36.Parte

”Patria querida somos tu esperanza

somos la flor del bello porvenir

volverá tu antigua bienandanza

con su fama a relucir” (x)

 

(x) De la canción “Patria querida” (M.P. Marcelino Noutz;

M: Arrg.Remberto Giménez

 

 

DEL PARAGUAY PROFUNDO

 

 

La música (x)

 

por: Dr. Juan Max Boettner

 

 

  Furlong dice que los conquistadores llegaron con Pedro de Mendoza ya traían sus guitarras, con que trataban de acortar el tedio de la travesía oceánica (43).

 

  Este es un punto esencial. El español entró en nuestro país con sus guitarras, sus trompetas y sus pífanos.

 

  Según el Diario del Cap. de Fragata Juan Francisco de Aguirre (tomo I.pg.102) los primeros músicos de Asunción fueron: Antonio Ramos, Juan de Xara, Antonio Coto, Antonio Romero y Gregorio de Acosta. Formaron un coro. No cita los instrumentos que eventualmente tocaban. Sabemos que su paga era de 8 ”hanegas de cebada y un cochino de 40 días al año”. El coro estaba formado en la primera  Iglesia Catedral de Asunción. Su primer capellán fue el presbítero Francisco de Andrada, sevillano, ”y empezó el 11 de agosto de 1539”.

 

  Lafuente Machaín (Los Conquistadores del Río de la Plata) dice referente a Andrada: ”Expedicionario con Mendoza. Clérigo. Vecino de Sevilla. Portugués..Pasó  con el Capitán Francisco Ruiz Galán a Asunción y quedó allí con el cargo de capellán que Ruiz Galán le dio el 7 de abril de 1538...Gestionó y alcanzó el casamiento de las hijas del gobernador Irala con los capitanes Riquelme y Ortiz Vergara…Encargado de rezar el treintenario por las almas del Gobernador Irala y del Capitán Salazar de Espinoza…Sabía escribir”.

 

  De Juan de Xara, dice Lafuente Machaín (loco cit.): ”Expedicionario con Mendoza. Nació en Lisboa. Se obligó el 21 de Junio de 1538…Comprador de bienes de difuntos. Fue uno de los músicos de la iglesia de Asunción…”.

 

  De Juan de Coto: ”Vino con Mendoza. Clérigo. Se obliga el 21 de junio de 1538…El Capitán Juan de Salazar le encomienda misas en caso de imposibilidad del Padre Paniagua, por su testamento, 1557…Fue al Guayrá con el Capitán Manuel Méndez y quedó en Villa Rica, siendo su primer cura. Murió allí unos 6 o 7 años antes de ir fray Alonso de San Buenaventura”.

 

  De Gregorio de Acosta: ”Expedicionario con Mendoza…Portugués, vecino de Lisboa…Asistió a la elección del Capitán Ortiz de Vergara para teniente de gobernador…Tenía fama de ”hombre vivo” y muy gran poeta. Pedro Morel llevó a España sus obras en 1573…Vivía en Asunción en 1565. Se le atribuye una ”Relación” que se conoce anónima. Sabía escribir”.

 

  Volvamos al Capitán de Fragata Juan Franciosco de Aguirre. En el tomo I, pág.444L, dice: ”…También escuela de música que particularm. se dedica a oficios de iglesia. La música Yaguarón ha sido hasta ahora el desempeño de la catedral”. Posiblemente quería decir que músicos de Yaguarón atendían la Catedral de Asunción.

 

  En otra parte dice Aguirre: (pág. 445) ”Los indios son idóneos en todo: fabr. de instrumentos, herramientas, vasijas, telares, telas, etc. y para las letras y es notorio en el día que uno de los mejores estudiosos, así en Artes como en Teología es don Juan Ignacio Añó, natural de Yaguarón, pero es lástima que no saldrá  del remo de los demás”. Aguirre se refiere a una época comprendida aprox. entre 1785 y 1793.

 

  ”A las visitas obsequian con entremeses y bailes, comedias, cañas, parejas y sortijas. Las fiestas más solemnes son las de los Santos Patronos: imitan el pase a caballo español con estandartes fingidos y vestidos antiguos que los ridiculizan. En estos días comen grandemente. Día y noche caja y flautilla, son días que trabaja bien la música”.

 

  De la época de Melo de Portugal (gobernador de 1778 a 1786), dice Aguirre (tomo III): ”…y por último en el atrio unos juegos y bailecitos de indiecitos de Atihrá”.. ”La ciudad dio 3 días de toros y las vísperas sus tres Ruas, con gran lucimiento, así por los jaeces, buenos caballos pisadores y los vestidos. Antes y después de los toros, pasearon por la plaza. Las Ruas están olvidadas en España…”.

