31.Parte

“Luce paraguaya tu donaire
regalando la frescura de tu risa
danza con el arpa y la guitarra
tradiciones de tu tierra guaraní”
(x)

(x) De la canción “Paraguaya rohayhú” deCirilo R. Zayas (l) y Chinita de Nicola (m).

DEL PARAGUAY PROFUNDO

Lenguas. El náhuatl, el quechua, el aymará y el guaraní como lenguas generales

Precursores en el estudio de los idiomas amerindios (x)

Los primeros estudios serios sobre los idiomas pertenecen a los religiosos, quienes publicaron para uso de unos pocos cientos de misioneros

por: Luciano Pablo Grasso
(Historiador)

Primero indicaré cómo ocurrió que, en la evangelización de los indígenas, se utilizaron los principales idiomas amerindios y no el castellano. Luego apreciaremos la tarea de algunos religiosos, precursores en el conocimiento de esas lenguas, y que sentaron las bases para los actuales estudios de aquelllas

ANTECEDENTES. ¿En qué idioma habría de realizarse la tarea de los religiosos y, en general, el contacto con los indígenas? Se debía optar por dos soluciones posibles:  los aborígenes  aprendían el castellano como lengua exclusiva o los misioneros estudiaban las lenguas amerindias.

Al principio la Corte española quiso imponer la primera solución. Así lo expresa cierta ordenanza de 1516, y hacia 1550 aparece en un capítulo de las Leyes de Indias, donde se insiste en la necesidad de enseñarles el castellano debido a la existencia de muchas lenguas aborígenes. Y en 1575 el virrey Toledo procuró que los nativos aprendan el español para poder enseñarles la doctrina cristiana. Pero los misioneros, en su mayoría, se opusieron a aquella hispanización lengüística del indio, y llevaron adelante el adoctrinamiento de los mismos en sus propios idiomas.

¿Cómo resolvieron los religosos el problema enseñanza de tantos idiomas como eran los amerindios ? Durante los primeros tiempos se vieron obligados a aprender un número elevado de aquéllos. Aunque luego consiguieron resolver la cuestión: incorporaron las denominadas ”lenguas generales”. De esa manera aquellas lenguas penetraron con los religiosos en regiones donde antes no existían.

Finalmente la Corte cedió: prohibió ordenar sacerdotes que ignoraban los idiomas indoamericanos. Dicha prohibición se aplicó al quechua desde 1578. Y ya en 1580 está vigente en Tucumán para explicar el catecismo en aquella lengua. Lo mismo ocurrió con el náhuatl, en México, hacia la misma época, mientras que, en relación al guaraní del Paraguay , entró en vigencia a partir de 1603.

LOS PRECURSORES. Los primeros estudios serios sobre los idiomas amerindios pertenecen a los religiosos. Y resulta sorprendente la cantidad de trabajos lingüísticos que se publicaron para uso, casi exclusivo, de unos pocos cientos de misioneros.

Mencionaré a los precursores en los estudios de las ”lenguas generales”: el náhuatl, el quechua, el aymará y el guaraní.

Unos de los primeros diccionarios bilingües, que pueden considerarse también más completos, fue publicado por el franciscano Fray Alonso de Molina. El mismo se titulaba ”Vocabulario en lengua castellana y mexicana” (español-náhuatl) y apareció, en México hacia 1571. Diccionario que, pese a los siglos transcurridos, como afirma Jacques Lafaye (1984), ”es todavía hoy día obra de referencia obligada para los historiadores que quieran interpretar manuscritos en náhuatl clásico”.

Para el quechua los primeros trabajos pertenecen, con seguridad, a Domingo de Santo Tomás, quien hizo conocer, en 1560, su ”Gramática o arte de la lengua general de los indios de los Reynos del Perú” y el ”Lexicón o Vocabulario de la lengua general del Perú”. De su actualidad para el estudio del quechua nos da una idea el hecho de que los mismos fueron editados, en 1951 (edición facsimilar), por le Universidad de San Marcos, Lima (Alfredo Torero, 1983).

El jesuita italiano Ludovico Bertonio, hacia 1603, publicó en Roma ”Arte breve de la lengua aymará” y ”Arte y gramática muy copiosa de la lengua aymará”. Bertonio, que vivió durante treinta años junto al lago Titicaca, en Juli, nos legó en total siete obras en aymará o sobre esa lengua. De su obra nos dice Xavier Albo (1984): ”Muy particularmente su vocabulario, sigue siendo hasta hoy una de las principales pistas de conocimiento de la cultura aymará original”.

La obra más extensa de todas y la que aparece más tarde, pertenece al padre Antonio Ruiz de Montoya: ”Tesoro de la lengua guaraní”, publicada en Madrid hacia 1639, texto notable por su aporte al guaraní jesuítico. Le siguió su ”Arte y vocabulario de la lengua guaraní”, 1640, impreso también en España.

¿Qué importancia tiene la obra de Montoya para el guaraní actual? Félix de Guarania, en Correo Semanal del 10/11 de marzo de 2001, se queja por la proliferación de neologismos en el guaraní paraguayo. Debido a esa situación, aconseja que, además de investigar la lengua viva, también habría que hacerlo, al mismo tiempo, en los documentos antiguos: Montoya, Yapuguay y otros, todavía ”insuficientemente conocidos y estudiados”. De esa manera podría volverse a las fuentes, evitando la intromisión de ”elementos espurios” para expresar palabras actuales que no existían en el guaraní.

Bartomeu Meliá (1992) asegura que la política lingüística seguida por los Habsburgo ”habría sigo generalmente de respeto a las lenguas nativas”. Pero, en contrario, Carlos III, el liberal e ilustrado, deseaba que se llegara a utilizar, de una vez por todas, el castellano como idioma obligatorio, decretando la extinción de las diversas lenguas en uso. Ahora, añade, los ilustrados harán tabla rasa ”de una historia lingüística y de una literatura en lenguas indígenas que se podría considerar una de las mayores glorias de la política española en América”. Por mi parte, señalo que los criollos prosiguieron y aun profundizaron esa actitud represiva, propia de la última época colonial, salvo durante el corto lapso emancipatorio, cuando se publicaron manifiestos expresados en los principales idiomas amerindios.

