernández (más popularmente conocida como ”Che la reina”), nos da un claro ejemplo de lo que eran aquellas emotivas despedidas.

b) La música en la guerra (1932 a 1935). El Tte. Coronel José Félix Estigarribia se percató del importante papel que desempeñaba la música en la vida de todo paraguayo…y, conocedor y estratega de la psiquis del soldado guaraní, le dio a la música el valor que tenía; mantener un alto espíritu de combate en la tropa.

Estigarribia, el gran conductor de nuestros ejércitos, consciente de dicho efecto sicológico, dijo: ”La música obra milagros en el espíritu de los hombres. La victoria depende de que cada uno haga lo suyo con la mayor seriedad, con toda la responsabilidad posible, cualquiera fuese la tarea que le correspondiere cumplir”.

El Comando del Chaco tenía la habilidad de saber estimular las inquietudes de sus hombres; canalizaba las vocaciones, de modo que cada uno daba de si lo mejor y lo más que podía. A muchos les correspondió la música. Asi fueron formados conjuntos musicales, algunos de real jerarquía, para animar a los soldados que se hallaban en las trincheras.

Mediante la apertura intelectual del conductor paraguayo, la música cumplió a cabalidad su cometido durante la Guerra con Bolivia; y, aunque su participación haya sido poco menos que ignorada, se constituyó en un arma más durante la Guerra del Chaco.

En 1932 explotó la Guerra y, poco después, la reconquista del Fortín Boquerón concretó el primer triunfo paraguayo. Siguió la heroica lucha de ambos ejércitos y nuevamente la victoria rubricó las épicas hazañas de nuestros combatientes en Nanawa.

En Campanento Fierro Punta, después de la batalla de Nanawa, Emiliano R. Fernández cantó la épica jornada vivida en dicha batalla, bautizándola con su poema “Regimiento Tuyutí Trece de Infantería”, cuya dedicatoria reza así: “A mis hermanos de causa de la Quinta División heroica”.

Estas estrofas constituyen sólo el inicio de un inmortal poema, uno de los más bellos de la literatura popular en guaraní, y que es más conocido como “Trece Tuyutí”. La música del mismo, por autorización de Emiliano, la escribió César Medina, fallecido recientemente.

c) Los músicos de la guerra. Muchos fueron los poetas y músicos que se internaron en los cañadones chaqueños, con su lira y su guitarra, para defender nuestro territorio. A todos ellos se rinde homenaje, en esta ocasión, pero se solicita la debida disculpa por no poder citar a todos.

Herminio Giménez fue el director de la Orquesta Comanchaco. Estigarribia, enterado de su presencia en el frente de operaciones, le ordena que lleve nuestra música a cada soldado, a cada combatiente que se hallara en el frente. Herminio organizó varios conjuntos musicales en el frente. Dicha actividad tenía como objetivo leventar el ánimo y la moral de los soldados que se hallaban en las trincheras. Algunas de las composiciones escritas por Herminio en los campos de batalla fueron: “Recuerdos de Pitiantuta”, “Fortín Boquerón”, “Retazos de gloria”, “Paraguay rembiapokue”, “Guaraní reta”, “Ñande sy”, y “Fortín Toledo”.

Emiliano Rivarola Fernández, conocido como el Tirteo Verdeolivo, combatió en la Guerra del Chaco desde el inicio hasta el fin. Los acontecimientos de la guerra afectaron profundamente su sensibilidad de poeta y, así, de su pluma surgieron muchos temas épicos. Pero como era más poeta que músico, la parte musical de sus temas generalmente se debe a otras personas, quienes se conmovían ante la creatividad de Emiliano. Algunas de las composiciones épicas de Emiliano son: “lro.de Marzo”, “Che la reina”, “Rojas Silva rekávo”, “Tte. Rojas Silva”, “Retén-pe pyhare”, “Trece Tuyutí”, y muchas otras más.

Félix Fernández, fundamentalmente poeta, aunque estudiara música en su juventud, llevó al Chaco no solamente su fusil, sino también a su compañera inseparable: la guitarra. Con su música mitigó los sufrimientos y la ausencia. Pero su actividad vital lo llevó a integrarse también a los grupos de teatros, que durante la guerra tenían la misión de entretener al soldado paraguayo. De la época mencionada son sus obras: “Reservista purahéi”, y “Tupasy Caacupé”.

d) Otros cultores de la música en el frente. Muchos de los combatientes paraguayos que fueron al Chaco con su guitarra no dejaron composiciones escritas sobre el tema bélico; otros sí lo hicieron. En ambos puede haber serias omisiones, pero, a pesar de ello, se citan a continuación los nombres de algunos de dichos cultores de la música.

Julián Alarcón (autor de “Nanawa de gloria”), Julián Rejala, Roque Centurión Miranda, Fernando Rivarola, Darío Gómez Serrato (director de la Banda de Músicos en Bahía Negra), José Asunción Flores, César Medina, Silvio Carlos Laterza, Diosnel Chase y José L. Melgarejo.

 

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 24 de setiembre de 1988 (Asunción, Paraguay).

POLICARPO PATIÑO, LA SOMBRA DETRÁS DEL PODER (x)

 

por: Thomas Whigham

Aun en estos días en Paraguay el nombre de Policarpo Patiño sigue dando lugar a controversias. Para unos, su carrera representa el peor aspecto de la burocracia autoritaria..., maneras serviles dirigiéndose a su amo y un absoluto desdén hacia los sentimientos de cualquier otro. Para otros, Patiño fue simplemente un leal servidor del Doctor Francia, eficiente y trabajador para la causa de la Independencia Nacional.