 

…”Los cambarangas (figura de negro) encaratulados, con invenciones y expresiones ridículas divierten al público delante de la Rua que son los que vienen a caballo vestidos. Las luminarias se hacen de trapos encebados atados en la punta de una caña donde hay hojas de árbol que reparen los chorreones y hacen bastante luz, y suplen las hachas de viento. El público se divierte con el ruido de cajas, plantas (¿flautas?) y chirimías. Para estas Ruas fueron citados todos los gremios: los carniceros hicieron de guaicurú en dos cuadrillas y en estas como 40, jugaron figuras parejas; los zapateros fueron turcos; los sastres, galanes vestidos a lo militar; moros, hinganos y también  guaicurús, sin sujetarse mucho precisamente a un traje los de un oficio…Los alcaldes cerraban la Rua con los toros…Serían los de la Rua con Guaicurús como 200 personas, cuyo número no se alcanzó y lo mismo el gentío en los tablados. Las Ruas han sido dobles que en las fiestas reales…”.

 

  Mucho de estos datos debo a la gentileza del Cmdte. Antonio González, estudioso de nuestra historia.

 

  Ruí Díaz de Guzmán (156), el primer historiador nativo del Río de la Plata, murió en 1629. Al relatar la captura de Alonso de Riquelme dice: ”le mandó embarcar en una canoa llevando delante de sí en una hamaca al preso, formada la gente en escuadrón, tocando pífanos y atambores”.

 

  La música militar fue muy cuidada por los españoles.

 

   Revello (43) refiere: ”La vihuela, pitos, cascabeles y castañuelas alegraban los bizarros mocetones en la tediosa travesía”.

 

  Cecilio Báez (124), hablando de las Misiones, escribe: ”Sacábase la imagen del rey o del santo patrono…con las cuatro banderas del pueblo y daban vueltas alrededor de la plaza (”Bandera Yeré”), y cita el estribillo del canto: (escritura de Báez):

 

”Toicobé ãnga-catú

Ñande mburubicha-guazú

Toicobé-ãnga-catú

Ñande Rey marangatú”.

 

 

(x) Del libro: ”Música y Músicos del Paraguay”, del Dr. Juan Max Boettner.

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: Este libro se imprimió por primera vez en el año 1956 (Edición de APA; Autores Paraguayos Asociados y del propio autor); y luego de 41 años, en el mes de Mayo de 1997, se volvió a reeditar por iniciativa de Bernardo Garcete Saldívar, por expresa autorización de los herederos del Prof. Dr. Juan Max Boettner. En la actualidad, prácticamente está agotada dicha edición, y es muy posible que para fines de Enero de 2008, se vuelva a hacer otra edición.Más información recabar a: arpapu@yahoo.com  El libro tiene 296 páginas, y mide: 17,5 x 25 cent. 3.Edición. Junio 2000.

© Todos los Derechos Reservados © All Rights Reserved. 1997

 

 

La lucha por la tierra en nuestro país es históricamente una lucha por la tierra de las vacas

 

 

Cuando la locura de las vacas

llegó al Paraguay (x)

 

 

 

por: Bartomeu Meliá, S.J.

(Antropólogo)

 

 

Cuando los indios guaraníes ya no tenían duda de lo que representaban los españoles y sus vacas, se levantaron contra los invasores.

El Paraguay perdió definitamente buena parte de sus territorios nacionales por causa de las vacas; y es que la vaca modifica la faz de la tierra.

 

 

Extraños animales esos, mucho mayores que un mborevi, que comen pasto y hasta maíz tierno como los kapiyva y tienen cuernos más robustos y fuertes, más largos y retorcidos que un guasu pytã. Y esos karai, que los han traído, los quieren y hasta adoran más que a sus propias mujeres e hijos. Mujeres son muchas; vacas, poquísimas. Animales que parecen mansos, pero tienen arrebatos de furia, y atacan a las personas de manera más traicionera e inesperada que un jaguarete. Cómo los llaman ustedes ?, preguntaron los ava. Y encogiéndose de hombros, el karai cristiano contestó lo que parecía tan obvio: vaka, vaka. El indio repitió sin dificultad vaka, que hasta parece palabra de su lengua. Y el eco fue repitiendo vaka vaka hasta los confines de los campos y las faldas de los cerros. Poco a poco todo el territorio guaraní estaría inundado de vacas.

 

Más caras que las vacas de Gaete

 

Sería octubre del año 1555. El capitán Salazar y Ruy Díaz de Melgarejo, y otros españoles y portugueses, como los hermanos Escipión y Vicente Goes, que de la costa del Brasil llegaban por el río Paraná, ”fueron los primeros que trajeron vacas a esta provincia, haciéndolas caminar muchas leguas por tierra, y después por el río en balsas; eran siete vacas y un toro a cargo de un fulano Gaete, que llegó con ellas a la Asunción con grande trabajo sólo por el interés de una vaca que se le señaló por salario, de donde quedó en aquella tierra un proverbio:” más caras que las vacas de Gaete” (Ruy Díaz de Guzmán, Anales del descubrimiento, población y conquista del Río de la Plata (1612), Cap. XVI). Es la noticia que recoge Félix de Azara (Descripción general de Paraguay, Madrid, 1990, p.92), si bien la sitúa en el año 1556. Año fatídico en que se instauraba también la encomienda en el Paraguay. Vacas y encomenderos, ésta sería la gran alianza.