En el marco del actual avance de los principales idiomas indoamericanos, creo que esos diversos diccionarios y gramáticas creados por los misioneros son un legado perdurable para la emergente civilización sudamericana.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 3-4 de enero de 2004 ( Asunción, Paraguay ).

Link a la obra de Luciano Pablo Grosso:  http://www.cecies.org/imagenes/edicion_354.pdf



(x) Arte Indígena del Paraguay. Cortesía del Museo Andrés Barbero: Avda. España 217, Asunción Paraguay

Opinión

ANALES DEL PAIS DE JAUJA

Agonía del guaraní (x)

Mientras los profesores de guaraní se afanan en inventar palabras que después nadie va a pronunciar, el pueblo crea constantemente nuevos vocablos y locuciones para satisfacer sus necesidades de comunicación. En las calles, en los mercados, en las cárceles, hay todo un idioma en proceso de elaboración, en una lucha tenaz por sobrevivir. Un idioma que se rehúsa a perecer, que "agoniza", en el sentido de Unamuno, quien emplea la voz agonía en su sentido etimológico: el de lucha por sobrevivir, por prevalecer en un mundo hostil. El de la resistencia a la muerte.

Es eso lo que hace el guaraní. Sobrevive a la lluvia de idiotismos de la televisión, a la tempestad de mexicanismos, venezolanismos y porteñismos. Resiste en sus reductos, en sus últimos santuarios, en sus fortalezas acechadas por mil amenazas. Hasta ahora lo ha logrado, con heroísmo. Hasta ha podido incorporarse después de los duros golpes que recibe de los profesores, que han inventado un idioma de laboratorio que no habla nadie. Salvo ellos, claro. Lo único que han conseguido es llenar de pesadillas el sueño de los padres que deben ayudar a sus hijos a completar sus lecciones para el día siguiente. Quien esto escribe ha pasado por esa tortura china.

Sin embargo, hay una serie de palabras y expresiones populares de aparición reciente.
Tal vez tendrán corta vida, tal vez las sustituirán otras. Veamos algunas. Desde hace algunos años, el "amóntema" se ha incorporado al lenguaje popular, hasta el punto de designar a un montepío. Ahora, para significar la entrega de dinero, ya no se dice "ame’éta ndéve", sino "ajapíta ndéve" (te lo arrojaré), expresión que, según Feliciano Acosta, tiene origen misionero. O, en tren de confidencia, cuando se comparte una verdad, se dirá: "nde reikuapavoi" (ya lo sabes todo). O un "jaikuaa upéa" (ya lo sabemos). O un "umícha", que podríamos traducir temerariamente como "algo así".

Ni hablar del famoso "ijetu’u", para definir algo que es conflictivo o complicado. En el hampa, "jyva" (brazo) designa al policía, brazo de la ley y no pocas veces compinche de fechorías. Quién no ha escuchado el "ere eréa", como una muletilla infaltable en la conversación, que quiere decir algo así como "dígase lo que se diga". Aclaro que las explicaciones son connotativas; es decir, buscan descifrar el sentido y no la traducción literal que puede ser incomprensible. Pido disculpas a mis amigos eruditos, como Feliciano Acosta Alcaraz y Carlos Martínez Gamba y Lino Trinidad, por estas improvisaciones.

Hay locuciones pintorescas que inundan el escenario del lenguaje popular. Veamos, por ejemplo, un "hendy kavaju resa", que indica que las cosas están muy mal. ¿A quién se le ocurriría una traducción literal, que nos daría esta frase sin sentido: "Se encienden los ojos del caballo"? O las inevitables comparaciones, recurso del pueblo para explicarse con más claridad, en un idioma que huye del discurso lógico de los atenienses. Veamos: "chipa tinguéicha he" (delicioso como la punta de la chipa).


Moraleja. El guaraní sigue resistiendo, sigue "agonizando" bajo el bombardeo del lenguaje de los culebrones caribeños y de los idiotismos porteños.
Tal vez, con un poco de ayuda, su resistencia podrá ser más airosa. Así seguirá ocupando el lugar que ha cumplido a lo largo de los siglos: un elemento clave de nuestra identidad cultural. Un elemento que le da un sentido preciso al hecho de ser paraguayos, sin necesidad de echar mano de chauvinismos ridículos ni de mitos irracionales, como el que pretende un idioma petrificado, puro e intocable como una virgen vestal, inexpugnable a los vientos de la historia. De lo contrario, amóntema.


helio@abc.com.py

Helio Vera

(x) Del diario ABC COLOR ( Asunción, Paraguay , Domingo 06 de Agosto de 2006)

Cultural

EL NOVECENTISMO PARAGUAYO, DE RAÚL AMARAL

Hombres e ideas de una generación fundamental del Paraguay (x)

En el campo poco explorado de la historia de las ideas en el Paraguay y de la contribución de los pensadores, don Raúl Amaral nos lega como una suerte de testamento intelectual esta valiosa contribución bibliográfica.

Él señala que "el Novecentismo ha querido ser o significar, en el Paraguay, la renovación de modos de vidas, de sistemas de orientación intelectual y por sobre todo un método distinto para enfocar los desencuentros de la historia, latentes aun a 30 años de terminada la Guerra de la Triple Alianza".

Esta reedición ampliada tiene el formato de un típico libro de texto para estudios secundarios y terciarios con presentaciones de datos biográficos y cronológicos, además de listados de protagonistas, autores y textos vinculados.
El autor mismo confiesa que los trabajos fueron "preparados a lo largo de más de tres décadas" en forma de estudios, ensayos o conferencias; de lo que se desprende que se trata de una rica compilación que aporta nuevas luces al respecto.

