26.PARTE

”Soy alma vibrante que va repartiendo
Sonoras caricias
En el corazón de la América tengo
Mi agreste jardín
Me dio desde el cielo el trópico hermoso
El sol de las Indias
El fuego en que nace mi canto de ardiente Pasión guaraní.”

De la canción ”Alma vibrante” de: Carlos Miguel Jiménez (letra) y Agustín Barboza (música)

 

 

 

 

 

 

DEL PARAGUAY PROFUNDO

El grito del pueblo, no pierde actualidad...

Así nació ”Tetagua sapukái(x)

por: Víctor Montórfano

La idea de escribir una expresiva letra en guaraní para ser musicada por algún artista compositor de inspiración original surgió del pensamiento de crear algo que sintetizara la larga tragedia vivida por el Paraguay en el curso de su vida polítca en particular.

Dicho en otras palabras, pensé justamente que terminada la guerra del Chaco, en 1935, el Paraguay tenía la imperiosa necesidad de reorientar su vida por nuevos derroteros, apuntando hacia la urgente proscripción de las guerras civiles que constantemente, demasiado a menudo, asolaban la tierra paraguaya, sembrando luto, miseria, pobreza, hambre y dolor por doquier, en evidente perjuicio de la paz, la justicia, el bien y el progreso de la nación, postergando así, lógicamente, su desarrollo económico y cultural.

Fue así, pues, que decidí escribir unos versos en el idioma vernáculo, de tal suerte que tuviera la fuerza de profunda penetración en el alma y la conciencia del pueblo paraguayo. Versos para una canción nueva (un purajhéi pyahu) que pudiera tener la virtud patriótica de producir un útil cambio en la mentalidad de ese pobre pueblo siempre engañado por los demagogos politiqueros para servirse de su ingenuidad y su natural pasión por la justicia para el logro de la conquista de elevadas posiciones de privilegios que les permita toda clase de ventajas y beneficios económicos.

Era pues, impostergable valerse de una original y persuasiva obra de arte folklórica, a los efectos de la contribución a crear la paz y la concordia entre hermanos de la familia paraguaya.

Esos versos, que también aspiraban a la realización de un nuevo Paraguay, de un Paraguay mejor, distinto al de las épocas de las asonadas militares para el mero cambio de hombres en el Gobierno, sin ideales de justicia social y mejoramiento de la cultura nacional; versos que pretendían despertar de sus letargo al Paraguay para emprender una marcha nueva por luminosos caminos de redención y felicidad desterrando el bárbaro egoísmo anidado en las mentes tenebrosas y retrogradas de los vulgares y destetables usufructuarios de la política. Esos versos fueron escritos en 1936, con acendrado patrotismo impregnado de nobles sentimientos humanistas de paraguayidad sincera, y esperó largos cuatro años para la música adecuada le diera vida y esplendor.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA, 4 de febrero de 1991 (Asunción, Paraguay).


TETÂGUA SAPUKÁI

 

Pyjhare, ku ijapyra´ÿva
aretéma niko oiko
ñame retâmíme oñua
ha pytû guype oguereko.

Marôpa nipuku osêta
kuarahy amo ñu pahápe
ñande jopévo hatápe
ñane mombáymi haguâ.

Purahéi pyahu ndojejokovéi
yvyty jurúpe ipotypaite
opa rupi ñane mbohory
ñame mo´âguî
ja´évo ojupe peteî´ñe´ême
jaikopa haguá.

Tavy, tyre´ÿ, mboriahu,
ñembyahyi pepoguype
aretéme jaiko
ha akoi oñoirûndie
ñorairô reípe ñande ruguypa.

Ha´evémante jake
maymáva Paraguay
japaymi ha ñapu´â
ha upéi jasapukái
iñapysê ko´êti
pytâ, morotî, hovy
ñande poyvi joguaha
osêma la kuarahy
hesakâmba porâitéma
ñande rape pyahurâ.

Pehendúpe tatâgua:
ñapu´â jasapukái
opahápema pytû
!Viva el nuevo Paraguay!

 

Letra: Víctor Montórfano      Música: Félix Pérez Cardozo

 

Carlos Miguel Jiménez

El aciago destino del poeta (x)

por: Antonio Pecci

Un día lo ví parado en la vereda, en una calle caulquiera de esas enjazminadas, que él con pluma maestra había cantado. Parado es una manera de decir. Temblequeaba apoyado en su bastón, “hueso y piel doblando hacia la tierra”, como lo describe Roa a su Macario, sin coro de chicos que le grite, pero seguido de un perro callejero, vagando en el sopor de la siesta. Así lo he visto a Carlos Miguel Jiménez. “Es ese”, me decía un amigo músico. Imposible de creer. Pensé que se trataba de una equivocación. Alguien que había creado versos tan hermosos como los de “Alma vibrante” o “Angel de la sierra” no podia estar asi desharrapado, vestido con una ropa que hacía años había dejado de ser presentable, con el aspecto de un mendigo cuyas canas se respetan.

Era ese el creador de páginas memorables como “Flor de Pilar” o “Mi patria soñada”, el inspirador de Flores, Pérez Cardozo y Francisco Alvarenga, de un todo un movimiento en favor de la música paraguaya en pleno Buenos Aires.