Ambas actitudes están basadas en tradicionales opiniones del hombre y su tiempo, mas pareciera que no se utilizaran evidencias disponibles en el Archivo Nacional de Asunción. Una rápida mirada de la documentación da un contorno más balanceado de Patiño.

Patiño triunfó gracias a su eficiencia y a su clara caligrafía. Su talento fue captado por el ojo del Supremo tempranamente, y así Patiño vio que su suerte incrementaba rápidamente. Escalando rangos, desde escribiente a representante gubernamental en Ycuamandyyú hasta en 1824 como asistente de Tesorería en la capital, Patiño llega a ser secretario de Francia y fiel Fechos un año después de la muerte de Bernardino Villamayor. El permaneció en el puesto hasta el fallecimiento del Dictador en 1840.

Patiño era la omnipresente fuerza en la casa del gobierno. Concedía audiencias, transcribía documentos, visitaba cárceles y consultaba con el Dr. Francia sobre asuntos de rutina. Hacia los finales de la vida del Dictador, y presumiblemente con su conocimiento, Patiño comenzó a firmar algunos documentos oficiales donde figuraba la firma del mismo Doctor Francia. Componiendo, y muchas veces personalmente anunciando las decisiones francistas, decretos y órdenes, él llegó a ser el foco del odio popular.

Un obvio aspecto de Patiño, indicando que la corrupción no estaba ausente durante el franciato, puede ser observado en documentos que muestran un apreciable número de ventas de tierras en Asunción y alrededores, como en Villarrica, hechas por él y su familia entre 1820 y 1836 (1).Como Patiño no venía de una familia rica, uno es tentado a preguntarse si no valía la pena ser un servidor del Gobierno durante los años de Francia. Patiño estuvo envuelto en litigios sobre ciertas deudas acumuladas y rechazadas a pagar (2). En una ocasión, el nombre de Patiño estuvo asociado con un extraño caso legal. En 1835, él denunció a una mujer campesina por tratar de inducir al aborto a su propia hija y de envenenarla. Una detallada investigación del Dr. Francia, por el contrario, dio a luz otra historia: la hija había pedido el aborto y Patiño mintió al respecto (3). Como prueba de su influencia sobre Francia, él no fue a prisión, sino siguió poseyendo su poderosa posición. Francia, evidentemente, encontraba a su secretario muy útil para despedirlo.

El Dictador muere en setiembre de 1840, hecho que pone a Patiño muy sorprendido. Considerándose a sí mismo el legítimo heredero, trató de forjar una alianza con los oficiales de las guarniciones de Asunción. Pero ellos no tomaron en cuenta ninguna de sus odiosas propuestas. En pocas horas, el alcalde Manuel Antonio Ortiz junto con los jefes de guarniciones anuncian a Patiño la formación de nueva Junta, en la cual él tendría insignificante papel (4).

La reacción de Patiño frente a estos eventos no ha sido documentada, pero él ya sabía lo que sería su futuro. Antes del 30 de setiembre, fue arrestado bajo los cargos de desfalco público, y puesto en un sótano. Ahí, con una miedosa incertidumbre hacia su fortuna, el secretario se ahorcó con su hamaca. Con regocijo público, su cadáver fue paseado por las calles como prueba de su muerte. Ninguna iglesia permitió que entrara en suelo consagrado, y, luego de muchos debates, fue enterrado en el patio de una de sus casas. Si fue o no un justo final, no lo podemos saber ni juzgar, pero suena interesante que su muerte dejaría al Supremo riendo quizá desde su tumba.

NOTAS

(1) Por ejemplo, vea Tierras de Patiño en la capital (San Francisco), 14-XII-1825. A.N.A. Sección Propiedades y Testamentos, Vol. 193, No.9; en Tuyucuá, 4-X-1834. A.N.A. Sección Propiedades y Testamentos, Vol. 410, No. 1; y en Pirayú, 12-I-1837. A.N.A. Sección Propiedades y Testamentos, Vol. 72, No. 8.

(2) Por ejemplo, vea Justo Pastor Cañiza contra Policarpo Patiño, por deuda, 15-X-1814. A.N.A. Sección Judicial Criminal, Vol. 1.320.

(3) Denuncia de Patiño contra la china Josefa Ignacia, 16-III-1835. A.N.A. Sección Judicial Criminal, Vol. 1.514. Vea también John Hoyt Williams, Rise and fall of the Paraguayan Republic, 1800-1870 (Austin, 1979), págs. 85-86.

(4) Juan Andrés Gelly, El Paraguay, lo que fue, lo que es y lo que será (París, 1926), pág. 61.

(5) Julio César Chaves, El Presidente López (Buenos Aires, 1985), págs. 5-6.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 24 de setiembre de l988 8Asunción, Paraguay).

 

 

A propósito de “La Guerra de la Triple Alianza”: La Guerra como factor catalítico (x)

por: Luis Verón

Thomas L. Whigham es un historiador norteamericano estrechamente unido al Paraguay. Casado con una compatriota nuestra, dedicó numerosos trabajos al estudio de diversos temas y épocas de la historia paraguaya. Su último libro, de próxima aparición, justamente trata de la Guerra de la Triple Alianza, un tema que últimamente viene concitando la atención de numerosos estudiosos.

El historiador norteamericano Thomas L. Whigham estuvo en el Paraguay por pocos días para pasar unas breves vacaciones en familia -está casado con una paraguaya con quien tiene dos hijos-.