Maestro de los novecentistas fue Cecilio Báez, jurista erudito, autor de obras históricas y sociológicas, rector de la Universidad Nacional de Asunción y diplomático. Arsenio López Decoud, autor del monumental Álbum Gráfico de la República del Paraguay, edición del Centenario de la Independencia; Manuel Domínguez, destacado catedrático, periodista y político; Manuel Gondra, el estadista -cuyo nombre decoró una Convención Interamericana de Derecho Internacional-, profesor y político, aunque más exitoso en lo primero; Fulgencio R. Moreno, escritor, político y hombre de la cátedra como todos los de su tiempo; Blas Garay, primer historiador paraguayo que acude a las fuentes de los Archivos de Indias para sus estudios sobre el Paraguay; Eligio Ayala, el gran estadista y propulsor de una economía floreciente, mientras el resto del mundo se debatía en una gran depresión; Ignacio A. Pane, escritor, catedrático y sociólogo; Juan E. O'Leary, historiador, periodista y catedrático, Eloy Fariña Núñez, poeta; y unos pocos extranjeros como Rafael Barrett, Guido Boggiani, Viriato Díaz Pérez, José Rodríguez Alcalá.

Todos ellos fueron líderes intelectuales del renacimiento paraguayo, siguiendo a la postración de la Guerra contra la Triple Alianza. Fueron los resultados concretos de las políticas educativas de los primeros gobiernos a través del Colegio Nacional de la Capital (1877) y la Universidad Nacional de Asunción (1889).

El Prof. Amaral dedica un capítulo al novecentismo, arielismo y aprismo en la intención de encontrar el contexto latinoamericano, y aprovecha para una rápida referencia a José Enrique Rodó, a Rubén Darío y a Víctor Raúl Haya de la Torre. Para indicar que los paraguayos estaban al tanto y al día con las principales corrientes del pensamiento latinoamericano, el libro trae unos cuadros informativos interesantes sobre el relevamiento generacional y un listado casi completo de los novecentistas y los años de sus publicaciones, incluyendo obras inéditas. Este quizás sea el compendio más completo disponible a los estudiosos para un conocimiento de los autores del novecentismo, y a la lista original se agregan Juan Francisco Pérez Acosta, Eusebio Ayala, Silvano Mosqueira, Ramón I. Cardozo, Gualberto Carduz Huerta, Ricardo Brugada y Martín de Goicochea Menéndez, entre otros. Igualmente, Amaral en otro cuadro presenta como precursores del novecentismo a don Ramón Zubizarreta, Teodosio González, Delfín Chamorro, Victorino Abente y Lago, y Alejandro Audivert.

Nuestros pensadores también se inscribieron en la dialéctica tradición/modernidad. En cuanto a modernidad, el significado principal del termino es la modernidad como época. Ciñéndonos a Torcuato Di Tella desde una perspectiva histórica, el advenimiento de la modernidad -es decir del conjunto de atributos que se consideran propios del mundo moderno- "remite al largo proceso y a la diversidad de fenómenos y acontecimientos que desde el S. XVI erosionaron en Europa el orden cristiano medieval. La ampliación del mundo conocido a través de los viajes y descubrimientos, exploración y conquista de territorios extraeuropeos hasta abarcar el planeta entero; la formación de un mercado mundial y el incremento de la producción orientada al intercambio mercantil provocando la innovación incesante de los medios de comunicación y transporte; aparición de la nueva ciencia de la Naturaleza, el llamado "giro copernicano" del saber, que acompañará el giro antropocéntrico que dominaría el discurso filosófico, la formación de los primeros Estados nacionales europeos de tipo burocráticos absolutistas, la forma de producción que se consolidara con el surgimiento de la Revolución Industrial en Inglaterra".

"Europa se tornó moderna en el curso de los siglos XVIII y XIX. Fue en ese periodo a través de vicisitudes que incluyeron revoluciones y guerras así como impulsos restauradores -con el triunfo del capitalismo como modelo de producción dominante y el reemplazo del absolutismo como repúblicas liberales o monarquías constitucionales-, cuando se produjo la ruptura neta con el tipo de sociedad que las Ciencias Sociales llamarían más adelante tradicional". Si bien la modernidad tuvo sus matrices autóctonas en la sociedad y la cultura europeas, la lógica expansiva de esas matrices afectaría a las sociedades y a las culturas del planeta entero a través de formas coercitivas o inducidas.

De cualquier modo, impuesta o propuesta y elegida por las elites, la universalización de los principios constitutivos de la modernidad no tuvo en todas partes los mismos resultados y los mismos frutos. El movimiento de la modernidad involucrará poblaciones y territorios remotos y dispares entre sí, en algunos casos simplemente por los recursos económicos que proporcionaban y sus efectos, aunque con desiguales consecuencias, atravesarán las fronteras étnicas y geográficas, de clase y de nacionalidad de religión y de ideología. Algunos de los signos distintivos de la sociedad y la vida "moderna" serían: Sistema capitalista de producciónindustrialización y democracia.

La ciudad, la gran ciudad, la metrópoli constituía el espacio por excelencia de la modernidad, de su cultura y los movimientos intelectuales y artísticos, también escenario de los movimientos de masas modernos, organizaciones sociales y políticas, cuyas luchas ampliarían el campo de la ciudadanía y sus derechos. También las ideas y esquemas interpretativos acerca de la modernidad misma, suscitan reflexión intelectual.

La primera reflexión interpretativa surge en el siglo XVIII en Europa: La Ilustración. Su eje es la idea típicamente moderna de el "progreso" entendido como mejoramiento creciente y general en todos los planos de la existencia de la humanidad. Los modelos de la antigüedad grecolatina ya no representaran arquetipos a imitar. La historia como empresa humana iluminada por la razón, incrementará el saber y la justicia entre los hombres los que superarán los prejuicios.

Posteriormente las Ciencias Sociales estarán animadas a definir "leyes" generales que regirían el cambio en la marcha hacia la sociedad moderna (por ejemplo la sociología de matriz positivista). Solo en las últimas décadas del siglo XIX comienzan a proponerse cuestionamientos a la modernidad. Federico Nietzsche le dio su primera formulación poderosa y de amplio eco cultural a una crítica radical a las certidumbres que formaban parte de la modernidad en expansión. Para él, la consumación de la crítica antirreligiosa de la Ilustración con la "ausencia" del Dios cristiano significaba el derrumbe de la moral que derivaba de esta religión y todos los fundamentos que le habían conferido un sentido a la relación del hombre con el mundo. La idea de progreso resultaría erosionada por esa crítica llevada hasta el final, ya que la historia no realiza ninguna meta "preestablecida".