 

Colonizar era en buena parte traer vacas, sobre todo a una región desesperadamente pobre en oro y plata.

 

Más que la misma presencia del español, la vaca fue el instrumento de la conquista, de la usurpación de la tierra, del extrañamiento de los “naturales” de sus aldeas y de su retirada hacia los montes.

 

Para destruir una chacra, para acabar con un campo de maíz, para empujar a los indios un poco más allá, no se necesitaba ningún ejército; bastaba enviar por delante unas cuantas vacas. Las vacas comenzaron a ser la pesadilla, la temible presencia de los enemigos, el aviso de la desgracia. Qué hacer contra ellas ? Aniquilarlas era declarar la guerra a sus dueños. Además ya era demasiado tarde. Poco a poco había más vacas que españoles, y ese animal de cara estúpida, que las más de las veces parece desprotegido e inocente, paciente hasta el extremo, llegó a asustar más que el Moñái más taimado y perverso.

 

La lucha por la tierra en el Paraguay muy pronto se convertiría en una lucha por la tierra de la vaca. O vacas o indios; ésta es la cuestión.

 

Cenizas al viento

 

Cuando los indios guaraníes ya no tenían duda de lo que representaban los españoles y sus vacas, liderados entonces por el chamán Oberá se le levantaron contra los invasores y celebraron diversos ritos que eran como el exorcismo contra la nueva cultura karai. Fue entonces cuando no sólo se desbautizó a los ya bautizados –oñemogarai´o-, volviendo a los nombres antiguos, sino que también se quiso reguaranizar la tierra, y para ello había que matar, quemar esos animales tan peligrosos.

 

“Dentro del fuerte (del cacique Guayracá) se hizo solemne sacrificio de una ternera, que en concurso de los capitanes abrasaron en obsequio de Oberá, hasta que reducida a cenizas las esparcieron al viento, queriendo significar...que como la ceniza se disipaba por el aire, así habían de acabar ellos a todos los cristianos.” (Pedro Lozano, Historia de la conquista del Paraguay...III. Buenos Aires, 1874, p. 223.) Corría el año 1579.

 

De nuevo, en 1616, el indio Paytará, en el curso de otra rebelión guaraní, ”consiguió que dejasen los nombres españoles y mataron los perros, vacas y animales habidos de España, y que lo siguiesen a los bosques, abandonando el pueblo”. (Félix de Azara, Descripción e historia de Paraguay y Río de la Plata, Madrid, 1847, c.XXXI, No. 143.)

 

Para hombres locos, locas vacas

 

Pero no eran sólo los indios y sus caciques quienes se oponían a esos animales que amenzaban y destruían su economía y su modo de vivir tradicional. Los gobernantes españoles conocieron el dilema: o indios o encomenderos. Se optó –se opta todavía- por los últimos, se desforestan montes, se acaba con las poblaciones nativas y la miseria se extiende por doquier. La disyuntiva es hoy más obscena: o paraguayos o latifundistas, aunque éstos extranjeros. Donde hay vacas no hay tierras para los hombres. La lucha por la tierra en Paraguay es históricamente una lucha por la tierra de vacas. La historia de las vacas es en este Paraguay una historia social.

 

Por vacas y vaquerías chocaron las más locas ambiciones. El Paraguay perdió definitivamente buena parte de sus territorios nacionales por causa de las vacas; y es que las vacas modifica la faz de la tierra. Ese  nuevo rostro atrae y seduce irresistiblemente. Más hermosa que Elena de Troya, es motivo de asedio, invasiones y guerra. Es así como el Paraguay, aún hoy, está perdiendo extensos territorios del Chaco, vendidos al mejor postor. Porque en esos campos hay o puede haber vacas. Y entre ganaderos gana el ganado.

 

En realidad sólo hay vacas locas porque hay hombres locos (por vacas).

 

Más caras que las vacas de Gaete no son siquiera las vidas de muchas personas.

 

Ha upéi ? Ohopa la karréta ha opyta lo guéi.

 

Nota: Varias historias y trabajos sobre el ganado en el Río de la Plata, como los Emilio A. Coní (1930), Buenaventura Caviglia (1935) y Prudencio de la C. Mendoza (1928), entre los “clásicos”, confirman, aunque no lo pretendan, la violencia y crueldad del establecimiento y mantenimiento de las estancias, en esta parte de América. Se puede ver también Aurélio Porto, Historia das Misöes Orientais do Uruguai, primera parte, Porto Alegre, 1954. Las estancias y vaquerías de las Misiones Jesuíticas o Franciscanas ya son otro capítulo.

 

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 14-15 de abril de 2001 (Asunción, Paraguay).

 

 

Arte y espectáculos

 

LA GALOPA “18 DE OCTUBRE” FUE CREADA POR LOS COLORADOS (I)

Preludios de un homenaje musical que perdura (x)

Dentro de la vida nacional existen hechos anecdóticos que alimentan la suspicacia y un montón de ñe’êrei (disparates, dimes y diretes) y ñe’ênga (refranes, proverbios y máximas) que enardecen el espíritu de los más “apasionados” o “fanáticos” incautos que nunca faltan en el conglomerado humano. La histórica puja entre liberales y colorados resulta, como la de Cerro Porteño y Olimpia, cargada de condimentos para todos los gustos. Estas discrepancias devienen de las confrontaciones de “lopezista” y “antilopezista” que por varias generaciones mantuvieron en vilo al Paraguay.