Resultaba difícil acreditar que ese ser sumido en la marginalidad total, hubiera podido impulsar a figuras artísticas tan ponderables como los Hermanos Cáceres, Agustín Barboza, los Hermanos Larramendia y tantos otros a quienes ilustraba en largas clases, en su voluntario exilio bonaerense, sobre la historia y la identidad de la música nacional. Aquel a quien el maestro Flores confiaría el pedido de traducción de los versos de “Nde ratypykua”, de su colega y amigo Félix Fernández. El deseo de Flores era grabarlo en castellano para facilitar su difusión internacional, y quien si no el pulcro poeta pilarense era el más indicado para “llevar con la mayor fidelidad posible al castellano todo el contenido, el panorama, el paisaje y la dulzura de dicha obra poética”.

Y, sin embargo, no cabe duda, es él. Deambulando por las calles de Asunción, arrimándose a las oficinas de APA, donde con burocrática indiferencia le niegan el pago de sus derechos. Como a tantos autores.

Su vida ha sido pródiga en acontecimientos, su vejez no lo será tanto.

Desde muy joven ha pulsado la lira en su natal Pilar. Pronto se traslada a la capital, donde comparte la bohemia junto a otros jóvenes músicos. Luego será el anhelado viaje a la capital porteña, donde se reunirá con los grandes de la música que deleitan a la próspera burguesía argentina con los sones nativos. Allí palpará de cerca el nacimiento de todo un movimiento musical latinoamericano de raíz telúrica, encabezado, entre otros, por don Atahualpa Yupanqui.

Se afanará con pasión en la producción de nuevas páginas poéticas y participará en la producción de memorables discos, registrándose su voz en “Che lucero aguai´y”, donde explica el proceso de rescate de esta hermosa composición del siglo pasado, de la autoría del vate popular Juan Manuel Avalos, apodado “Cangué herrero”. (xx)

El fin de la Segunda Guerra Mundial, el ascenso de Perón al poder, los rápidos cambios políticos en el Paraguay, la muerte de Agustín Barrios, son hechos que se suceden con creciente velocidad. A la muerte del guitarrista sanjuanino escribe una página poco conocida “La guitarra de Barrios”, en que dice: “Ahora ya no pulsa su romántico dueño/que en el último puerto ancló con su bandera/allá por el lejano jardín salvadoreño”.

En los años 50 se instalará nuevamente en Asunción. Su salud declina, Su pluma también. El destino aciago que pesa sobre tantos artistas lo acompaña. Se lo ve solo, en bares y fondines de Barrio Obrero, donde habita en un pequeño rancho de adobe.

Olvidado de todos, muere en los años 70, ante la indiferencia de muchos de sus colegas y la inacción oficial.

Muere pobre, sin dejar bienes, mientras sus canciones recorren el mundo y nuevas generaciones los redescubren con singular devoción.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA, 7 de julio de 1990 (Asunción, Paraguay).

(xx) ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: En Real Audio, en nuestro Sitio (entrar desde la Página Principal), se puede escuchar esta canción en la interpretación del Dúo Larramendia-Cáceres.


…tampoco Mi patria soñada ha perdido actualidad…



MI PATRIA SOÑADA
(Guarania)

Fulgura en mis sueños, una patria nueva
Que augusta se eleva, de la Gloria al reino
Libre de ataduras, nativas o extrañas
Guardando en la entraña, su prenda futura.

Patria que no tenga hijos desgraciados
Ni amos insaciados que usurpan sus bienes

Pueblo soberano por su democracia
Huerto con fragancias de fueros humanos.

En un paraíso sin guerra entre hermanos
Rico en hombres sanos de alma y corazón
Con niños alegres y madres felices
Y un Dios que bendice su nueva ascensión.

Patria sin muralla para el pensamiento
Libre como el viento, sin miedo a metrallas
La Nación modelo que por su cultura
Se ponga a la altura de todos los cielos.

Donde alegres trinos de son libertarios
A los proletarios y a los campesinos
Patria donde haya voces de estudiantes
Promesas vibrantes de luz Paraguaya.

Sueño en una patria sin hambre ni penas
Ni odiosas cadenas que empañen su honor
Donde el bien impere sin sangre ni luto
Bajo su impoluto manto tricolor.
 
Letra: Carlos Miguel Jiménez
Música: Agustín Barboza

 

MusicaParaguaya.org
(Foto: Maximino Simón Onieva)

CENTENARIO DE UN ARTISTA
MUSICA PARAGUAYA

 

Guevarita, un hombre de América (x)

Este año se cumple un siglo del nacimiento del dibujante y diseñador periodístico Andrés Guevara. Casi desconocido en su país, en países como la Argentina y el Brasil se lo recuerda como un renovador del diseño gráfico en la prensa.
MUSICA PARAGUAYA

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"Se fue Guevara, pero está con nosotros y estará siempre en sus cuadros, en sus dibujos, en los diseños que diagramó, en los poemas que ilustró, en sus cartas y en el feliz recuerdo de las horas que sus amigos pasamos con él". Así le recordaba la artista Olga Blinder en la revista cor, cuando Andrés Guevara murió en 1963.

Pintor, caricaturista, ilustrador de libros y revistas, y diseñador de periódicos, se inició en la actividad artística siendo todavía un adolescente, hacia 1920. Poco después se trasladó a Buenos Aires donde se radicó y realizó su labor como caricaturista y diseñador, teniendo al cubismo como patrón de su producción.

En Buenos Aires trabajó en varios periódicos importantes, como Crónica y Clarín; en este último desde su fundación, y fue el responsable del diseño de su conocido logotipo.