Max Weber por otro lado, habla del mundo moderno como un mundo "desencantado" despojado de sus elementos mágicos (el encantamiento) de origen religioso, la realidad mundana carece en sí misma de otro sentido que no sea el que le atribuyen los hombres, en función de valores que disputan entre sí. La modernidad occidental que ha llevado adelante este proceso secularizador no es el resultado de una evolución de la humanidad, sino el producto de una mutación cultural en el interior de una civilización particular, cuyas raíces se remontan a la antigüedad grecolatina y al legado judío. Y hay otras teorías al respecto.

El libro hace alusión al arielismo, que toma su nombre de la obra de José Enrique Rodó como la manifestación de un cambio, de un quiebre en varios sentidos. Señala el profesor Eduardo Devés que en el nivel de las ideas, Ariel establece una demarcación tajante entre aquello que retrata como filosofía de fin de siglo (XIX) y la que sostiene como opción. Ariel se publica el último año del siglo XIX y es un manifiesto antiutilitarista que apunta a la cultura, a la razón y al sentimiento por sobre un "canibalismo positivista y norteamericano que achataría a los seres humanos".

Es un llamado a la juventud para aliarse en una cruzada que supere el afán "positivista" y se trata de la formulación de un modelo identitario de reivindicación, defensa e, incluso, exaltación de la manera propia de ser, la latina, por valores, idiosincrasia cultura y etnia en contraposición a la generación finisecular (XIX) que se definía por la "nordomanía" identificación de un modelo extraño. El ideario se sintetiza en Ariel a partir de un espiritualismo, lucha contra el utilitarismo, sus reservas de ciertas formas de democracia, y de la inmigración, su crítica a la imitación y la exaltación de las humanidades y la latinidad.

Ariel triunfante significa idealidad y orden en la vida, noble inspiración en el pensamiento, desinterés en moral, buen gusto en arte, heroísmo en la acción, delicadeza en las costumbres. Valores que corresponden a una posición humanista que se identifica con lo latino, con lo propio, versus lo sajón, especialmente en su versión estadounidense. La concepción "utilitaria" como idea del destino humano. Rodó (caricaturizando) cuestiona una serie de tópicos que caracterizaron el pensamiento más difundido a fines del siglo XIX en América Latina: positivismo, utilitarismo, inmigración, modelo sajón, imitación de los países ricos. Y sostiene que los partidos conservadores se adhirieron a la tradición y a la herencia españolas, tomándolas no como cimiento ni punto de partida, sino como fin y morada.1

Evidentemente la intervención norteamericana en la Guerra de Cuba, en 1898, había despertado la conciencia hispánica a ambos lados del Atlántico. En España, la Generación del 98; en América, el uruguayo José Enrique Rodó publicó este influyente ensayo Ariel, exaltando la espiritualidad latinoamericana. Rubén Darío, nicaragüense, hizo lo propio en poesía y se lo considera el máximo poeta modernista de nuestra lengua. Sintetizó el formalismo parnasiano y el ritmo simbolista.2

BEATRIZ GONZÁLEZ DE BOSIO

1- Devés Valdes, Eduardo.
Del Ariel de Rodó a la CEPAL 1900-1950. Editorial Biblos, 2000.
2- César Alonso de las Heras y Juan Manuel Marcos. Curso de Literaturas Hispánicas, FVD Tomo

 

(x) Del diario ABC COLOR ( Asunción, Paraguay , Domingo 27 de Agosto de 2006

ACOTACION DE FA-RE-MI :

Don Raúl Amaral falleció el 3 de diciembre de 2006, en Asunción (Paraguay). Había nacido en Buenos Aires (Argentina), el 25 de Mayo de 1918.

 

Carreta paraguaya

Sería imperdonable que cayese en el olvido un intelectual y un ser humano excepcionales

Digna recordación a don Arturo Alsina (x)

Alsina perteneció a una generación de autores fundacionales de la dramaturgia paraguaya que se esforzaron por superar un medio difícil, hostil incluso en la década del 20

por: Alcibiades González Delvalle
-Periodista-

Alturo Alsina

Ya hemos leído y seguiremos leyendo, las opiniones de los especialistas acerca del movido año que se acaba. La economía y la política centran la atención  de los expertos que se mueven, en general, con moderado optimismo como hace tiempo no se veía. Hay razones para reverdecer las esperanzas. Veremos  hasta dónde llegan las autoridades nacionales –Gobierno y oposición- en el intento de sacar al país de su antigua postración.

Entre los muchos casos destacables, queremos detenernos en las dos excelentes ideas –que se funden en una- de Arlequín Teatro, encabezado por José Luis Ardissone: reconocer la tarea de los teatristas y distinguir el nombre del dramaturgo don Arturo Alsina.

El pasado lunes se premió a quienes, en opinión del jurado, realizaron  este año una labor merecedora del Premio Arturo Alsina, primera edición. Es posible que para muchos, incluso teatristas, el nombre de uno de los grandes dramaturgos les resulte casi o totalmente desconocido. Esto es así porque los elencos generalmente prefieren obras paraguayas inéditas para llevarlas a escena. Suelen mirar de reojo la pieza que ya fuera estrenada. Parece como si les resultara anacrónica cuando otro elenco la había llevado a escena. No caen en la cuenta de que no hay obra nueva ni vieja, actualizada o desactualizada, sino puestas imaginativas o vegetativas; inteligentes o torpes. Un buen director, ya lo dijo alguien, es capaz de hacer atractiva la guía telefónica.

En el Paraguay trazó su obra. Arturo Alsina, hijo de padres catalanes, nació en la provincia argentina de Tucumán en 1897 y muere en Asunción en 1984. Adolescente viene al Paraguay, donde – al decir de Rául Amaral- ”se hizo hombre…donde ha trazado su obra y fundado un hogar, y de cuya historia intelectual nadie podrá separarlo”. Y agrega: ”Argentino, sí, pero no se alarmen como dijera con picardía cordobesa Goycochea Menéndez a principios de siglo (del XX)-, tanto como Fortunato Toranzos Bardel, Juan R. Dahlquist y Arturo Lavigne, por no mencionar sino a los antecesores que alcanzaron a publicar libros. Como ellos, será desconocido, peor aún: ignorado, no solo por los sectores culturales que desde las riberas rioplatenses siguen mirando a Europa, y por los limítrofes, que no aciertan a mirar a ninguna parte, sino por los representantes más o menos oficiales u oficiosos de esa cultura –con una sola salvedad reciente-, que si ha desviado la vista del ciudadano, al que prácticamente no se le tiene en cuenta con mayor inconsciencia aparece cerrándola ante el escritor”. (Escritos Paraguayos I).