 

Hoy rescatamos del baúl de los recuerdos una historia única, pero olvidada en el tiempo, que por ser singular ocupa este espacio, enriqueciendo aún más el denso acervo musical paraguayo.

LA POLITICA DE LA POSGUERRA


La masacre que representó la Guerra Grande para el Paraguay no logró extinguir completamente a la ancestral república guaraní. A pesar de la humillación que trajo la dependencia de los dominadores, silenciosamente iba resurgiendo de sus cenizas, siendo los excombatientes y desahuciados sobrevivientes de la pavorosa contienda latinoamericana quienes, a brazo partido, reiniciaron la ciclópea tarea de la reconstrucción. Esa inconmensurable jornada por la redención nacional generó absurdas reyertas intestinas que, radicalizadas, generaron divisiones, persecuciones, arrestos, confinamientos, desapariciones, revoluciones y un montón de obstáculos que contribuyeron con el excesivo retraso de la nación.

En medio de ese gatuperio en la convivencia entre “lopezistas” y “legionarios”, surgieron la fundación de dos partidos políticos: liberales (10-VII-1887) y colorados (25-VIII-1887) con el único propósito de aunar ímpetus para hacerse del poder y del control político de una república en ruinas. De ambos grupos, muy pronto aflorarían los servidores de la patria (hoy en franca minoría) y los vividores de la patria (hoy en prodigiosa mayoría), encontrándonos en el pináculo de los “comensales garrapatoides” que succionan, hasta la aridez y sin rubor, los más genuinos recursos acopiados por las distintas reparticiones del Estado paraguayo, eterno “botín de guerra” de los autoproclamados “políticos profesionales”.

TEJES Y MANEJES POLOTICOS

Bernardino Caballero adoptó al cuarteto ”Los Forestales” como conjunto estable de su gira

Dentro de ese contexto, los gobiernos de posguerra encuadrados en el liberalismo anárquico y colaboracionista con los invasores y ocupantes aliados de la patria, muy pronto perderían su credibilidad, incentivándose un cúmulo de presiones, conatos, autogolpes y asesinatos hasta que el héroe de la guerra, general Bernardino Caballero, pudo acceder al poder mediante acuerdos entre gallos y medianoche, en setiembre de 1880, para completar el mandato del presidente fallecido Cándido Bareiro y cuyo vicepresidente, Adolfo Saguier, fue “invitado” a no asumir para dejar el camino allanado al “centauro de Yvyku’i”, quien proverbialmente “completó” el periodo presidencial de su antecesor. Luego sería elegido para la gestión gubernativa de 1882-1886 por el “clamoroso” voto popular. Finalizado el mismo, entregaría el mando a su camarada, amigo y futuro correligionario, general Patricio Escobar, también electo por el sufragio del pueblo para el periodo 1886-1890, lapso en el cual se fundaron los partidos políticos, hoy centenarios y tradicionales. Inmediatamente asumiría Juan Gualberto González para “guiar a la patria” de 1890 a 1894, tiempo en que ocurriría la famosa “revolución” emprendida por los liberales el domingo 18 de octubre de 1891, donde consolidó su poder como “hombre fuerte” del ejército nacional el emergente coronel Juan Bautista Egusquiza.

LA CONSTANTE EMIGRACIÓN ARGENTINA

Como la villa de Corrientes fue fundada y habitada por los paraguayos en ancestrales tierras guaraníes y luego misioneras, la analogía y el vínculo entre dicha población y el “tronco” Asunción resultaron un escollo para las apetencias porteñas, que basamentaban su proyecto en la absurda resurrección del Virreinato del Río de la Plata (invento de Carlos III en respuesta a los Jesuitas) o, en su defecto, la conformación de una “confederación argentina de provincias”, teniendo como eje central del dominio y dependencia al puerto de Buenos Aires. Esas razones hicieron que los habitantes correntinos se sintieran –ancestralmente– más paraguayos que argentinos. La simbiosis cultural les permitió con naturalidad habitar paulatinamente y a su vez explotar racionalmente las maderas de suprema calidad existentes en la isla Jasyretã, además de la profusión de la ganadería y algunas actividades agrícolas en la época del doctor Gaspar Rodríguez de Francia, quien finalmente los expulsó de la isla cuando los peligros de invasión del tirano porteño general Juan Manuel de Rosas hiciera que primara la desconfianza hacia ellos.

OCUPACION LEGALIZADA

Posteriormente, en la época de los López, de la misma forma fueron sigilosamente aposentándose en la isla, siempre atraídos por su exuberante riqueza y variedad natural, rico depósito para la explotación comercial. A partir de allí fueron ingresando inadvertidamente en territorio firme hacia el Paraguay central, concentrándose y ambicionando las fértiles tierras de Misiones. La mayoría era gente pacífica, buenos labradores, dinámicos y muy emprendedores.
Del mismo modo, en el periodo de la posguerra aliancista, dichos correntinos, con mayor seguridad y advirtiendo las posibilidades de progreso, poblaron sostenidamente esas tierras vírgenes colaborando ávida y conscientemente con las “nuevas autoridades” para desarrollar y explotar la zona misionera bajo “supervisión” del Estado paraguayo.