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El artista

Según Josefina Plá, en un artículo publicado poco después de la muerte del pintor, "en las obras de Guevara se distinguen dos planos o niveles bien definidos y al parecer contradictorios, articulados, sin embargo, sobre un fondo común de sensibilidad y humanismo. El primero lo constituye su obra humorística, realizada principalmente en Brasil, sobre escenas de la tierra. El segundo nivel lo constituyen sus obras de un patético expresionismo construido contraria, pero paralelamente al primero, sobre aquello que en el individuo sella lo inmerecido del drama eterno: el contraste entre sueño y destino (...).
"Es desconcertante esta doble personalidad de Guevara, y al propio tiempo contribuye a comprender el desnivel ontológico disimulado tras el más inocente alarde caricatural".

Por su parte, Olga Blinder recuerda que "el humorismo que volcaba Guevara en sus caricaturas también estaba presente en sus cartas, y quienes le conocimos tenemos recuerdos muy precisos de dicha característica a la que Josefina Plá se refiere cuando comenta ese aspecto de su personalidad".

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Diseñador periodístico

En varios países sudamericanos, el nombre del paraguayo Andrés Guevara es recordado con respeto. Osorio Borba, un periodista que escribía para una cadena de diarios del Brasil, decía en diciembre de 1943, que Andrés Guevara "llegó a marcar una época en la prensa de Río de Janeiro" porque completó su modernización con las novedades que introdujo en la compaginación y la presentación de los diarios en los que trabajó.

Cuando en 1945, el diario Clarín de Buenos Aires apareció por primera vez, presentaba a sus colaboradores. El primero entre los "cuatro malabaristas del trazo" era Andrés Guevara, sobre quien se refería de la siguiente manera: "Es un teorema artístico en acción. El número, la línea, la escuadra y el compás puestos al servicio del arte en un equilibrio armonioso que cobra alto relieve en nuestras páginas". Guevara, decía Clarín, daba a su diseño un estilo indefinible que no sabían en qué residía, pero que ese estilo se debía a Guevara, que "no necesita firmar una página para que se sepa que su escuadra y su lápiz y, sobre todo, su imaginación, han trazado el plano cuidadosamente dentro del cual se encerrarán las notas y las ilustraciones. Porque Guevara es algo más que un nombre; es una nueva manera de presentar las cosas y una nueva forma dentro de cuyo molde se cuecen las ideas y las informaciones".

Era asombroso lo que este hombre hacía con la diagramación. Conocía, seguramente, todos los secretos del oficio porque era, al mismo tiempo, artista y artesano, en el más amplio sentido de ambas palabras.

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Economista de guerra

Durante la Segunda Guerra Mundial, le cupo a Andrés Guevara dictar las pautas para un óptimo aprovechamiento de los escasos recursos materiales que afectó especialmente a las artes gráficas, actividad en la que se utilizaba grandes cantidades de plomo, material requerido en enormes proporciones en los frentes de batalla.

"El paraguayo Guevara -recuerda el argentino Guillermo Ares, quien lo conoció y fue su discípulo- le puso límites al consumo indiscriminado de plomo. Con él aprendimos a trabajar medido".

"Contaban que la fórmula para economizar insumos se le ocurrió a Guevara mirando en los talleres de Crítica, las ?galeras?, una bandeja de acero rectangular, especie de pala, con dos lados abiertos y otros dos con una pestaña, como de dos centímetros, en las que se apoyaban las columnas de plomo procesado y convertido en líneas de composición. Dicen que Guevara -comenta Ares- al ver aquellas galeras depositadas en los amplios anaqueles, pensó que aquello representaba toneladas de plomo inútil y desperdiciado; y los textos compuestos en el, totalmente desactualizados e inservibles".

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"Todo aquel plomo esperando la oportunidad de ser fundido; eran horas de trabajo de linotipistas y tipógrafos que se habían consumido en tipear extensos artículos, cuyo destino de espera era desesperante.

"Midiendo los textos al escribirlos se empleaba menos tiempo en escribir, componer y se ahorraba material.

"Supimos que en los talleres de algunos otros periódicos sudamericanos se habían introducido normas de economía, pero ellas no influían demasiado en la presentación habitual de las publicaciones. Algunos habían limitado el número de grabados, menos dibujos y menos fotos, grandes blancos desechados rápidamente porque había que aprovechar cada resquicio de papel", recuerda el finado Guillermo Ares en sus memorias.

Andrés Guevara impuso en la prensa argentina de los años de la guerra mundial, su diagramación económica, o "de guerra", que consistía en un diseño rigurosamente calculado para ahorrar plomo, pues escaseaba, "no se conseguía zinc, no había cobre ni antimonio, faltaban ácidos y drogas para los fotógrafos y los fotograbadores..."
Guevara había ingresado al entonces prestigioso diario Crítica de Buenos Aires hacia mediados de los años '20. Allí "hizo maravillas como dibujante, caricaturista, periodista y creativo.
Posteriormente fue contratado por grandes diarios y semanarios de Brasil, Chile y otros países. "Con su proverbial humildad -recuerda Ares-, dio origen a una escuela periodística que se mantiene hasta nuestros días y, que por esas variabilidades de la vida, se ha incorporado a la informática, con un asombroso y peligroso parecido a la realidad del plomo de otros días".

"Los diarios tamaño sábana y estándar tenían ocho columnas; los tabloides, cinco. Guevara fue, posiblemente, el primero en imponer nueve columnas para los diarios grandes y seis para los tabloides; con ello se ganaba en plomo de composición y en zinc para la clichería y, por extensión, en todo lo demás, lo que comportaba una real economía".

Pero, aparte de todo eso, Andrés Guevara, con su creatividad e imaginación, además de sus ilustraciones era un experto en la creación de seudónimos. Uno de sus "seudonomizados", fue Luis Alfredo Sciutto, quien con el "nombre" de Diego Lucero se destacó como el único periodista que cubrió todos los mundiales de fútbol organizados por la FIFA desde Uruguay 1930 hasta Estados Unidos '94, un año antes de su fallecimiento, a los 93 años, el 3 de junio de 1995.