Esta vez no vino a investigar, sino para descansar, pues, dijo, tiene mucho material -por el momento- para elaborar y seleccionar. Tanto, que su familia no ve la hora que esos cajones llenos de papeles sean sacados de la casa, de tal manera a hacer esta “un poco más habitable”.

“Pero pasa -dijo- que justo todo lo que está en los cajones son documentos a ser utilizados en el segundo volumen de mi trabajo, por lo que no se pueden tirar, todavía”.

Actualmente, Thomas L. Whigham está trabajando en un libro, cuyo primer volumen va a aparecer, posiblemente, en el mes de marzo del año próximo, y que se llama “La guerra del Paraguay, una historia -Causas y antecedentes”.

En él, según comentó, trata de “explicar las causas que ocasionaron la sangrienta guerra de cinco años entre el Paraguay y la alianza del Brasil, la Argentina y el Uruguay”.

Las mismas, dijo, tienen tres niveles.

Uno de los niveles es de larga duración, “en el cual el pueblo paraguayo y los de la región se sentían como parte de su cultura, sitiados por sus vecinos. Por ejemplo, desde tiempos precolombinos estaba el asedio de los guaicurúes. Esta es una causa. La gente se siente amenazada constantemente. Una amenaza latente, como un aspecto largo de la historia, de la cultura“.

„El segundo nivel, que tiene que ver con la etapa colonial, en la cual los imperios portugueses y españoles no podían decidir entre ellos sobre cuestiones de límites y sobre cuestiones de relación política. Estas cuestiones nunca fueron resueltas durante la etapa colonial, ni después”.

“También podemos hablar de qué sistema político convenía a los países de esta región como naciones independientes: sistema republicano, sistema caudillesco, sistema monárquico. Y en la formación de las naciones se presentaron cosas distintas. Según mi forma de pensar, la única nación en este sentido fue el Paraguay, justamente. Por dos o tres razones. Una por razones de escala, que el Paraguay es más pequeño, entonces se podía controlar más; segunda, tuvo una cultura y sociedad única, homogénea, hispanoguaraní, tenía una identidad distinta a los demás, y no se sentían parte de los demás. Mientras tanto que en la Argentina, por ejemplo…Qué era la Argentina ? Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Patagonia…El Brasil también...La escala era más amplia, entonces el nacionalismo o la forma de desarrollar la nación debía ser más artificial, más basada en otros asuntos”.

“Un tercer nivel, tenía que ver justamente con la política de la década de los ´50 y los ´60 -del siglo XIX-, que tenían que ver con muchas de esas cuestiones no resueltas, pero, por otro lado está la pregunta de si cómo debía ser la relación entre esos nuevos países -Argentina, Brasil, Argentina y Uruguay-. Nunca lo sabremos”.

Por otra parte, según Thomas Whigham, en el transcurso de la guerra ha habido “muchas equivocaciones de carácter humano, con errores que cualquiera hubiera cometido. Con esa actitud de sentirse sitiado, es bastante obvio que los paraguayos iban a sospechar del motivo de los brasileños en el Banda Oriental, por ejemplo. Y de allí surgió toda la pelea”.

“Yo no digo que era necesaria que eso pasara, señaló. La cosa rara de que hubo una guerra enorme en la zona, a mí no me sorprende tanto. Lo que para mí es raro es que la Argentina se aliara con el Brasil. Es extraño que la alianza no fuera de la Argentina en contra del Brasil”.

“Esa es la parte rara, y mucho de lo que aconteció hay que culparle a la misma política de los paraguayos, una política equivocada. Los paraguayos tuvieron oportunidad de obtener concesiones (de los argentinos y los brasileños), particularmente después de la caída de Corumbá, pero con la invasión de Corrientes se perdió la oportunidad. Fue entonces cuando todos se lanzaron en la alianza contra el Paraguay”.

La primera parte del libro de Whigham habla de todo eso. Es el tema que analiza, tomando un amplio espectro, tanto político como militar. “El primer volumen -dijo- termina con la evacuación de las tropas paraguayas de Corrientes, luego de la caída de Uruguayana. El segundo volumen va a comenzar allí: fines del ´65 hasta el ´70. Actualmente estoy trabajando, poco a poco, en esto”.

El segundo volumen del libro va a tratar, según su autor, de la parte primordialmente militar de la guerra: batallas, balances entre ejércitos, las debilidades de unos y otros y las formas en que Paraguay resistió el avance de los aliados.

“Es notable, señaló, cómo es que los paraguayos repiten la misma táctica, muchas veces. Hasta se puede ver esto -hoy en día- en el mismo fútbol. Nadie va a negar que los paraguayos son muy buenos en la defensiva. No es que pierde siempre en la ofensiva, pero tampoco gana mucho. Su actuación en Corrientes no fue de lo mejor, sin embargo en la defensiva, se cambio, se mostraba muy fuerte”.

“Los aliados, por su parte, dijo, usaron la guerra para desarrollar sus propios intereses nacionales. En el caso de la Argentina, usó la guerra para unificar el país, en una forma más obvia, bajo el régimen porteño. Antes había divisiones bastante graves entre zonas del litoral, el interior...hasta había rebeliones montoneras, incluso durante la guerra. Ha habido casos de desbandes…Al fin de la guerra, la Argentina era bastante diferente a la Argentina de preguerra, por la línea impuesta por los porteños. Lo cual nunca fue previsible que fuera así”.