Así fue como el 25 de setiembre de 1869, mientras el mariscal López estaba inmerso en su azaroso repliegue de la “diagonal de sangre”, el gobierno provisorio de la República del Paraguay acordó y decretó (ver infografía) la legalización de la entrada de los correntinos sin discriminación en territorio paraguayo. Muy pocos venían con su ganado para instalarse, ya que la mayoría aprovechó el “desbande nacional” para sustraer lo poco que quedaba del ganado paraguayo, acorralándolos para sus “tierras ocupadas”.
Cuando terminó la guerra y los paraguayos volvieron a sus tierras, la encontraron ocupadas por los correntinos que masivamente habían ingresado al Paraguay. Se inició la otra lucha, el desalojo que llevó muchos años de largos e interminables pleitos porque los paraguayos poseían solamente “títulos reales” de la época colonial, sin peso legal ni jurídico para el gobierno provisorio. Ese lapso fue aprovechado por la mayoría de los correntinos que después, en los inicios del siglo XX, transformaron sus precarios títulos en definitivos por prescripción treintenaria, mientras algunos compraron (en contubernio con autoridades) directamente del Estado. Todos los litigios que plantearon los paraguayos atávicos se perdieron definitivamente después de 1904 (gobierno liberal).

LA REVOLUCION CABALLERISTA 1873/74

Caballero, en sus últimos años, en una época álgida de su vida

Algunos de los correntinos que se quedaron a vivir definitivamente en el Paraguay formando sus familias fueron: los González, Llano, Corrales, Barrios, Del Puerto, Salazar, Arrom, Vargas, entre otros. Cuando los héroes de la guerra como el general Patricio Escobar y los mayores Santos Miño, Eduardo Ramírez y Rosendo Céspedes, con varios oficiales de menor rango y soldados excombatientes, todos ellos liderados por el general Bernardino Caballero, organizaron un movimiento revolucionario desde Corrientes y Empedrado para invadir el Paraguay con desembarco en Humaitá, tuvieron a muchos de los correntinos alistados en sus fuerzas dando un importante fortalecimiento a la tropa, como el catalán español Gerónimo Kiar, que aportó logística, provisiones, vituallas y armamento para aquellos cuadros instalados en la villa de San Miguel y paso Santa María del suelo paraguayo, lugares que sirvieron para preparar a las fuerzas revolucionarias convenientemente y con posibilidad de éxito. “Don Kiar” con sus barcos trasladaba todos los materiales de guerra por el río Tevikuary y por el Pirapo para llegar hasta el pueblo de Villarrica. Allí, de los diferentes “campamentos” se acoplaron a los “invasores” formándose un gran ejército que avanzó sobre la capital, obteniendo una victoria aplastante contra las fuerzas gubernistas en Campo Grande el 12 de febrero de 1874.
Dos días después, los triunfantes desfilaron con vítores de la gente que atiborraba las calles de Asunción, aclamando a los “salvadores de la dignidad nacional” que estaba siendo aplastada por los “paraguayos legionarios”.
La Plaza San Francisco (hoy Uruguaya) fue el centro de la celebración y el júbilo.


LIMPIANDO EL PASADO

Muchos oficiales paraguayos buscaron con este movimiento reivindicarse con sus históricos jefes, porque más de uno había claudicado en la guerra prestándose como “baqueano” (guía, conocedor, ducho) al enemigo cuando cayeron prisioneros. Con el final de la guerra se mostraban lastimados, desilusionados, avergonzados y deprimidos por aquellos hechos de infortunio. Jamás perdonaron el engaño del cual fueron objeto por parte del enemigo y los antipatriotas legionarios, a más de la debilidad cometida contra el propio terruño. Por ello, se asomaban con el más vivo deseo de “lavarse” las culpas que carcomían sus sentimientos más íntimos, levantándose contra los responsables de su desgraciada actitud.

Alberto Candia
alcandia@abc.com.py

(x) Del diario ABC COLOR, 16 de octibre de 2007 (Asunción, Paraguay)

 

 

-Fragmento-

 

CHONO KYBWRÁ: Aves y almas en la mitología guaraní (x)

 

por: León Cadogan

(Villarrica, Paraguay)

 

  Un mito bororo transcripto por el Dr.Lévi-Strauss en Le Cru et le Cui (Lévi-Strauss, 1964, p. 43-45) y en el que se hace referencia a un colibrí que llega la morada de las almas, me recuerda una breve comunicación escrita en 1955, motivando la presente reseña. Lleva por título “Aves y almas de difuntos en la mitología guaraní y guayakí”, y se  publicó en Anthropos, vol. 50, p. 149-154 (Cadogan, 1955). La presente reseña no es sino una ampliación de la comunicación aludida, pero  como las investigaciones practicadas en el lapso transcurrido desde 1955 confirman que los Guayakí no son sino Guaraní más primitivos, le he puesto un título ligeramente modificado. Las aves citadas en “Aves y almas de difuntos” son el Urutaü o Nyctibius griseus cornutus; la Lechuza, Strygiformes; Piritaú (?), Andyrá y una perdiz. Entre otras, me ocuparé de las dos primeras. Comenzaré por Colibrí, no citado en la aludida comunicación, pero objeto del pasaje del mito bororo que motiva esta reseña.

