48. Parte

“En la selva paraguaya

que de flores se perfuma

late un corazón de plumas

que aletea una ansiedad.

Es el secular tañido,

es la guarania de la esperanza,

se escucha mas no se alcanza

ni se puede aprisionar.” (x)

(x) De la canción ”Pájaro Campana”;

de: Carlos Talavera y Eduardo Rayo.


DEL PARAGUAY PROFUNDO


Tereré es el de esta tierra

por : Gustavo Laterza Rivarola

(glaterza@abc.com.py)

  No hay quien no haya escuchado y divulgado la versión que afirma, con pretensiones de seriedad, que el tereré se originó en la Guerra del Chaco, debido a dos causas posibles (según quién lo cuente): para filtrar el agua arcillosa o sucia, o para no tener que encender fuego que delate la posición. 

  Pero la yerba mate, según sabemos por experiencia, tan suelta como es, en realidad no filtra nada, como tampoco la bombilla. Por otra parte, tomar mate bajo los 45 grados de calor chaqueño debería ser considerado, cunado menos, suicidio en grado de tentativa. Hay quien retrotrae esta leyenda a la Guerra de la Triple Alianza, versión que es tan desastinada como la anterior, aunque, al menos, aleja un tanto más la antigüedad del consumo del Ilex paraguariensis.

  Con la (seguramente vana) intención de dar corte final a esas fantasías, procedo a llamar al estrado al padre Pedro Montenegro (1663-1728), naturalista, quien declara: "Socorrió Dios con esta medicina a esta pobre tierra por ser más conducente a ella que el chocolate, y vino a sus naturales habitadores así como lo es el cacao en el Oriente, porque estas tierras muy calientes y húmedas causan  graves relajaciones de miembros, por lo grave aspersión de los poros, y vemos que de ordinario se suda con exceso, y no es remedio el vino ni cosas cálidas para reprimirlo, y la yerba sí, tomada en tiempo de calor con agua fría, como lo usan los indios, y en tiempo frío o templado con agua caliente templada, y los que la usan como agua muy caliente y en mucha cantidad yerran, y no les hará ningún provecho". Más claro, agua. Agua fría.

  Lo que confunde a mucha gente es, posiblemente un factor minio: el papel principalísimo que hoy posee el hielo. En nuestro  país, las fábricas de hielo fueron instalándose en los años 20; aunque inicialmente no se lo empleó para la conservación, sino sólo para el enfriamiento de bebidas. Hacia 1925 ya había heladerías en Asunción; pero las neveras domésticas comenzaron  a expandirse recién a mediados de siglo. Los que no logran disociar el tereré del frío, tampoco logran imaginar que antes del hielo ya existía el hábito. Pero sí. Tanto antes que, de hecho, siguiendo a Montenegro, se puede afirmar que no sería raro que la modalidad del tereré fuese anterior a la del mismo mate.

  Ahora vienen  a asustarnos con que en Buenos Aires y alrededores ya están divulgando la versión de que el tereré es un invento de los habitantes del noreste argentino. Bueno. En esto tendrán que vérselas con los brasileños, que aseguran es oriundo del estado de Mato Grosso. Supongo que los bolivianos lo reclamarán para Santa Cruz de la Sierra. Es el precio del éxito. Dicen que porteños y brasileños lo ceban con gaseosas, jugos de frutas y otras cochinadas; con lo que, a mi entender, el debate sobre el origen queda concluso.

  Aquí se intenta proteger la marca con medidas tales como la Ley Nro.4261/11 "Que declara al tereré como Patrimonio Cultural y Bebida Nacional del Paraguay"; y señala su fecha de conmemoración para el último sábado de febrero. Muy bien. El tiempo dirá si fue una medida eficaz o inane. Los brasileños de más allá del Mbaracayú y el Paraná ya intentaron convertir a "tereré" en una denominación de origen, en lo  que les fue tal mal como era de desearles, por embusteros y oportunistas.

Pero si los paraguayos somos los primeros de desconocer la historia, restando a nuestros indígenas su mérito en este asunto,  no nos quejemos de que los porteños se lo atribuyan a los formoseños y a no sé quienes más;  y que los brasileños hagan lo suyo. Mejor, conservemos intacto este hábito tal como lo practicamos desde siempre, sin las mudanzas y novedades de las modas exóticas y sin calentarnos con las pavas del mate y las pavadas del vecindario geográfico. Este cuento muestra, a mi modo de ver, que nuestra historia cultural regional parece ser siempre la misma: lo bueno que en un país se crea, en el otro se imita; mientras que un tercero se lo atribuye y un cuarto le saca provecho lucrativo".

(x) Gentileza del diario ABC COLOR, domingo 15 de febrero de 2015; Asunción, Paraguay.

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EL  IDIOMA GUARANÌ

”Fray Luis Bolaños, creador de la grafía guaraní

por: Margarita Durán Estragó (x)

  El catecismo limense traducido al guaraní por Bolaños constituye, según Bartomeu Meliá, “el acta fundacional del guaraní paraguayo”, para otros “el primer monumento escrito en lengua guaraní”.

  Con la expedición del veedor Alonso Cabrera llegó al Paraguay fray Luis Bolaños, el 8 de febrero de 1575. Al cumplirse 440 años de su arribo a Asunción, rendimos un homenaje al creador de la grafía guaraní.

  El sistema gráfico adoptado por Bolaños marca el punto de partida de la literatura guaraní. Su aporte lingüístico ha hecho posible la sistematización y atesoramiento de vocablos de la primitiva lengua guaraní, que de otra forma no los hubiéramos conocido.