“El caso brasileño, dijo, es caso parecido. Los brasileños, para ganar la guerra, requirieron cambiar la forma de su ejército. Su ejército era tipo guardia nacional, que no era muy profesionalizada, y peleaban mal, al principio...Para ganar al Paraguay, ellos debieron pagar el precio de cambiar su forma de organización: así, hasta oficiales de raíces humildes pudieron surgir en posiciones de comando”.

“Así ganaron, pero después, estos mismos oficiales tuvieron una alta conciencia, muy distinta a la conciencia tradicional que tenía la gente en el fondo del Brasil. Y estos capitanes y mayores, después de veinte años, se convirtieron en generales y derribaron al Imperio”.

“Quiere decir -como siempre digo en Norteamérica-, que la Guerra del Paraguay tuvo un papel tan importante en esa zona, igual de importante como la guerra civil nuestra. En Norteamérica se dice que la Guerra Civil convirtió al país en un “es”. Antes se decía: “Los Estados Unidos son...”. Después de la guerra, se empezó a decir ”Los Estados Unidos es…”. Así, como una sola entidad. La Guerra de la Triple Alianza tuvo el mismo papel en le región. Fue un acontecimiento catalítico en la historia de esta región”, concluyó.

 

(x) Del diario ABC COLOR (Revista ), 5 de agosto de 2001 (Asunción, Paraguay).

 

Memoria Viva

Alma vibrante:

Canto a la mujer paraguaya
inspirado en una cubana
(x)

por Mario Rubén Alvarez
(Poeta y periodista)

La historia de cómo surgió el famoso tema de Carlos Miguel Jiménez y Agustín Barboza.

Cuando Carlos Miguel Jiménez (nacido el 5 de junio de 1914 y fallecido el 29 de agosto de 1970 en Asunción) y Agustín Barboza le escucharon cantar, con la orquesta cubana de Ernesto Lecuona, a Esther Borja, los dos amigos quedaron vivamente impresionados. Su voz del Caribe traía el imán de su tierra convertido en canto.

-Jajapóna chupe peteï música (hagámosle una música) -le sugirió Agustín a su compañero, luego de saludar y felicitar a la artista que acababa de actuar en el auditorio de Radio El Mundo, en Buenos Aires, en 1936.Ya juntos habían hecho Sobre el corazón de mi guitarra y Flor de Pilar.

-E´a, jasoróna hese (cómo no, lo vamos a hacer de inmediato) -le replicó Carlos Miguel, entusiasmado por la idea de crear una obra que pudiera hallar una intérprete del talento de Esther Borja.

A los pocos días, el joven poeta pilarense concluyó el poema. Partía de la mujer paraguaya. Si bien la inspiradora fue la cubana, el poeta tomó la figura de una hija de su tierra. Cantando sus particularidades, la elevó al rango de lo universal.

-Aguerúma aína ndéve (aquí te traigo) -le anunció Carlos Miguel a Barboza. Eran los versos de Alma vibrante. Agustín, de manera inmediata, compuso la guarania. Para entonces, el muchacho que había “bajado” a la capital argentina y había sido “rescatado” del puerto donde trabajaba como estibador por José Asunción Flores, Aniceto Vera Ibarrola y otros amigos, componía ya música con fluidez.

Agustin Barboza, en su libro Ruego y camino, cuenta que la obra le gustó sobremanera al maestro Francisco Alvarenga, quien, todos los días, “con su violín de estuche raído”, llegaba hasta el lugar donde vivía con sus amigos para instarlos a estudiar y a progresar en sus conocimientos teóricos.

Esther Borja quedó atrás. Había producido un fogonazo en el corazón de los jóvenes artistas, generando una canción. Al poco tiempo, ella era solo el recuerdo del inicio de una inspiración. La obra que brotó del manantial de su encanto, en cambio, empezaba a fortalecerse y a ganar espacios en el gusto de quienes la escuchaban. A tanto llegó su prestigio, que por esa canción el sello discográfico Odeón le invitó a Barboza a grabar como solista, con la orquesta de Juan Escobar.

Surgió, sin embargo, un inconveniente. El productor observó que la composición debió ser cantada por una mujer -“Yo soy la sencilla mujer paraguaya…”, dice el primer verso-, y no por un hombre. Jiménez estaba en el estudio de grabación. E improvisó una glosa que salvo la situación.

“Vagando por todos los espacios luminosos de este oasis de la paz, y cuna de la libertad llamado América, lleve este canto producido para la mujer paraguaya la voz del amor de las hijas de mi patria a sus hermanas del continente, de acuerdo con el sueño artístico de que en una hora venturosa de las naciones, los hombres y las mujeres nos pasemos las manos, a la sombra de nuestras hermosas y gloriosas banderas entrelazadas”, glosó el poeta.

El productor quedó plenamente satisfecho. Y lanzó el disco a través de la BBC de Londres.

Alma vibrante

Yo soy la sencilla mujer paraguaya
De trenzas floridas,
Del templo del arte y vergel de Natura
Yo traigo el amor.
Y es música pura la voz de una raza
Que vuelve a la vida con ritmo que marca el ave canora,
La estrella y la flor.

Soy alma vibrante que voy repartiendo
Sonoras caricias,
En el corazón de la América tengo
Mi agreste jardín.
Me dio desde el cielo, del trópico hermoso,
El Sol de las Indias
El fuego en que nace mi canto de ardiente
Pasión guaraní.