 

  En los “Estudios Guayaki” –II Parte, la Dra. B.J. Susnik  (Susnik, 1961, p. 198-199), se ocupa de Chonó, el trueno-rayo y sus pájaros, y termina diciendo: ”El antiguo trueno-rayo fue semejante al picaflor”, sentencia que también admitiría de la traducción: ”El pájaro del primer o primitivo Trueno-rayo es (o fue) semejante a picaflor”. Los pájaros del Trueno citados en mi Algunos Textos Guayakí I Parte son Kwipirúgi, Urutaü, Gaviota o Bwa-kakö y Teangi; pero posteriormente obtuve informes acerca de otros, entre ellos los citados por la Dra. Susnik, y dos especies de colibrí: Kiminó, el colibrí común, y K-rumá, diciéndome acerca de éste mis informantes que ”también es pájaro del Trueno-Rayo, se asemeja a (es una especie de) colibrí” (Cadogan, 1960a, p.27-28; 1962, p. 72-73).

  Como consta en los citados trabajos de la Dra. Susnik y los míos, estos pájaros del Trueno-Rayo fulminan a los árboles, producen baibiká =destrozos, incendios, actos de venganza. Y cumplido su cometido, regresan al cielo para dormir con su padre Chonó, algunos cuando brota el laurel (Ocotea sp.) y se llenan los panales; otros, cuando fructifica el guëmbé (Phylodendrom), planta muy apreciada por el selvícola tanto por sus frutos como por la corteza de sus rizomas. A semejanza de los Pájaros del Trueno-Rayo, el alma ”espiritual” del Guayakí: ové, ovwé, también asciende a Chingy-tÿ Uchá-iã, la Floresta Invisible, y a semejanza de los Pájaros del Trueno, se rodea de rayos y truenos, de vientos huracanados, precipitándose también a tierra para producir destrozos e incendios, fulminar árboles, matar y llevar consigo de regreso al paraíso el alma de su víctima.

En resumen, puede decirse que existe estrecha relación entre Chonó, el Trueno-Rayo, los Pájaros del Trueno o Chonó Kybwyrá –entre ellos Ki-minó y K-rumá, picaflores- y el alma humana ”espiritual” (como lo veremos enseguida, el ser humano tiene dos almas, una espiritual y otra telúrica). Examinamos ahora el lugar que el Trueno-Rayo ocupa en las creencias de otras naciones guaraníes, comenzando por aquella cuya mitología ha sido modificada más profundamente por la aculturación, los Pãi-Kayová.

 

(x) De la Revista de Antropología. Director: Egon Schaden. Säo Paulo, Brasil. 1967-68. Separata do volume 15 e 16.

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: Esta revista, nos hizo llegar gentilmente el Sr. León Cadogan, con esta dedicatoria: “Para el Sr. Bernardo Garcete Saldívar, con los agradecimientos y cordiales saludos de León Cadogan; X-12-1969”.

 

La leyenda del Korochire (x)

 

por: Girala Yampey

 

 

  Korochire, es la variedad de color amarronado del havía (zorzal), en éste caso, el zorzal criollo. La otra tiene color grisáceo. Su silbo imita onomatopéyicamente su nombre: korochire, korochire…y canta constantemente, en diversos tonos, hasta por las noches, sobre todo en primavera. León Cadogan, recogió, de fuente genuinamente guaraní, la siguiente leyenda:

 

  Los tajy kuéra (lapachos), cubiertos de flores, anunciaban que no habría más escarchas aquel año y que había llegado la época de la siembra. Todo el mundo, hombres, mujeres y niños, se dedicaban, con entusiasmo y alegría, a las faenas agrícolas. Unos arrancanban las malezas, otros manejaban el yvyra-hakuáva (bastón puntiagudo). Otros echaban  en los hoyos abiertos por éstos, trozos de la rama del elemental mandi´o (mandioca), semilla de avati (maíz), kurapepé (zapallos), jety (batatas), manduví (mani), kumanda (porotos, y otras simientes. Todos trabajaban, menos un mozo esbelto que, al levantarse, ya alto el sol, tomaba su mbaraka (guitarra), y cantaba, casi sin interrupción, melodiosas estrofas de amor, dedicadas  una supuesta prometida. Hasta la hora de comer no suspendía la musiqueada.

 

  Cuando llegó la época en que el cogollo del maíz tomaba sazón y los vástagos del jepy y del andaí (calabaza) comenzaban a tapizar el suelo  con el verdor de sus alfombras, a fin de evitar que los ñuati-pytá (espinas rojas) y otras malezas perjudicaran la futura cosecha, todos se encaminaron a la kapuera para limpiar la chacra de hierbas malas. Todos, menos el esbelto mozo del mbaraka. Él seguía entonando melodiosas estrofas a la ausente prometida.