Además de su conocida actividad periodística, como artista, la obra de Guevara, según el crítico Ticio Escobar, "se inscribe dentro de las corrientes latinoamericanas contemporáneas e implica una decidida actitud de ruptura", aunque difícilmente relacionadas con el movimiento plástico paraguayo, por haber desarrollado su actividad en otros países, donde desplegó una intensa actividad profesional.

"Guevara es hombre de América, sostenía Clarín en una de sus primeras ediciones: "paraguayo de nacimiento, argentino por naturaleza, carioca por vocación, encierra en sus líneas, como en sus mapas, el continente entero". Y agregaba: "Ha hecho más por la modernización gráfica del periodismo que todos los tratados de estética".

Luis Verón
surucua@abc.com.py

   

(x) Del diario ABC COLOR (Revista), 8 de Agosto de 2004 (Asunción, Paraguay)

EL DICTADOR FRANCIA EN EL EJERCICIO DE UN PODER DEFENSOR DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY

 

Alfredo Viola reivindica la figura del Supremo (x)

El historiador Alfredo Viola, a través de una documentación bibliográfica densa, pasa minucioso examen al papel que le tocó vivir al prócer de la independencia del Paraguay, Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, durante su dictadura.

El historiador Alfredo Viola, a través de una documentación bibliográfica densa, pasa minucioso examen al papel que le tocó vivir al prócer de la independencia del Paraguay, Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, durante su dictadura.

Lo llama defensor de la independencia
del Paraguay, en la tapa del libro, de modo que el lector ya sabe a qué mar irá a parar el río cuando lea las páginas del volumen.

Viola señala que la corona española, y Artigas, hacen presión sobre la patria, infiriéndose en sus asuntos internos para convertirla nuevamente en tierra de dominio español, o en provincia de Buenos Aires. Tres corrientes definidas existían en ese momento en el Paraguay: la nacionalista, defendida por el triunvirato, y con mayor énfasis por el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, la españolista y la porteñista. Francia se convirtió en la cabeza lúcida del triunvirato. Pretendía la confederación de los pueblos, pero sobre la base de la libertad de gobernarse.

Como los sucesos políticos tienen sus claroscuros, no faltaron algunas fricciones entre los militares y Francia, que se hace a un lado de la Junta Superior Gubernativa. Sin embargo, la ausencia del jefe civil, pronto se nota, de modo que Yegros, Caballero y de la Mora, le piden que retorne a la Junta. ¿No es éste un triunfo del sentido patriótico, y la inteligencia del pensamiento, que deja tan bien parado al Dr. Francia, a quienes muchos quieren tildar de hombre ávido de poder?

Tampoco el Cabildo de Asunción dejó de pedirle que se reincorporara al seno de la Junta. Francia se reintegra al gobierno.

La segunda renuncia

Otra vez se producen fricciones, y otra vez los miembros de la Junta Superior Gubernativa y los oficiales más prominentes acordaron que era necesaria la vuelta del Dr. Gaspar José Rodríguez de Francia al seno de la Junta. La verdad clara, según mi parecer, es que solamente él sabía la manera de gobernar a un pueblo que se abría recientemente a la libertad en un terreno político lleno de peligros para su integridad.

Los negocios, en su ausencia, no funcionaban con la eficiencia y el dinamismo que Francia supo imponer en las gestiones relativas a la economía, y sobre todo, a las graves conspiraciones de españolistas y porteñistas.

Francia se reincorpora a la Junta el 16 de noviembre de 1812. A partir de esa fecha, corren otras fechas importantes que registra la historia, como la asunción del Dr. Francia al cargo de Dictador Supremo de la República. Es preciso recordar, y lo hace así Alfredo Viola, que por aquella época, en vista de que no se había podido convertir en una provincia de Buenos Aires a nuestro país, se sometió a un fuerte impuesto a los dos productos de mayor cantidad y valor del comercio de exportación del Paraguay: la yerba mate y el tabaco. Se inicia de esa forma una guerra económica contra nuestro país a la que el Dr. Francia responde con inteligencia y celo patriótico.

Dictadura perpetua


En el congreso que se reunió de acuerdo a lo que se había prescrito en el de 1814, se creó la dictadura perpetua. Debe resaltarse que la reservación de los cargos públicos y religiosos a los ciudadanos paraguayos es una medida inteligente del Dictador Francia, quien continúa de esta forma su política de defensa de la independencia nacional.

Ante el peligro que representaban las tropas reaccionarias venidas de España, escribe: “He de preparar mi sepultura a la defensa entre los escolios de mis propias cenizas pues más antes morir que vernos en cadenas y nueva esclavitud por nuestros rivales“.