Las fundadas predicciones de Amaral, basadas en la experiencia, serán incummplidas en gran medida con el premio que lleva el nombre de Arturo Alsina. Sería imperdonable que cayese en el olvido –en la nada- un intelectual y un ser humano excepcionales que ha dado a nuestra escena piezas como La marca de fuego, Evangelista, Flor de estero, El derecho de nacer, Intruso, La llama flota, la sombra de la estatua.

”La referencia, el gran modelo de Alsina siempre fue Ibsen –nos dice Jorge Aiguadé- , pero la relación de Alsina con Ibsen no es la de un epigonismo servil. Lo sería si Alsina hubiera escrito en un país con larga tradición y amplia experiencia teatral, copiando al maestro noruego solo por esterilidad, o por incapacidad para penetrar en la realidad concreta circundante. Por el contrario, como se pudo ver, Alsina se sirvió del modelo proporcionado por Ibsen, en un país desprovisto de tradición y experiencia, para construir una obra que penetrase en la realidad y dialogase con ella de manera más rica que en los estrechos moldes que imperaban en nuestro teatro.”

Los autores fundacionales. Alsina perteneció a una generación de autores fundacionales de la dramaturgia paraguaya que se esforzaron por superar un medio difícil, hostil incluso. En los inicios de la década del 20, con la perspectiva cierta de un teatro paraguayo afianzado –desde 1915 comenzaron a estrenarse las obras-, los dramaturgos se enfrentaron  con dos serios problemas: la falta de elenco y de sala. El Nacional tenía un concesionario más atento en ganar dinero que enfrentarse a experimentos artísticos; y la otra sala, el Granados, era de propiedad privada, con las mismas preucupaciones económicas que la anterior. Los otros sitios que pudieran albergar al teatro estaban ocupados por la exitosa empresa cinematográfica.

Al mismo tiempo, comenzaron a escasear los elencos provenientes del exterior, que daban a conocer las producciones locales. Los dramaturgos necesitaban de actores paraguayos con quienes trabajar, pero resultaba una tarea ciclópea conformar un elenco. Para los artistas no era una actividad rentable, y además el sacrificio, independientemente del talento, más bien servía para que los críticos se mofaran de ellos. Generalmente después de las primers funciones la compañia se desbarataba.

En el caso de las actrices la cosa era peor. No ganaban un centavo, la crítica se les venía encima y por la ciudad corrían los más sabrosos chismes sobre su moralidad.

En esta atmósfera se venía trabajando. No obstante, había razones para esperar que los intentos aislados y débiles vertieran en un movimiento vigoroso, hasta que en mayo de 1922, estalla una de las guerras civiles más sangrientas y prolongadas que se extendería por 14 meses.

Con estos  y otros obstáculos que desanimarían a cualquiera, a los dramaturgos que venían estrenando antes del 20, como Demetrio Morínigo. Leopoldo Centurión, Aveiro Lugo, Ramos Giménez, Ortiz Guerrero, se agregaron nombres como los de Luis A. Rufinelli, Miguel Pecci Saavedra, Francisco Martín Barrios, Facundo Recalde, Roque Centurión Miranda, Pedro Juan Caballero, Benigno Villa, Josefina Plá y desde luego, Arturo Alsina, el más fecundo de todos ellos.

Entendemos que, en la persona de Alsina, Arlequín Teatro distingue también a quienes –en esos tiempos difíciles- se remangaron hasta los codos y se dieron a la tarea de cimentar una dramaturgia paraguaya sólida.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 27-28 de diciembre de 2003 ( Asunción, Paraguay )

La ciudad en que vivimos

Boggiani, fotógrafo en el Juán de Salazar

ALGUNOS PECADOS CAPITALES (x)

Mal conocido, discutido en los propósitos que lo trajeron dos veces al Paraguay, pero admirado en su obra pictórica y fotográfica, Boggiani quedó como una figura poco investigada en el Paraguay

por: Juan Manuel Prieto
jmprietopy@yahoo.com

1.      India Caduveo. Boggiani daba énfasis a la pintura corporal

2.      India Chamacoco. Los retratos captan las emociones

La exposición Boggiani, Fotógrafo llega a Asunción con cien años de atraso. Comenzaba el siglo XX cuando el legendario artista, aventurero y etnógrafo italiano Guido Boggiani realizaba en las tierras del Departamento de Alto Paraguay y el Nabileque brasileño una obra grandiosa, cual fue la de retratar a las comunidades Chamacoco y Caduveo en fotografías que ya en su época causaban asombro a los que tuvieron el privilegio de verlas. La trágica y hasta ahora no esclarecida muerte lo sorprendió en plena tarea, cuando había llegado a una cifra aproximada a los quinientos negativos.

Este valioso material se convirtió en un controvertido botín  y las fotografías, editadas primero como tarjetas postales en Argentina , fueron a parar a un museo de Praga, capital de la actual República Checa. Mal conocido, discutidos en los própósitos que lo trajeron dos veces al Paraguay, pero admirado en su obra pictórica y fotográfica, Boggiani quedó como una figura poco investigada en el Paraguay; sus restos, sin embargo, quedaron en el Cementerio Italiano, y algunas pocas obras suyas se encuentran en colecciones privadas y en el Museo Nacional de Bellas Artes. Una galería de arte y una avenida asunceña, así como un Museo en San Lorenzo llevan hoy su nombre.

Gracias a las intensas gestiones del Instituto Museo ”Guido Boggiani” y al apoyo de la AECI, la Embajada de España y la Embajada de la República Checa, el público asunceno tiene hoy la oportunidad única de disfrutar de un amplio segmento de esta obra fotográfica. Se trata de una selección de 90 fotografías que cubren totalmente el espacio de la Sala ”Goya” en el CCJS.