 

  Llegaron los días de calor, floreció el yvyra-pytá y maduró la fruta del guembe, recordando a los hijos de la selva que había llegado la época de hacer las últimas siembras. Todos se dedicaron con ahinco a preparar tales cultivos, a fin de que no falten alimentos durante los días fríos y lluviosos del invierno. Todos trabajaban, menos el esbelto mozo del mbaraka que, sin preucuparse de las actividades de los demás, siguió con su música y su canto.

 

  Aunque Tupã había indicado a los hombres que tenían el deber de atender y dar de comer a su familia y cooperar  con la comunidad, el vigoroso y esbelto varón, pasaba su tiempo cantando y sin trabajar. Un día, sin que nadie se diera cuenta, el mozo del mbaraka desapareció misteriosamente. Días después, se escucharon en la selva cercana al tapýi (rancho), los melodiosos trinos de un pájaro, hasta aquel  entonces desconocido. Era el silbo del korochiré que, aún de noche, cuando se despierta, entona en melodiosa voz, sus cantos de amor.

 

  Cadogan, termina diciendo: ”Este es un cuento que narró el Cacique Emeterio a un grupo de jóvenes, en un atardecer de agosto, al comenzar la época de la primera siembra”.

 

(x) Del libro ”Mitos y leyendas guaraníes” de Girala Yampey (Edición del autor;2003; Asunción, Paraguay). Cortesía de don Elías Fadlala, distinguido amigo de FA-RE-MI.

 

 

ACOTACION DE FA-RE-MI: En la 18.Parte del DEL PARAGUAY PROFUNDO, el periodista y poeta, Mario Rubén Álvarez, escribe sobre este pájaro, apoyándose también en la versión de León Cadogan, pero con algunas leves modificaciones…-

 

 

El duende de Punta Karapã

Una guarania para José Asunción Flores (x)

 

 

por: Mario Rubén Álvarez

-Poeta y periodista-

(alva@uhora.com.py)

 

 

  Dos escasos días habían transcurrido desde el día –16 de mayo de 1972- en que el creador de la Guarania, José Asunción Flores, se convirtiera en una mariposa inmortal volando a la eternidad.

 

  Su amigo, el poeta Carlos Federico Abente, médico, nacido en Isla Valle, Areguá, el 6 de setiembre de 1914-, sintió la necesidad candente e imperiosa de escribirle unos versos a ese hombre excepcional que murió bajo sus solícitos cuidados en el Sanatorio Mitre, de Buenos Aires. Así, movido por el recuerdo aún tibio y cercano de su entrañable compañero, escribió A José Asunción Flores que, luego, al musicalizarse adquiriría la identidad de Al duende de Punta Karapã. Retrataba, desde su memoria, una figura profundamente humana, solidaria con el dolor de sus hermanos, partidario de la justicia y amante de los perros.

 

  “El murió en el que hoy es el mejor sanatorio de Buenos Aires. Es mentira que haya fallecido abandonado. Yo mismo, cuando se sintió enfermo, lo interné en Mitre, donde ejercía el papel de director. Él ya había tenido dos infartos. Lo hice atender por los mejores cardiólogos de entonces. Se fue a Rusia y allí los médicos no conocían el Mal de Chagas que él padecía. Regresó a la Argentina mal, con el corazón cada vez más agrandado”, rememora el Dr. Abente.

 

  “Tras su vuelta guardó cama algún tiempo. De día lo atendía Emilio Vaesken y de noche se quedaba con el un amigo suyo de apellido Gamarra. Cuando las cosas se agravaron, por su edema pulmonar y su insuficiencia cardiaca, lo interné. Estuvo dos semanas hasta que murió”, continúa relatando.

 

  El tiempo siguió su curso. El poema escrito por Abente quedó guardado. En 1995, en el Hogar Paraguayo, de Berazategui –del Gran Buenos Aires-, el poeta conoció al músico Pablo Ríos, nacido en Pilar el 30 de setiembre de 1967. Éste, con Martín Arzamendia, al mes del primer encuentro, fue a la casa del médico-escritor. Desde entonces esas visitas fueron permanentes.

 

  “En la segunda ocasión en que nos vimos me entregó dos letras para ponerle música. Teniendo en cuenta que sus obras habían sido musicalizadas nada menos que por Flores y Prudencio Giménez, a mi me pareció demasiado grande lo que me estaba ofreciendo. Se lo dije. E insistió. Una de las letras era lo que después acordaríamos titular El duende de Punta Karapã. Me dijo que la tenía reservada para alguien muy especial y que esa persona era yo”, cuenta Pablito Ríos.

 

  Al compositor le llevó un año moldear la música. La corrigió varias veces. “Una vez, camino a la casa del Dr. Abente, me vino una melodía a la cabeza. Al llegar, le pedí papel y lápiz, con urgencia. Ndaipotái okañy chehegui pe melodía aguerekóva che akãme (No quería perder la melodía que retenía en la mente). Hice las anotaciones y luego las trasladé a la composición”, acota.