Florece en mis labios melódico verbo
De selva olorosa
De azul arroyuelo, de verde campiña
Y ciudad colonial.
Y vibran conmigo las cuerdas del arpa
Riente y llorosa
En dulce y alada canción de la tierra
Que aroma el yerbal.

Yo pulso la lira que nunca enmudece
Y tiene una historia
En lengua armoniosa de virgen artista,
Heroica y gentil.
Y ritmo cantares que endulzan el santo
Dolor de mi Gloria
Con miel de la patria, de los azahares
Y del ñandutí.

Letra: Carlos Miguel Jiménez
Música: Agustín Barboza

x) Del diario ”ÚLTIMA HORA” (El Correo Semanal), 4-5 de setiembre de 1999 (Asunción, Paraguay)

Guaraní: para lectores y escritores

CADA UNO ICATÚ JHAICHA...(x)

por: Juan Bautista Rivarola Matto

No soy lingüista y no sé una palabra de lingüistica. Como le dije a un profesor alemán en la Universidad de Colonia, mi escuela filosófica es la tererésica de Areguá, cuyo método es el arandu-caaty. Con tales fundamentos doctrinarios elaboré el artículo “Ortografía Guaraní” (Dominical de Hoy, 21/10/90), en el que se evidencia mi deserción del “cientificismo”.

Los “tradicionalistas” se mostraron complacidos, y, para sorpresa mía, unos cuantos “científicos” encontraron razonable mi argumentación. Lo que me importa en realidad no son las letras sino la gente, en este caso los compatriotas que aprendieron a leer y a escribir en castellano, aunque sea en la escuela elemental.

También me interesan los que suelen escribir y publicar en guaraní, puesto que soy uno de ellos. Nos quebranta la disputa entre el guaraní “puro” y el yopará.

Las lenguas y las mujeres puras suelen ser muy insulsas, porque o no son auténticas o porque les falta vitalidad. Ni el guaraní ni el castellano que se hablan en el Paraguay son idiomas puros, pero se puden distinguir perfectamente uno de otro.

Veamos por ejemplo, el siguiente ñeengá, que ironiza a un pintoresco personaje de nuestras guerras civiles:

Cada uno icatú jhaicha, jheí José Gil ojhasarö puente opovo”.

Sacando el nombre del célebre caudillo que no se animaba a pasar el puente del ferrocarril caminando sobre los durmientes de las vías, y lo hacía en cuatro patas, hay siete palabras, de las cuales tres son castellanas. Para decir lo mismo en guaraní “puro” hay que hacer una paráfrasis en la que se pierden la intención, la gracia y el ritmo de la frase original. Lo intentaré en “científico”.

“Peteï tekove ikatuháicha mante ohasa va´erã umi yvyra pa´ü-pa´ü ojepysóva ysyry ári, he´i Hose Gil (“Gil” no puede escribirse en “científico”, concebido única y exclusivamente para el guaraní).

También podrían encontrarse en el diccionario de Montoya palabras que usaban los indios guaraníes y que los paraguayos olvidamos.

“Ñavö tekove ikatuháicha he´i Hose Gil yvyvo rasáramo”, lo que suena muy lindo pero nadie entiende.

El general José Díaz dio al Mariscal López este lacónico parte de la batalla de Tuyutí:

”Aipevú los cambape, pero namboguy”. Hice roncha a los negros, pero no les despellejé.

“Los” y “pero” se han incorporado al guaraní corriente. Pueden y suelen ser reemplazados por “umí” y “yepemo”. López hubiera entendido cualquiera de las dos formas, aunque la última le hubiese gustado menos, por ser menos expresiva para el caso.

El guaraní paraguayo está plagado de construcciones y palabras castellanas, y de origen castellano, como arambojhá, arambosá asajhá (que vienen del árabe), cuatiá, coserevá. Corazö es más sentimental, más corazón que pya. Se dice che corazö-sã, pues si se dijera che pyá-sã se aludiría a una achura del estómago. Sin embargo, es muy poético mitacuña che pya raãva. Además de estas sutilezas hay palabras compuestas de castellano, como raído-sombrero, o de castellano-guaraní, como plata-saí. Virú (viruta) y pirá-piré aluden irónicamente al dinero, pues “dinero” en guaraní se dice “plata”.

Es aleccionador el modo como usaron el idioma los grandes poetas en guaraní. En los extremos están Emiliano R. Fernández, que lo mezclaba tranquilamente con el castellano, y Teodoro S. Mongelós que era purista hasta donde podia serlo. Cada cual a su manera, dieron vida al guaraní, que para ellos no era letra muerta.

Suele confundirse el yopará con el castellano hablado torpemente por quienes no lo dominan. A eso en mis tiempos, le llamaban caraiñeé-serrucho.

El yopará no es otra cosa que el guaraní paraguayo. El yopará es una cuestión de grado, que depende tanto del que habla, como de la oportunidad y de las cosas que se está hablando. Lo más común es pasar de un idioma a otro en el curso de una conversación, como se ve en la correspondencia privada de Natalicio Talavera, por ejemplo.

Quien quiera que al escribir haga un uso consciente del idioma guaraní, debería evitar palabras castellanas innecesarias, pero poniendo en primer término la claridad, la autenticidad y la expresividad de la frase.

Creo que se ha complicado inútilmente una cuestión que en el fondo es muy sencilla. El guaraní y el castellano forman parte de nuestra vida cotidiana, y son tan paraguayos el uno como el otro. En el folclore se combinan de un modo indisoluble la imaginería indígena y la picaresca española. Más que biológica, somos culturalmente mestizos.