Señala Alfredo Viola que Juan R. Rengger escribió, imbuido de su mentalidad colonialista, que la administración del Dr. Francia creó un estado militar respetable para sus vecinos, saneando la hacienda pública. Agrega que se comete un error al pensar que el gobernante del Paraguay, por un capricho aislaba al país. No faltaron las conspiraciones para derrocar a Francia, pero éste, durante el tiempo de su dictadura, afirmó, gracias a su patriotismo y a su férrea capacidad laboral, un estado independiente. Esa fue su mayor gloria.
La libre navegación de los ríos Paraná por los buques paraguayos fue una de sus ambiciones, pues de esta manera demostraría a sus súbditos la independencia en que se hallaba respecto de sus vecinos, y en particular de los porteños. El egoísmo de Buenos Aires demoraría estas sanas pretensiones hasta la caída


Delfina Acosta


(X) ABC COLOR, 11 de abril de 2004 (Asunción, Paraguay)

 

 


MEMORIA VIVA

UN LUGAR DONDE SE TOCA EL CIELO CON LAS MANOS

Bajo el reino de las estrellas

Los hermanos Generoso y Luciano Larramendia, a bordo de un cañonero
paraguayo, se extasiaron con las noches estrelladas y pensaron en una
obra inspirada en esa maravilla.
Mario Rubén Álvarez 
Poeta
alva@uhora.com.py

Los Hermanos Larramendia, oriundos de Isla Sakã —Yegros, Departamento de Caazapá—, admiraban profundamente al poeta pilarense Carlos Miguel Jiménez. Desde el primer instante en que lo conocieron en Resistencia, en 1937, amaron profundamente el arte de la palabra que profesaba.

No fue por eso extraño ni raro que Generoso —Chirole— y Luciano —Chulo— Larramendia, en una espléndida noche estrellada, recordaran al amigo admirado que los acompañó hasta Buenos Aires. Ambos estaban a bordo de un cañonero en el río Paraguay cumpliendo su servicio militar. Habían venido expresamente de la capital argentina para cumplir con lo que consideraban imprescindible en sus vidas.

“Lo que nosotros queríamos, como hacían muchos otros músicos, era llevarle de nuestro país motivos a Carlos Miguel para que él escribiera los versos. Por eso anotábamos lo que nos parecía oportuno. Una calurosa noche de verano, durmiendo en la cubierta del barco, Chulo me dijo: 'Emañamína pe yvágare. Añetete pe Carlos Miguel Jiménez he'ímiva ñandéve (Fijate en el cielo. Es cierto lo que Carlos Miguel Jiménez nos solía decir): Paraguay tiene el privilegio de ser el corazón de América y está debajo del reino de las estrellas'. Yo grabé eso en mi mente para contarle algún día al poeta para que escribiera algo al respecto”, recuerda Chirole Larramendia.

En 1943 los hermanos acompañan al entonces presidente de la República Higinio Morínigo hacia el norte. El general no quería viajar en avión, ya que tenía en cuenta lo que le había pasado a su predecesor (el general
José Félix Estigarribia había muerto en un accidente de aviación en 1940). “Yo era señalero y timonel de la cañonera. Nos dirigíamos a Corumbá, un puerto brasileño sobre el río Paraguay. Antes de llegar estábamos por alcanzar el cerro Pan de Azúcar de ese lugar. El cauce pasa por el medio de esa elevación. En un momento dado, Chulo me grita: 'Pya'éke eju. Ápe hína ku Carlos Miguel Jiménez he'iva'ekue. Ápe la bajo el reino de las estrellas hína (Veni pronto. Esto es lo que nombraba Carlos Miguel Jiménez. Aquí estamos bajo el reino de las estrellas)'. Era impresionante lo que veíamos. Las estrellas, al pasar entre los dos extremos del cerro, estaban casi al alcance de nuestras manos. Daba la impresión de que si alzábamos las manos íbamos a arrancar un lucero como si fuera un pétalo. 'Vamos a anotar esto para llevarle a Carlitos', le dije a mi hermano, impresionado por lo que estábamos viviendo en aquel momento”, rememora Generoso.

Retornaron luego a la Capital y algún tiempo después concluían su conscripción militar. Si bien pensaban regresar a Buenos Aires inmediatamente junto a Agustín —Rubito—, ello no fue posible, ya que tenían contrato por un año para actuar en Asunción.

Por aquella época se encontraron con Carlos Miguel en Asunción. Ya había vuelto. “No hubo, sin embargo, ocasión para que nosotros le diéramos la idea que habíamos recogido andando por el río. Después Agustín vino a llevarnos y la agenda de anotaciones se fue con nosotros. En 1956-57 escribí la letra de Bajo el reino de las estrellas y le puse música. En 1959, cuando inauguramos un sello discográfico propio —Amambay—, grabamos esa composición. Aclaro que yo fabrico, labro y plancho los versos. No soy poeta, pero algo me salió para ponerle una melodía”, concluye Generoso Larramendia.

Bajo el reino de las estrellas
Recitado

Bajo el reino de las estrellas
está el Paraguay.
Paraguay, tu nombre es poesía
Paraguay: al nombrarte
surge ya una melodía.

Paraguay, Paraguay:
tú acunaste mis sueños
dorados ensueños de ilusión,
hoy te brindo yo a ti mis canciones
que son vibraciones del corazón.

Desde lejos te canto mis versos
que en alas del viento a ti llegarán
y al cruzar por tus campos y selvas,
con las madreselvas se aromarán.

Paraguay: sobre tus limpios ríos
que es el sueño mío su navegar
ha fijado por lucir en ello
su reina dorada, el reino estelar.

En tus noches plateados de lunas
de las primaveras el esplendor
las estrellas bajando del cielo
te brindan en verdes copas en flor.

Letra y música:
Generoso Larramendia.


(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 7-8 de agosto de 2004 (Asunción, Paraguay)

 

 

 

Las primeras ediciones de partituras (x)

En 1959 se edita la primera partitura de la que tenemos noticia, y cuya única copia conocida tengo la suerte de poseer. Es la Gran Polka Militar “10 de noviembre” de Dalmiro Costa, dedicada al entonces Brigadier Francisco Solano López. De igual manera en el año 1874 llega al Paraguay, contratado por el gobierno de Juan B. Gill, Luis Cavedagni, barítono, compositor y director de bandas, de origen italiano, para reorganizar las actividades musicales en Asunción. Cavedagni trabajó con anterioridad en

Buenos Aires y Montevideo. Autor de numerosas marchas, himnos y canciones.