CON UNA DALLMEYER. Nacido en 1861, Boggiani llegó a los veintiséis años a Buenos Aires, y pronto su curiosidad lo motivaría a remontar el río Paraguay hasta llegar a Asunción; durante varios años la capital paraguaya sería su base para seguir avanzando hacia el Norte, donde descubrió el arte plumado y las pinturas corporales de chamacocos y caduveos, dos  manifestaciones culturales que lo impresionaría profundamente.

En su segundo viaje al Paraguay, en 1897, trajo una valiosa cámara fotográfica con la que se abocó a la tarea de retratar a los nativos con los que, durante su viaje anterior, había entablado una amistad sólida. Boggiani, que ya traía un gran prestigio como pintor paisajista festejado por la alta sociedad romana, dejó de lado el paisaje en la fotografía y se concentró principalmente en los rostros.

Su experiencia fotográfica sorprendería a los expertos, pues, a diferencia de otros que habían intentado hacer lo mismo en otras culturas, Boggiani supo extraer de sus amigos nativos una variedad de emociones que reflejan por igual orgullo y sensualidad, firmeza, vanidad y nobleza. Algunos pecados capitales y virtudes no disimuladas rezuman los rostros de los antepasados de personas que hoy pueblan Fuerte Olimpo, Karcha Bahlut, Puerto Diana y el Nabileque.

”Si todas las fotografías que he hecho resultan buenas, esta colección tendrá apreciable valor”, escribía Boggiani en su diario. ”No solamente vendrá a conservar el tipo de una tribu de las más interesantes histórica y etnográficamente que se encuentran en vísperas de extinguirse totalmente, pero que quedará conservada también en la memoria documentada de las extraordinarias aptitudes artísticas en el arte ornamental, que la distinguen de modo especialísimo entre todas las tribus de América del Sur”.

Casi minimalistas y muy actuales en su composición, las fotografías agradan y sorprenden por su modernidad, y las ve hoy un público asombrado, pero también deleitado ante tanta belleza y expresividad creativa. Ahora queda la gestión, ardua tal vez pero muy válida, de conseguir que algún día vengan a quedarse definitivamente en el Paraguay .

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 13-14 de diciembre de 2003 ( Asunción, Paraguay ).

Revista

WILLIAM PAATS

Un hombre multifacético (x)

Vino de un lejano país y se hizo paraguayo. En momentos en que nuestro país buscaba restañar sus heridas derivadas de una genocida guerra internacional, don William Paats fue uno de los protagonistas principales de la recuperación moral de la sociedad paraguaya. Luego de una fecunda vida, falleció en Asunción hace sesenta años, un 28 de agosto de 1946.

 

Instructor de educación física, promotor de diversas actividades deportivas, fundador de clubes sociales, empresario y principal participante de toda actividad que tendiera al mejoramiento del nivel de vida de sus conciudadanos de adopción. Como tal, fue un conspicuo miembro de la fraternidad masónica y uno de los integrantes ejemplares de esa corporación ecuménica.

De los Países Bajos al corazón de América

Miembro de un antiguo linaje holandés, Friedrich Wilhelm Paats Hantelmann, más conocido como William Paats, nació en Rotterdam el 12 de enero de 1876, hijo de Antonius Joanes Henricus Paats, de profesión comerciante, y Catharina María Louise Hantelmann. El matrimonio Paats Hantelmann también fue progenitor de otros hijos: Friedrich Georg Christian, Cornelia Marie Dorotea, Catharina Marie Louise y Marie Henriette Martha Paats Hantelmann.

William Paats vino muy joven al Paraguay. Apenas tenía 18 años cuando se embarcó rumbo a América, pues le había sido recomendado por los médicos residir en países como el nuestro, para mitigar una dolencia respiratoria. A instancias de un tío suyo (y padrino), también llamado William Paats, cónsul de su país en Buenos Aires, desembarcó en la Argentina, pero poco después vino al Paraguay, invitado por don Enrique Plate, gerente del Banco Mercantil de Asunción. En la capital paraguaya, donde se afincó a partir de 1894, don William pronto se destacó como perito mercantil y contador (justamente del Banco Mercantil), además de traductor público, pues dominaba ampliamente más de media docena de idiomas.

Un nido itaugüeño

En el Paraguay, el joven y dinámico holandés fue flechado por Cupido, cayendo rendido a los pies de una joven paraguaya llamada Martina Rodríguez, con la que tuvo una hija que se llamó Margarita, quien, a la muerte de su madre en 1903, se crió y vivió en Holanda con sus abuelos paternos. Poco después, otro flechazo de Cupido unió la vida del joven William con otra paraguaya, doña Matilde Melián Chiapi, con quien se casó el 17 de julio de 1904 en la iglesia de Itauguá.

William y Matilde iniciaron el linaje de los Paats en el país, y ya van por las cinco generaciones integrando la sociedad paraguaya.

Un joven dinámico

Desde joven, William Paats se destacó en todo lo que hacía, y todo lo que emprendía tenía el sello de su dinamismo y entusiasmo. Esta característica no pasó desapercibida para muchos y, viendo en el joven holandés el ímpetu de un promotor de actividades tendientes al mejoramiento de la sociedad en la que se desempeñaba, pronto fue invitado a integrar la fraternidad masónica, pues se veía en él a un fervoroso constructor de la sociedad.

Así, el 4 de julio de 1899, William Paats, entonces con 23 años, era iniciado en los secretos de la masonería, hermandad de la que llegó a ser uno de sus grandes maestros. Además de dedicarse a las tareas profesionales y al comercio, formando una sociedad con el señor Lapierre, que fue una de las más importantes firmas comerciales de principios del siglo pasado.

William Paats se dedicó a la docencia, especialmente en el área de la instrucción física. Como tal, impulsó la práctica de una entonces novedosa disciplina deportiva, recién llegada al país de la mano de los técnicos ingleses del Ferrocarril: el fútbol.
Fue don William el organizador del primer partido de fútbol disputado en Asunción, el 23 de noviembre de 1901, entre los equipos formados con alumnos de la Escuela Normal de Maestros. El primer partido de fútbol disputado en el país tuvo lugar meses antes en el pueblito guaireño de Borja, entre funcionarios ingleses y paraguayos de la empresa ferroviaria.

Para aquel primer partido de fútbol asunceño, don William mandó traer de Buenos Aires una pelota y un inflador.