No hay ninguna necesidad de inventar signos y reglas ortográficas diferentes, pretender separar lo inseparable. Con unas cuantas convenciones, la mayor parte de las cuales ya están establecidas por el uso, quien sabe leer y escribir en castellano puedo hacerlo también en guaraní.

De aquí en más escribiré en guaraní inspirado por el arandú-caaty, no importa lo que digan “tradicionalistas” y “científicos”. En caso de duda consultaré con caraí Cayé, chococué de oficio, antes que con los gramáticos y lingüistas que están en la luna. Si el campesino me entiende y puede leerme sin esfuerzo y con gusto me daré por bien servido.

“Cada uno icatú jhaicha”. Que otro polemicen y se peleen por letras. Mi trabajo es escribir.

x) Del diario HOY (Suplmento Dominical), 28 de cotibre de 1990 (Asunción, Paraguay).

 

 

Rincón Poético

Ñandutíes
(Páginas selectas)

Van cruzando las mozas por el camino
Por sus faldas de nieve llenas de encajes;
Y en sus crenchas prendidas como celajes
Llevan blancos pimpollos de flor de espino.

Un jilgero modula su breve trino,
Soñando en los lejanos, verdes mirajes;
Las mozas recubren sus blancos trajes
Con rosas amarillas como oro fino.

Y tras las largas pestañas muestran los ojos
Radiantes de alegría, dulces antojos
Los labios son incendios de rubíes.

Y parecen marchando con leve paso,
Las mozas, diez querubes que hacia el ocaso
Volarán con sus alas de ñandutíes.

Martín Goicoechea Menéndez

Hermenegilda

La hallé triste, vistiendo de luto su belleza,
Y en sus ojos de luto dos luceros también;
Pero luego al besarme con su boca de fresa
En fiesta de fragancias, toda ella fue un edén.

Llegaba con el alba de mis sueños floridos
A despertar mi vida sedienta de saber,
Y en la nube secreta de los cielos prohibidos
El filtro de la ciencia me daba de beber.

En ella se hizo mi verbo balbuciente,
En ella abrió sus alas mi torpe mocedad;
Su boca de uva y fresa, fue la fogata y fuente
Que dio calor y riego de luz a mi ansiedad.

Pasaron muchos años, como garzas viajeras
Que van hacia el poniente sobre el tembladeral,
Acaso ya hubo muerto tras tantas primaveras,
Ua noche en que el viento lloraba en el rosal.

La bella Hermenegilda de los brazos sedeños,
La de ojos en remanzos y labios en panal;
Estrella fugitiva, fantasma de mis sueños,
Que hiere mis recuerdos como un dulce puñal.

Darío Gómez Serrato

Fragmento

 

Juicio de los jesuítas sobre
las aptitudes musicales de los indios
(x)

por: Dr. Juan Max Boettner


Charlevoix (65): ”Tienen por naturaleza un oído justo (l´oreille juste) y un gusto de armonía singular.
El presbítero Francisco Xarque (43):”Oí algunas de estas músicas y quedé admirado de la puntualidad con que se ajustaban a todas las reglas del arte, en que juszgo que se igualaban a cualquier catedral de España”.

El Padre Oliver escribe (43): ”No hay maestro alguno indio que sea compositor, aunque sea muy buen músico; porque el indio no es para inventar, sino para imitar”.

El padre Cardiel (43): “Yo he atravesado toda España y en pocas catedrales he oído músicas que estas en su conjunto. No obstante su destreza y que hay en cada pueblo uno o dos maestros de música, jamás se ha hallado algún maestro o discípulo que sepa hacer componer ningún renglón, como tampoco se ha encontrado indio alguno que sepa hacer una copla aún en su idioma, ni aún aquéllas que hacen los ciegos en España…Tal es su cortedad de entendimiento…Ni los que tocan harpas, violines, etc. añaden o mudan alguna diferencia o trinado, más de lo que tienen en el papel”.

El Padre Lafitau (61) escribe en 1724: “En la música se topaba con el mismo inconveniente que en las demás artes: la cortedad o ninguna iniciativa del indio. Toda la perfección que se les lograba hacer adquirir, consistía en leer con exactitud el pentagrama y ejecutar las piezas elegidas de entre los mejores compositores europeos de España, Italia y Alemania. Pero jamás se vio un músico que de suyo propio inventase o añadiese el más leve adorno, una pausa, un trinado, una fuga a lo que ejecutaba, cosa que el más mediano cantor o ejecutante arriesga alguna vez…Ni con ser el maestro de capilla indio y estar bien enterado de su oficio de enseñar, ensayar y dirigir, se hallo un solo maestro que compusiera un renglón de música. Lo cual no parecerá tan extraño, advirtiendo que ninguno de los indios acertó tampoco a componer ni una triste copla para cantar, como hacen los ciegos y se ve en los grandes payadores, ni un verso cualquiera asonante o consonante de otro en su propio idioma”.

Y el Padre Charlevoix (65): “Han tenido éxito como por instinto, en todas las artes a las cuales se aplican…No se les conoce ninguna capacidad para inventar nada, pero pronto uno se apercibió que ellos tenían en supremo grado el talento, de imitar, todo lo que veían. Basta por ejemplo mostrarles una cruz, un candelabro, un recipiente de incienso (incensoir) y de darles la material para hacer otros iguales y se tendría dificultad para distinguir su trabajo con el modelo”.