Fue responsable de la más antigua colección de música impresa en la historia del país. Su “Album de los Toques más Populares del Paraguay” editado por A. Demarchi y Cía. en Buenos Aires en 1887. El Album incluye las primeras formas de música y danza del Paraguay, algunas de las cuales han desparecido de la tradición popular. Las piezas que contiene son: Canción Nacional (Himno Nacional), Palomita, Paloma, Raído tereré (danza paraguaya), Cerro León, El triste (tango), El ciego, Londón Carapé (danza), Too (danza), Galopa paraguaya (que se toca en ocasión de una feliz noticia o por expansión de júbilo popular), Montonera, Cielo de Santa Fe, Galopa de arpa, Colorado, Mamá Kumandá y Taitá mandió.


De este Album se editaron 100 ejemplares (1a. Edición) que fueron entregados al Presidente Gill, una segunda edición de 500 ejemplares en 1875 y 2.000 ejemplares en 1877. El Album fue presentado en la Exposición Universal de París en 1889. Las transcripciones realizadas por Cavedagni, adolecen de numerosos errores técnicos, especialmente en lo referente a la escritura de los ritmos populares, recibiendo fuertes críticas en su tiempo.

A estas primeras ediciones siguieron las colecciones de Artistóbulo (Nonón) Domínguez entre 1918 y 1928, editadas por la firma Viladesau.

Otro aporte valioso, aunque desconocido hasta ahora es el de Angel Menchaca (teórico, crítico musical y libretista), su aporte musical, sin embargo recibió reconocimiento en la Argentina, donde fue protagonista de la vida musical. Menchaca nació en Asunción en 1855. Siendo joven se estableció en Buenos Aires donde ocupó importantes cargos en la administración pública. Fue secretario privado del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento, estenógrafo del Senado Argentino y colaborador de La Gaceta Musical de Buenos Aires hacia 1886.
En 1889 se incorporó como jefe de la sección de música y teatro del periódico El Sud Americano. Es autor del texto del Sainete Criollo género teatral derivado de la zarzuela española Una noche en Loreto con música de Francisco Hargreaves (1849-1900) estrenado en el Teatro Onrubia de Buenos Aires en 1890, y de Los estudiantes de Bolonia (1891).
Su mayor aporte teórico lo publicó en 1904 en La Plata su libro Nuevo Sistema Teórico Práctico de la Música, incluía un sistema de enseñanza con teclados. El método fue adoptado durante varios años, en escuelas y colegios de la Provincia de Buenos Aires y la Cámara de Diputados le concedió ese año la suma de 5.000 pesos argentinos para la difusión de su “Sistema Musical Menchaca” en Europa. Expuso su trabajo en la Sorbona de París, donde la Casa Pleyel lo publicó en 1914. El Sistema contemplaba una nueva forma de escribir la música sin el uso del pentagrama. Falleció en Buenos Aires en 1924.

En cuanto a producción bibliográfica, el primer musicólogo que ha estudiado, en sus principales aspectos, la música en el Paraguay fue Juan Max Boettner abarcando las culturas indígenas y estableciendo los primeros parámetros para la comprensión del proceso musical de nuestro país.
Las publicaciones sobre temas relacionados con nuestra música son escasas, una de las características terribles del gremio constituye la falta de intelectuales.
El aporte bibliográfico no alcanza 50 volúmenes en 200 años. Por fortuna, en estos últimos años se han incrementado las biografías y autobiografías de compositores e intérpretes como: Herminio Giménez, José Asunción Flores, Agustín Barrios, Mauricio Cardozo Ocampo (con varios libros fundamentales), Demetrio Ortiz, Agustín Barboza, Emiliano R. Fernández, Luis Alberto del Paraná, Alberto de Luque, Carlos Federico Reyes, Pura Agüero Vera, Sofía Mendoza y otros.

(x) Del diario ABC COLOR (Suplemento Cultural), 27 de junio de 2004 (Asunción,Paraguay).

 

 

 

DOS INSTITUCIONES QUE DEJARON HUELLA EN LA VIDA INTELECTUAL DEL PAIS


El padre Alonso y las Academias Literaria y Universitaria (x)


El padre César Alonso de las Heras desempeñó un papel protagónico no sólo en acrecentar la personalidad del colegio San José, en el que alternó sus actividades como profesor y director, sino también dentro de la misma cultura paraguaya. A ella aportó no solamente su obra literaria (libros de poemas y obras teatrales) sino de manera muy especial a través de la Academia Literaria
del colegio San José y la Academia Universitaria.

Clorindo Mallorquín

 

Numerosos nombres que hoy figuran en las letras y en otras actividades resaltantes del país, en algún momento pasaron por una de esas dos nucleaciones que contaron con la orientación firme y serena del padre Alonso. Entre ellos se puede recordar a José Luis Appleyard, Ramiro Domínguez, José María Gómez Sanjurjo, Rubén Bareiro Saguier, Carlos Villagra Marsal, Manfredo Ramírez Ruso, Ricardo Mazó, y varios otros.

Los primeros años
En una entrevista mantenida con el padre César Alonso de las Heras, en la que recordó su llegada a Paraguay en 1940, hizo referencia, en un momento de la conversación, a la creación de esas dos academias cuyo alcance e importancia no se podía prever, aún, en aquellos primeros años.