Fundador de clubes

Entusiasta de todas las actividades integradoras, el nombre de William Paats está muy unido a la historia de muchas entidades de las más diversas características de nuestro país. Así, fue fundador del club Olimpia en 1902 y miembro fundador de la Liga Paraguaya de Fútbol, entidad matriz del fútbol paraguayo que acaba de cumplir su primer centenario y cuya presidencia asumió el 13 de agosto de 1909.

En 1912, en momentos en que la sociedad paraguaya restañaba sus heridas en una de las tantas luchas fratricidas, el señor Paats fue uno de los principales fundadores de la Asociación de Boy Scout del Paraguay .
Unos años después, el 26 de junio de 1921, fue el fundador del Club Deportivo de Puerto Sajonia, entidad que, poco después, presidió y fue uno de los promotores de la unificación con otro club deportivo de entonces, el Piraveve. También participó de la refundación del club Libertad, y le tuvieron entre sus fundadores, el Touring y Automóvil Club del Paraguay, en 1924, y la Asociación Cristiana de Jóvenes, en 1943.

Durante la guerra paraguayoboliviana fue uno de los más conspicuos miembros de la Legión Civil Extranjera, benemérita institución integrada por ciudadanos extranjeros radicados en el Paraguay y que mucho hizo ayudando al Gobierno nacional en la defensa del suelo chaqueño.

En el Paraguay, William Paats también ejerció funciones consulares, representando a los Países Bajos. Luego de una prolífica actuación en nuestro país, en la mañana del 28 de agosto de 1946, don William Paats falleció en Asunción, a los 70 años de edad. Como muchos otros de su tiempo, don William supo honrar el cobijo que le dio su patria de adopción, constituyéndose en digno ejemplo para los propios paraguayos, en estos días en que tanta falta hace ciudadanos con sentimientos patrióticos.

Luis Verón

(x) Del diario ABC COLOR ( Asunción, Paraguay , Domingo 27 de Agosto de 2006)

Arte y espectáculos

‘‘MANCUELLO Y LA PERDIZ’’, EN LA BIBLIOTECA POPULAR DE EL LECTOR Y ABC COLOR

Villagra Marsal, en una obra de "claros valores literarios" (x)

"Mancuello y la perdiz" es un libro "de claros valores literarios y de límpida ética, un texto muy apropiado para escuelas y colegios", señala Adriano Irala Burgos en un análisis crítico de esta obra de Carlos Villagra Marsal que será lanzada al público el próximo domingo, con el ejemplar de nuestro diario.

Carlos Villagra Marsal es el autor de ‘‘Mancuello y la perdiz’’ que este domingo se edita dentro de la colección Biblioteca Popular de Autores Paraguayos.

Por otro lado, ayer se presentó "Anahí" dentro de la colección infantil Conociendo me Divierto, en base a una historia original de Osvaldo Sosa Cordero, un correntino enamorado del Paraguay e instalado en Buenos Aires desde fines de la década de los años 20 del siglo pasado, demostró su afecto a nuestro país componiendo varias guaranias famosas. De todas ellas, la más conocida es "Anahí", la historia de la "indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí", la "reina guaraní" sacrificada en defensa de su pueblo.

Esta historia, inventada por Sosa Cordero, fue adaptada ahora por Raúl Silva Alonso y convertida en un cuento para los niños lectores.

Este bello volumen cuenta con las magníficas y coloridas ilustraciones del talentoso Juan Moreno, sobre un diseño de Marcos Condoretty. La guía de trabajo fue elaborada por Carlos Solano López. Este es el quinto volumen de la colección infantil que este año está dedicado primordialmente a una temática paraguaya, tanto en cuentos, folclore, mitos, leyendas, valores, ecología, etc.

Esta nueva edición de "Mancuello y la perdiz" forma parte de la Biblioteca Popular de Autores Paraguayos, excepcional emprendimiento bibliográfico de la Editorial El Lector y el diario ABC Color. Constituye el décimo título publicado en esta colección, a partir del 25 de junio pasado.

Cerrando sus conceptos sobre "Mancuello y la perdiz", Irala Burgos apunta que "mediante él sus lectores pueden crecer humanamente, en inteligencia, en libertad y en solidaridad".

Por su parte, Ramiro Domínguez expresa que la obra que publicaremos el domingo es "un texto que ya está por propio derecho en la historia de nuestras letras, y estimo que aún no se ha dicho lo más concluyente en cuanto a la trascendencia de una obra que ofrece perfiles de innegable originalidad, y ha roturado un campo de configuración, e incluso de expresión estética, muy fecundo a quienes arriesguen hacer su propia siembra en pro de la narrativa paraguaya".

Otra gran figura de nuestra cultura nacional, Gonzalo Zubizarreta-Ugarte, expresó en su momento que "en Mancuello y la perdiz, Carlos Villagra Marsal nos propone, mediante una alegoría y un experimento lingüístico, una interpretación del drama del Paraguay".

Elvio Romero, el gran poeta paraguayo cuyo libro "De cara al corazón" hemos publicado días pasados, afirmaba en una nota enviada al propio Villagra Marsal que "la exacta medida del tiempo, logradísima, el encanto de la historia misma, y sobre todo el procedimiento creo que consiguen una hermosa obra".

Agregaba Elvio en aquella nota particular que "ese procedimiento puede ser el único que resuelva el ya tan manoseado problema de nuestro bilingüismo, y no creo equivocarme en afirmar que futuros narradores trajinarán por ese camino y no podrán pasar por encima de este pequeño libro tuyo, precursor, bello y cargado de poesía".

BIBLIOGRAFIA DE VILLAGRA MARSAL

Ayer salió a la venta ‘‘Anahí’’, de la colección infantil Conociendo me Divierto.

Esencialmente poeta, Villagra Marsal, que pertenece a la promoción del 50 integrada por poetas tan intensos y personales como José-Luis Appleyard (1927-1998), Ricardo Mazó (1927-1987), José María Gómez Sanjurjo (1930-1988), Rodrigo Díaz-Pérez (1924-2003), Ramiro Domínguez (1930), Rubén Bareiro Saguier (1930), publicó su primer poemario en 1974 en Asunción bajo el título de "Antología mínima".