Vemos que todos los jesuítas coinciden en el gran talento ejecutivo del guaraní y en la ausencia de espíritu creador. Esto tiene sus explicaciones. La creación es una cuestión de ambiente y de generaciones. Un genio no nace espontáneamente, sino en base a predecesores que han ido escalando la montaña olímpica. Beethoven, por ejemplo, es imposible de concebir, sin un Haydn, un Mozart que le prepararan el camino. Hay otro punto. Los jesuítas no se han cuidado de formar directores entre los nativos, que se contentaban con la obediencia disciplinada. Es realmente un asunto, de difícil juicio y que merece mayores estudios.

(x) Del libro: Música y Músicos del Paraguay, del Dr. Juan Max Boettner (3ra.Edición: 1999).

Distribuidor exclusivo: Librería Intercontinental; Caballero No.270, Asunción, Paraguay. E-Mail: agatti@pla.net.py <mailto:agatti@pla.net.py>

 

 

Memoria Viva

Compuesto de Isidoro Ruiz Díaz:
Una joya de la oralidad rescatada
(x)

por: Mario Rubén Álvarez
(Poeta y periodista)

Víctor Barrios, al entrevistar a Ciríaco Vega en la compañia Franco Isla de Carapeguá, logró del seguro olvido el primer compuesto divulgado oralmente después de la Guerra de 1864-70.

En universo de la oralidad -aquello que no conoce que las palabras escritas son capaces de derrotar al tiempo- tiene una riqueza imposible de cuantificar. En este país de la desmemoria quién sabe cuánta fortuna se habrá enterrado definitivamente al morir sus portadores.

A veces, sin embargo, la suerte y la pasión de algún solitario recopilador de expresiones populares permiten recuperar lo que de otro modo se perdería para siempre. Este es el caso de Víctor Barrios -nacido los primeros años de la década del 30, en Ka´aguy Kupe, Quiindy, y anotado en Tavapy, hoy Roque González, ambas comunidades del Departamento de Paraguarí-, quien, bendecido por el azar, tuvo la oportunidad de entrevistar a un portavoz viviente de de la cultura popular.

Ese oro ku´i de la oralidad era Ciríaco Vega Ibarra, nacido el 18 de junio de 1920 en Franco Isla, compañia que esta al poniente de Carapeguá, cercana al hechizo del lago Ypoá. En 1999, luego de vivir ya casi 60 años en Corrientes -Argentina-, había retornado para celebrar con los suyos sus 79 años. Allí, entre otros, estaban sus parientes músicos José Calazans Vega y Hernán Ibarra. Victor Barrios también se hizo presente para dejar en una grabación el valioso testimonio de ese hombre cuyo padre, Francisco Dolores Vega -su esposa se llamaba María Bartolomé Ibarra de Vega- había combatido en la Guerra Grande.

El papá de Ciriaco había formado parte del trágico contigente del Mayor Lacú, quien se entregó con armas y bagajes, sin pelear, en Uruguayana. Un espinillo ratï, que le impidió seguir caminando, hizo que lo dejaran abandonado a su suerte en el trayecto más digno de olvido que de memoria. Luego se incorporó al ejército de López y se salvó porque los milagros rondan los campos de batalla. Una piadosa mujer lo encontró comido por los gusanos, desdentado, en el monte. Le curó y le devolvio la vida.

Apartándolo del ruido de la casa de Zacarias Vega, donde bullía el sánto ára sus olores, sabores y guitarras despiertas, Víctor y Ciríaco hablaron largamente. La memoria del casi octogenario era asombrosa. Recordaba nombres, fechas, protagonistas, frases completas, versos y detalles diversos.

--Oï ndajeko peteï compuesto itujaitereíva nde reikuaáva (Cuentan que Ud. sabe un compuesto antiquísimo), le comienza Víctor.

Entonces Ciríaco empieza a cantar -“Chéko che desentonadomi jepe (soy desentonado)”, se disculpa- los versos del Compuesto de Isidoro Ruiz Díaz, basado en un crimen ocurrido allí en su valle entre 1870 y 1888.

-El autor de la letra -le dice- es el poeta Alberto Dávalos, más conocido como Alberto Puku, oriundo de la zona. Él no cantaba, pero su hermano Cecilio Dávalos sí. Era guitarrista y le puso la música.

Los versos -que se transcriben aquí exactamente de acuerdo a lo recordado por Ciríaco- cuentan que el 22 de febrero de un perdido año Isidoro Ruiz Díaz fue asesinado por sus tres cuñados, a poco de salir del velorio de un angelito.

“Fue el primer crimen que ocurrió en Franco Isla después de la Guerra Grande. Por lo tanto, tuvo que haber sido entre 1870 y 1880”, le había contado su padre a Ciríaco, quien escuchó cantar a uno de sus hermanos. Gracias a que lo aprendió de memoria hoy es posible salvar esta joya de la oratura.

Compuesto de Isidoro Ruiz Díaz

 

Voy a formar un compuesto del Partido Carapeguá
quedando al lado del sur cerquita de Ypoá
el 22 de febrero murió Isidoro Ruiz Díaz
a mano de tres asesinos Fidel, Antonio y Matías.

Estando en un velorio, velorio de angelito
perdió la vida Isidoro sin causa y sin delito
se dispone para ir, ya se montó su caballo,
caballlito veteado, es un pueblo desgraciado.

Al salir de aquel velorio su servidora Genara
pasando una zanjita Isidoro le alcanzaba
insultándole al Antonio, Antonio era un jovencillo,
de atrás llegaron los otros sacando ya los cuchillos.