- La creación de la Academia Literaria del colegio San José tuvo un peso significativo dentro de la literatura paraguaya. ¿Cómo fueron sus inicios?
- Al año de estar aquí el padre Oxibar, quien fue un gran sabio y por el que yo sentía un gran respeto, me dijo: “Padre Alonso, usted se va a ocupar de la Academia”. “¿Y eso qué es?”, y él me respondió: “Usted ya verá”. Lo curioso es que la estructura que comencé a traer a la academia, era la que ya usaban en nuestro colegio San José de Buenos Aires. No la fundé yo. Yo la recogí, que estaba semimuerta o semiviva. Después de la guerra del Chaco había quedado sin funcionar dos o tres años.
Eso fue en el año 41 y teníamos dos sesiones por semana.
El padre Oxibar que la había tenido antes que yo, leía un texto y después se les iba descubriendo las bellezas del mismo. Yo le di la estructura que luego fue teniendo en los otros colegios que se inspiraron en ella. Allí estaban los primeros miembros como Appleyard, Mazó, Velázquez... Bueno.
Y funcionó bien.

La Academia Universitaria
- Años después usted creó la Academia Universitaria. ¿Cómo fue?
- Cuando los muchachos de este primer grupo que van terminando el bachillerato -este fue el primer grupo que tuvo que hacer el sexto curso- veníamos diciendo y qué hacemos ahora. Y yo creo que hay que hacer algo. Y en el año 46 se creó, con intervención mía, pero más con intervención de ellos, el Círculo Literario, que funcionó casi un año en diferentes casas: en la casa de Ibarra, en la de Niella y luego comenzamos a invitar a otras personas, chicos y chicas. Después, ya en el 47 fue cuando tuvimos la idea de la Academia Universitaria que se llamaba así porque eran estudiantes universitarios y no por ningún otro motivo. Fue allí que se invitó a estudiantes de otros colegios.

- ¿Recuerda algunos nombres?
- Estaban Kiko Díaz Pérez, Carlitos Villagra Marsal, Rubén Bareiro Saguier, Noni (Manfredo) Ramírez Russo... Fue un grupo verdaderamente trascendental. Al poco tiempo comenzó la guerra civil. Si mal no recuerdo, en todo ese tiempo no dejamos una sola semana de tener sesiones.

- ¿Cómo eran las reuniones?
- Al comienzo las reuniones eran los domingos por la mañana. Luego los viernes a la noche, a las 9, en teoría, pero comenzaba a las 9.30 o diez y nos quedábamos hasta las dos o tres de la mañana con un trabajo realmente excepcional. Propuse estudiar primero, detenidamente, la literatura griega y latina.
Ellos mismos daban como conferencias y hablaban sobre el particular. De vez en cuando teníamos alguna visita. Roa Bastos estuvo alguna vez. Josefina Plá estuvo allí. Illía, el hermano del que fue presidente de la Argentina, estuvo también.

“Esto era como un club, pero que daba una gran satisfacción. Les solía decir: ‘Miren muchachos, el día de mañana yo voy a ser alumno de ustedes’. Lo decía con honradez y lo que yo creía que era la verdad porque, en definitiva, pasado el tiempo yo podía hablar con (José Luis) Appleyard, con José María (Gómez Sanjurjo), con (Ricardo) Mazó, con Ramiro Domínguez y me instruían también. Era el verdadero parlamento en Paraguay de ese momento”.

“Estaban allí de todos los partidos: había liberales y colorados fanáticos y el grupo que era de más de Acción Católica que luego desembocará, contra mi voluntad
-cuando eso ya estaba en España- en el partido de la Democracia Cristiana. El Paraguay ya tiene una división: los partidos liberal y colorado. Bien equilibrado eso puede ser el balance necesario que supone toda buena política”.

- ¿Cómo era el ambiente en la Academia?
- Que nos lleváramos bien no quiere decir que no tuviéramos discusiones tremendas. Una vez me tiraron una silla. Yo también tengo mis ideas y sé defenderlas. En aquel entonces nos reuníamos en esa casa de aquí enfrente (Paí Pérez esquina José Berges) donde ahora hay un Laverap.
Fue la primera casa que compraron los ex alumnos. Allí, un día, Enrique Riera salió muy enojado. Dio un portazo y dijo: “Me voy, pero nos volveremos a ver”. Y algunos, durante la revolución del 47 venían con el pistolón a la cintura.


Segundas partes...
- Pero usted volvió a España.
- Me tocó volver a España cuando terminé de ser director del colegio. Pero antes organizamos los festejos de los cincuenta años, en 1954. A mediados de 1967 regreso a Paraguay y se dice a veces que segundas partes nunca fueron buenas. Pues bien, a mi regreso, no me aceptaban ya en la Academia.
Era una época de mucha rebeldía juvenil. Yo me quedé tranquilo, asistí a las sesiones y paulatinamente fui recuperando la confianza. Más tarde volví a ser director del colegio y problemas que debí enfrentar en ese momento me costaron un riñón. De todos modos, a pesar de mi salud deteriorada, seguía diciendo algunas palabras al principio de la mañana. Después lo dejé.

- ¿Y qué hace actualmente?
- De tanto en tanto voy a la academia, pero no siempre, pero es que tengo ya muchos años. Nací en el trece y voy a cumplir noventa y un años. Gracias a Dios creo que los llevo bien.