En 1979 publicó su segundo poemario, "Guarania del desvelado", en Buenos Aires por la Editorial Losada (segunda edición en 1984). "El júbilo difícil", su tercer libro de poemas, vio la luz en Asunción en 1995 y en 1997 en una edición destinada a las bibliotecas escolares.

En 1991 editó "Papeles de última altura", una selección de sus artículos, ensayos y traducciones de poetas griegos. En 1986 y 2003, en audiocasetes y disco compacto, publicó su "Cantata del pueblo y sus banderas torrenciales", con música de Carlos Noguera. Con su colega y amigo Rubén Bareiro Saguier seleccionó y estudió críticamente la poesía paraguaya del Siglo XX ("Poesie paraguayenne du XXeme Siecle"), editada en Ginebra por las Editions Patiño, 1990, por la misma editorial, y en edición trilingüe (guaraní, español y francés), publicó con Rubén Bareiro Saguier la antología "Poesie Guaranie".

Decenas de artículos y ensayos críticos, comentarios bibliográficos y entrevistas publicó Villagra Marsal a lo largo de los años en revistas literarias y periódicos de América, Europa y Africa. Ha escrito numerosos prólogos, reseñas y otros textos críticos con agudeza y penetración.

Textos suyos en prosa y verso han sido incluidos en más de docena y media de libros antológicos publicados en muchas partes del mundo. Ha sido traducido al inglés, francés, alemán, italiano, portugués y árabe.

La presente edición de "Mancuello y la perdiz" para la Biblioteca Popular de Autores Paraguayos lleva una introducción analítica a cargo de Francisco Pérez-Maricevich, quien igualmente elaboró la guía de trabajo inserta al final del libro, con una propuesta de ejercicios destinados a promover una mejor comprensión de lo leído.

(x) Del diario ABC COLOR ( Asunción, Paraguay , jueves 24 de Agosto de 2006)

Arte y espectáculos

GRAN INTERES ANTE LA APARICION DE ‘‘ ANGOLA Y OTROS CUENTOS’’ (x)

Helio Vera es considerado como un maestro narrador

La Biblioteca Popular de Autores Paraguayos de El Lector y ABC Color lanzará al público, el próximo domingo, " Angola y otros cuentos", uno de los libros más impactantes de la cuentística paraguaya. Su autor, Helio Vera, es considerado por los principales estudiosos de nuestra literatura como "un verdadero maestro" de la narrativa.

 

Ilustración de Juan Moreno que se utiliza en la tapa de ‘‘Angola y otros cuentos’’, tercer volumen de la colección Biblioteca Popular de Autores Paraguayos.

Tanto Osvaldo González Real, autor del prólogo de la primera edición de "Angola", como Ramiro Domínguez, prologuista de la segunda edición de dicha obra, expresan elogiosos comentarios respecto al texto y, específicamente, sobre la calidad del escritor, que debutó en el género narrativo con esa estupenda selección de cuentos.
Otros laudatorios comentarios hacia Helio y su condición de narrador son expuestos por Francisco Pérez-Maricevich en la introducción analítica de "Angola", en la edición especial de El Lector que circulará este domingo con el ejemplar de nuestro diario.

Dice Pérez-Maricevich: "El plural talento de Helio Vera es en la narración breve donde despliega su robusta capacidad de invención imaginativa. Capaz de elaborar vivaces descripciones de eventos sórdidos (como en ‘Angola’, ‘Kambá ra’angá’ y otros), es también hábil creador de atmósferas que capturan experiencias genuinamente populares, en el sentido de propias de la cultura paraguaya (como, entre otros, ‘Regino’, ‘La consigna’)".

Este volumen lanzado por El Lector con la distribución de ABC Color consta de un total de siete cuentos: "Angola", "La consigna", "La entelequia", "Póra", "Regino", "Kambá ra’angá" y "Destinadas". Se incluye también la introducción de Pérez-Maricevich, con un profundo análisis del autor, y una Guía de Trabajo destinada especialmente a los jóvenes estudiantes, para una mejor comprensión del texto y como base para trabajos prácticos que se pueden desarrollar en el aula, con los profesores, en los hogares.


" LA CONSIGNA"

Uno de los cuentos que componen el libro que aparecerá el domingo próximo es "La consigna". Leemos a continuación el análisis que hace del mismo, el escritor y crítico literario Osvaldo González Real.

"En ‘La consigna’ tenemos un ejemplo acabado de la maestría con que Helio Vera utiliza los acontecimientos más sobresalientes de nuestra historia, y aprovecha los mitos autóctonos y sus conocimientos de la fauna y flora locales para crear un discurso literario de gran verosimilitud e intensidad emocional. Esta narración nos recuerda las mejores del gran artífice de la literatura paraguaya, Augusto Roa Bastos, en su manera efectiva y funcional de manejar ciertos giros del lenguaje para lograr una atmósfera preñada de significación. La consigna que Regalado Montiel debe cumplir -por mandato supremo- marca su destino de soldado y de patriota más allá de la muerte. Esta concepción casi mítica de la historia de nuestro pueblo tiene su antecedente en la técnica narrativa de ‘Yo el Supremo’ y ha sido muy bien aplicada en este relato. La convergencia de distintos sucesos -reales o ficticios- se centra sobre el núcleo fundamental del cuento, utilizando diversos recursos retóricos: simetría, anáforas, paralelismos, para lograr una magnífica amalgama de lo oral y lo literario. Aunque ‘La consigna’ es una obra de tesitura barroca -en relación con ‘ Angola ’-, no peca de exageración en cuanto al estilo y es un ejemplo de los diversos registros manejados con soltura por el escritor. El periplo que recorre el personaje alrededor de la intriga lo presenta como encarnación de la lealtad, virtud muy apreciada por los tiranos y los déspotas -sean ellos ilustrados o no-, y muestran al héroe como víctima de un condicionamiento mortal. La historia de nuestra patria está llena de personajes que, a la manera de Regalado Montiel, han aprendido a cumplir ciegamente las ‘consignas’ impuestas por el autoritarismo de su tiempo. La perpetuación de un estado de cosas se da, así, como una de las formas más efectivas de la alineación".

(x) Del diario ABC COLOR ( Asunción, Paraguay ) Jueves 06 de Julio de 2006