Principiaron la pelea después que estuvieron juntos
en un minuto de hora Isidoro ya difunto,
dieron parte a la Justicia y vinieron a presenciar:
se encuentra veinte herida mortal, todo el cuerpo maltratar.

Consumado ya el hecho se escaparon los asesinos,
en aquella misma noche prosiguieron para su destino.
Lloraba padre y madre, hermano, amigos y parientes
pues sucedió en Franco Isla una cosa diferente.

Letra: Alberto Puku Dávalos
Música: Cecilio Dávalos

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 7-8 de abril de 2001 (Asunción, Paraguay).

 

Entrevista al Dr. Hipólito Sánchez Quell (Docente, historiador, político, diplomático…)

-Fragmento-

El “Mayor Sigilo” y las anécdotas de la guerra (contra Bolivia) -x-

por: Alfredo M. Seiferheld

-Recuerda Ud. algunas anécdotas de la guerra ?

-Conocía muchas, pero sólo retengo algunas. Vamos a ver: Los bolivianos sabían que Carlos Casado Limitada poseía inmensas fincas rústicas en el Chaco. Y los paraguayos sabían que la Standard Oil Company quería ensanchar sus dominios petrolíferos. En Nanawa las trincheras enemigas estaban frente a frente, a corta distancia una de otra. Un “bolí” provocativamente grita: “Vosotros, patapilas, peleáis por las tierras de Casado”. Y un “pila” filosóficamente le contesta: “Y ustedes pelean por la kirosén”. Otra: Un oficial paraguayo ordena a un soldado que realice un patrullaje, le da las instrucciones y le recomienda que vaya con el mayor sigilo. Una hora después, el comisionado regresa y da su informe. Cuenta que siguió por una picada, se internó en el monte, capturó a un retén, etc. Y agrega finalmente: “Pero, mi teniente, mooverupi ndayujui la mayor Sigillo pe”.

En el Ejército boliviano había varios mercenarios. Uno de ellos, checoeslavaco, al caer prisionero de un soldado paraguayo, procuraba como un atenuante convencerle sobre su nacionalidad. Pero el “pila”, exasperado, informa a su jefe: “Oñembó tarovaséco cheve, mi teniente. Manté rei jheí: checo es la vacá“.

Un solado paraguayo, además de guitarrista, era „compuestero“, o sea payador, improvisador. Un día que estaba actuando, rodeado de su jefe y numerosos oyentes, oyó de pronto el zumbido de un avión boliviano que se acercaba. Entonces, mientras huía apresuradamente con su guitarra, gritó: “Oñe pyruma la alboroto, mi mayor García Soto!”. Y una última. Un oficial paraguayo pregunta a un “pila” que haría si un “bolí” le atacase de frente. “Añorairo, mi teniente”, fue la respuesta. Y si en eso otro le atacase por la derecha ? le dice. “Añorairo, mi teniente” fue también la contestación. Y si en eso un tercero le atacase por la izquierda ? fue la tercera interrogación. ”Entonces, mi teniente, ambovú camisa lomo”.

 

(x) Del libro “Conversaciones Político-Militares (Volumen III), de Alfredo M. Seiferheld (1986). Colección Testimonios. ( Asunción, Paraguay).

Los comentarios de HOY

ME PATEO UN TERNERO (x)

 

por: Juan Bautista Rivarola Matto

Cuenta don Félix Fernández que cuando compuso la letra de “Cerro Corá”, tenía catorce años, y que la maestra lo castigó por haber escrito en guaraní. Y encina lo mandó preso, y el comisario, en castigo, le hizo acarrear cuarenta baldes de agua desde el pozo de la plaza hasta la comisaría. “Lloré de indignación” dice don Félix.

La anécdota, a cargo del gran poeta nacional. Ahora contaré la mía, de la que sí, me haré cargo.

De mita´í acostumbrábamos torear y montar terneros. En una de esas, uno de mis mejores amigos, al que llamábamos capitán, se cayó de su terneril cabalgadura y recibió, de pasada, una patada en la cabeza que le hizo una profunda herida en la frente. Lo lavamos mal que mal en un arroyo, y luego, continuamos nuestra larga marcha hasta la escuela.

-Qué te pasó, capitán ?- le preguntó la maestra.

-O pyvoi cherehe vakara´y- respondió capitán, que aún no había salido del todo de su atontamiento.

-!Guarango!- se escandalizó la maetra, y lo condenó a repetir, de rodillas en una esquina de la clase, creo que cincuenta veces, “me pateó un ternero, me pateó un ternero”.

Desde entonces, cada vez que queríamos hacer rabiar a capitán, le gritábamos.

-!Me pateó un ternero, me pateó un ternero!.

No sé por qué se ponía tan furioso, pero lo cierto es que nos corria a pedradas, completamente fuera de sí.

Hoy diríamos que capitán defendía su derecho al uso de la lengua vernácula, pero, en aquellos tiempos, no muy lejanos, las ideas dominantes eran muy distintas. Gente de buena fe, como si duda era nuestra abnegada maestra, creía que al luchar por el español y contra el guaraní defendía la civilización.

La experiencia que se están haciendo con las escuelas bilingües en la campaña, la enseñanza sistemática del guaraní a nivel secundario, muestran una tendencia general a la afirmación definitiva del único monumento cultural que nos dejaran los primitivos habitantes de estas tierras.

 

(x) Del diario HOY, miercoles 4 de febrero de 1981 (Asunción, Paraguay).