(x) Del diario ABC COLOR (Suplemento Cultural), 4 de julio de 2004 (Asunción, Paraguay)

 

 

 

FAREMI

La cultura paraguaya se expresa en guaraní (x)

por: Natalia Krivoshein de Canese

El que existe una cultura paraguaya es un hecho reconocido por todos. Somos diferentes de nuestros vecinos argentinos, bolivianos y –ni qué decir- brasileños. Nuestra forma de comportarnos y relacionarnos; nuestra historia, escala de valores, música, artesanía, comidas, etc., nos dan una fisonomía muy particular como nación.

La cultura paraguaya es muy uniforme; aunque hay algunas particularidades regionales, ellas no son importantes. Tenemos una notable uniformidad étnica y cultural. Hay, sí, alguna diferencia entre la cultura rural y la urbana –cosa que ocurre con todas las culturas-, en la lengua y las costumbres; pero esa diferencia va disminuyendo con el progreso de los medios de comunicación. Casi todos hablamos en guaraní, pero solo poco más de la mitad de la población somos los que sabemos hablar en castellano. Esta proporción de hablantes de ambas lenguas, aunque no se crea, casi no varió en los últimos 20 años (xx).

Nuestra cultura, que aparentemente se expresa en dos lenguas, es una mezcla de la cultura autóctona y de la hispánica. Esta mezcla, que se produjo a través de los cuatro siglos de nuestra existencia como nación, no es una mezcla con igualdad de aportes. De la cultura guaraní se conservaron muy pocas cosas, aparte de la lengua. Se perdieron su religión, su organización política, económica y social. La cultura paraguaya es principalmente una cultura europea, atrasada en su evolución con respecto a la metrópolis. Conserva de la cultura guaraní principalmente la lengua y algunos valores como el desprecio al peligro y la muerte, la solidaridad con el prójimo, la costumbre de trabajar en cooperación. Se conservan las comidas en base a productos agrícolas precolombinos, utensillos como los recipientes de calabazas, la infusion de la yerba mate, etc.

Esta pérdida de la cultura guaraní se debe a la conquista y al sometimiento que impusieron los españoles a los aborigenes y a que fueron las mujeres guaraníes –tomadas como esposas o concubinas por los conquistadores- las que transmitieron algo de su cultura. La cultura guaraní es una cultura patriarcal: la religion, la política y la economía son áreas de la vida que corresponden a los varones de la tribu.

La cultura paraguaya, entonces, no es una cultura indígena, es una cultura europea con algunos elementos de la guaraní. La notable es que esa cultura se expresa en lengua guaraní, probablemente porque ésa es la parte de ella que pudieron transmitir las mujeres guaraníes a sus hijos mestizos.

Se suele suponer que casi siempre a cada cultura corresponde una lengua y a cada lengua una cultura. No podemos decir, sin embargo, que haya dos culturas paraguayas; una cultura que corresponda a los hablantes de guaraní y otra a los hablantes del castellano. Eso es así, probablemente, porque casi todos hablamos en guaraní y la proporción de bilingües es más que la mitad de toda la población. Nuestro caso es diferente al de los países andinos, donde los hablantes del quechua o aimará pertenecen a una cultura indígena y –cuando aprenden el español- se incorporan a la cultura europea y tratan de olvidar su lengua vernácula. El pueblo paraguayo se enorgullece de poseer la lengua guaraní y –aunque ansía poseer el castellano para tener acceso aun mejor estatus económico y social- conserva su lengua vernácula y no se avergüenza de hablar en ella.

La sabiduría popular, esencia de la filosofía de la vida de la gente sencilla, se expresa generalmente por medio de dichos, refranes y proverbios. Así vemos en Cervantes que Sancho Panza –que no sabía leer ni escribir- cuando hablaba empleaba tantos dichos y refranes que Don Quijote tenía que reconvenirlo porque lo hacía a tiempo y a destiempo. Nuestra gente cuando habla en castellano casi no emplea dichos ni refranes. Los emplea, sí, cuando habla en guaraní. Son los famosos “ñe´ënga” que se conocen  por miles y que se dicen en guaraní con mezcla de vocablos españoles. Eso quiere decir que la sabiduría popular y la filosofía de vida –fundamento de toda cultura- del pueblo paraguayo –que son los “ñe´engä”- se expresan en guaraní.

Como los paraguayos son analfabetos en la lengua en que se expresa su cultura –en escuelas se enseña a leer y escribir solamente en castellano-, no existe una importante literatura paraguaya. Ella podría surgir el día que nuestro pueblo aprenda a leer y escribir en la lengua en que se expresa su cultura. Cuando los paraguayos hablamos en castellano lo hacemos como se habla en una lengua extranjera que se usa por necesidad. Los sentimientos y pensamientos que fueron formulados en guaraní se traducen al castellano con ese propósito.

Para conocer a fondo una cultura hay que conocer la lengua en que esa cultura se expresa. Por ejemplo, si no sabemos hablar en alemán, podemos tener una idea de la cultura alemana, de las costumbres y la forma de ser del pueblo alemán. Pero para conocer a fondo su cultura hace falta aprender la lengua en que ella se expresa, la lengua alemana. Lo mismo pasa con la cultura paraguaya: no se la puede conocer en toda su riqueza y complejidad si no se habla en guaraní.

De allí la necesidad de que todos los niños paraguayos aprendan el guaraní en forma oral y escrita para que puedan tener acceso a la cultura de su patria y, a su vez, puedan aportar algo a su evolución y perfeccionamiento. Sólo así podrán sentirse verdaderamente paraguayos.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 16 de julio de 1990 (Asunción, Paraguay)

(xx) Krivoshein, Natalia: “Evolución del bilingüismo paraguayos”, en: Ñemity 18. Enero-junio de 1989