 

  “Cuando ya estuvo completa la guarania le propuse al doctor buscar un título más fuerte que el suyo. A mí me gustaba El duende de la Chacarita. Entonces él me dijo de Punta Karapã. Ese es el lugar del barrio Chacarita de Asunción donde Flores había vivido un tiempo. Y así quedó”, comenta finalmente Pablo Ríos.

 

 

El duende de Punta Karapã

(A don José Asunción Flores)

 

Volverás una tarde silenciosa

Recorriendo caminos de recuerdos,

Musitando guaranias taciturnas

Que impregnaron tu tierra de canciones.

 

Volverás con tus pasos demorados

Derrochando ternuras infantiles

y…un cortejo de perros vagabundos

corearán con sus colas tu amistad.

 

Volverás por tu tierra colorada

Una tarde de enero calurosa,

Cobijado a la sombra generosa

De una extraña y brillante mariposa.

 

Volverás silencioso, interesado

Por el mal que padecen tus hermanos

La orfandad de tus indios aborígenes

Y la paz inmolada de los hombres.

 

Volverás ya lo sé, con tu ropaje

De mancebo ancestral y paraguayo,

Reclamando justicia, sin desmayo

para los que sufren penando en los caminos.

 

Letra: Carlos Federico Abente

Música: Pablo Ríos

 

 

(x) Del libro Las Voces de las memoria (Historias de canciones populares paraguayas), de Mario Rubén Álvarez (Tomo III;  2004). Edición del autor y  el Arquitecto Julián Navarro Vera (Asunción, Paraguay).

 

 

 

 

Comunicación y espectáculos (x)

 

por Luis Verón

 

 

Música teclada

 

  Es muy conocida la creencia de que el primer piano fue introducido al Paraguay por Elisa Lynch, la amante del Mariscal López. Aunque ella difundió el gusto por la buena música, el primer piano fue importado por  un comerciante de apellido Guesalaga, en 1851, cuatro años antes de la venida de Madame Lynch.

  En 1854, ingresaron tres pianos más, a bordo del vapor inglés ”Hanny”.

actual ”Asunción Palace Hotel”.

 

 

  ”Arribeño resay”

 

  La primera  ejecución de la guarania ”Arribeño resay”, de José Asunción Flores, se realizó durante una tertulia de intelectuales y artistas en la farmacia ”Americana”, y estaba dedicada al propietario de ese establecimiento, don Arturo Alsina. Fue en ocasión que el poeta Rigoberto Fontao Meza solicitó permiso a Flores para poner letra a esa composición músical.

 

La primera orquesta de Asunción

 

  En 1545, se constituyó la que fue la primera agrupación musical de la ciudad de Asunción y, por ende, la del Paraguay. Estaba integrada por los músicos Antonio Coto, Antonio Romero, Gregorio de Acosta, Antonio Tomás y Juan de Jara.

 

 

”Música, maestro”

 

  A principios de siglo llegaron los primeros aparatos para reproducción musical conocidos como fonógrafos. Su aparición en los salones de las casas principales de entonces causó revuelo y curiosidad. Los discos eran importados de países europeos.

 

  Posteriormente, hacia el primer cuarto de siglo, apareció la victrola, que se diferenciaba del fonógrafo por ser más chica, portátil, con mayor fidelidad sonora y contaba con una dispositivo para regular la velocidad de los discos, cuya mayoría era de procedencia argentina, de los sellos ”Odeón”, ”RCA Víctor”, ”Polydor”, etc.

 

  Fueron en aparatos  como este  que se escucharon las primeras grabaciones de un género musical sus primeros pasos, la guarania de Flores.

 

Micrófonos callejeros

 

    Si bien la actividad radiofónica en nuestro país data de 1912, cuando buques de la Armada nacional incorporaron la radiotelegrafía, las ”coberturas de la calle” recién fueron adoptadas en 1956 por la desaparecida radio ”Mariscal López” de Chamorro Damus. Con estas coberturas, la actividad radial se hizo más ”periodística”.

 

El ”Teatro Nuevo”

 

  Faltando once años para la finalización del siglo XIX, un activo empresario teatral, D. Baudilio Alió, construyó el edificio del ”Teatro Nacional”, actualmente conocido como ”Teatro Municipal Ignacio A. Pane”.

 

  En ese lugar existió una pequeña plaza llamada ”Libertad” y en uno de sus costados hacia el río funcionaba el viejo teatro, construido por el español Ildefonso Bermejo –durante la época del viejo López- y donde fueron exhibidos los trofeos de guerra devueltos por el Uruguay.

 

  La pared posterior del ”Teatro Municpal”, según algunos conocedores, es lo único que queda del viejo teatro de Bermejo, que hasta décadas atrás aún conservaba sus amplios ventanales.

 

 

(x) Del libro: ”Asunción, recuerdos de entrecasa”, de Luis Verón: editado por la Municipalidad de la Ciudad de Asunción (Paraguay), en 1998.-