  Bolaños fue el inventor de opciones lingüísticas que han llegado hasta nuestros días. Es verdad que se valió del alfabeto castellano para reducir la lengua guaraní, pero aún así tuvo mérito de encontrar soluciones prácticas a dificultades concretas: El uso de la y como una consonante más; los digramas mb, ng, nd; la h como sonido de la je, son creaciones de Bolaños que siguen vigentes en la lengua guaraní.

Es conveniente destacar que la iglesia misionera, en la persona de su Obispo fray Alonso Guerra, quien alentó los trabajos lingüísticos de Bolaños proporcionándole “los mejores intérpretes que se hallaron”. Así lo expresó el maestro de campo García Moreno, lenguaraz e hijo de la tierra, al testimoniar que él “se halló presente muchas veces cuando el padre Bolaños escribía varias cartas al capitán Escobar, famosísimo lenguaraz, consultándole sobre la propiedad de algunas palabras que ponía en el catecismo. Y el capitán respondía afirmando y confirmando las palabras.

  Cuando el Obispo Guerra llegó a su sede en 1585, Bolaños ya había escritos su diccionario y gramática guaraní, además del rezo u oraciones, los que compuso con ayuda de los novicios  guaireños fray Gabriel de la Anunciación y fray Juan Bernardo. Entre 1585 y 1586 Bolaños escribió el primer catecismo en guaraní, traducción del texto aprobado por el Concilio Limense de 1583.

Único traductor

  El Ritual Manual Peruano y la forma breve de administrar a los Indios los Sacramentos fue impreso en Nápoles, en 1607, por fray Jerónimo de Oré y está escrito en latín, romance, guaraní, aymára, quichua, puquina y mochica. Al referirse a la versión guaraní, Oré expresa que toda ella es exclusivo de fray Luis Bolaños, no así las demás que son traducciones colectivas de clérigos y religiosos de varias órdenes religiosas:

“La Guaraní es toda del Padre fray Luis Bolaños de los Menores Observantes, con aprobación del Reverendísimo del Río de la Plata (Martín Ignacio de Loyola, Obispo franciscano).

Además de la traducción del catecismo y a juzgar por testigos de la época, Bolaños también tradujo al guaraní la forma breve de administrar los sacramentos. Con relación a la confesión y penitencia,  el primer provincial de los jesuitas, Diego de Torres Bollo, atestiguó en 1611 que Bolaños fue el primero en escribir en guaraní, además del “vocabulario, arte y doctrina, y el “confesionario y sermones”.

  De todas aquellas traducciones, la única conocida hasta hoy es la Doctrina Cristiana (oraciones) y el Catecismo breve;  los otros textos tal vez nunca se publicaron, por lo menos como de su autoría. Al respecto, dice el hermano lego Juan Echeverroa. “Por humildad no le dio a la estampa, dejando a otros el lauro y la gloria de su trabajo”.

  Tal como lo mandaba el Sínodo de Asunción de 1603, los jesuitas también enseñaban a los indios la doctrina cristiana traducida por Bolaños:

   “ Los muchachos a un lado del pórtico y las muchachas al otro, empiezan a decir con voz alta toda la doctrina Cristiana desde el persignarse hasta acabar todas las oraciones, preguntas y respuestas del catecismo…Púsolo en guaraní el Venerable Padre Fray Luis de Bolaños, compañero de San Francisco Solano”.

  La recitación cotidiana del catecismo de Bolaños durante años y centurias, en todos los pueblos y reducciones del Paraguay y Río de la Plata, ha convertido a dicho catecismo en la obra más célebre y difundida de la iglesia colonial. Las discusiones que se suscitaron más tarde entre el Obispo Bernardino de Cárdenas y los jesuitas, a raíz de algunas palabras utilizadas en el catecismo, no han hecho más que confirmar la validez y notoriedd de los trabajos lingüísticos de fray Luis Bolaños”.

(x) Cortesía del diario “ÚLTIMA HORA” ( “El Correo Semanal”), sábado 21 de febrero de 2015, Asunción, Paraguay.

                               

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20 de febrero de 2015

LO SOSTIENEN HISTORIADORES DE LAS MISIONES JESUÍTICAS

“Guaraníes inventaron el fútbol (x)

El origen del fútbol ha sido debatido durante muchos años, siendo la versión más conocida y aceptada que este deporte que mueve multitudes en todo el mundo, fue inventado por los ingleses, como una derivación del rugby. Sin embargo, existen documentos que prueban que desde la época precolombina nuestros ancestros guaraníes ya desarrollaban un juego con pelota que, a diferencia de los europeos, no se jugaba con las manos, sino con los pies.

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Ilustración de la práctica del fútbol, que para muchos fue inventado por los ingleses.Sin embargo, existe otra teoría. / ABC Color

Esta afirmación nace de manuscritos provenientes de las reducciones jesuíticas, rescatados por historiadores y estudiosos del tema, donde aquellos religiosos que inculcaron el cristianismo a nuestros pueblos originarios, contaban de la existencia de cierto “extraño juego” practicado por los guaraníes, que tenía la particularidad de que eran utilizados los pies y no las manos para darle a una pelota hecha de cierto tipo de goma, que al ser impulsada hacia arriba, botaba una y otra vez en el suelo.

El productor paraguayo Marcos Ibáñez llevó a cabo un documental audiovisual sobre el tema, denominado “Los guaraníes inventaron el fútbol”, que al decir de su realizador es “la primera película de investigación audiovisual sobre el fútbol y el aporte de los indígenas guaraníes al deporte mundial”.

Ibáñez contó con la participación de la historiadora Margarita Miró, también paraguaya, quien entrevistó al antropólogo jesuita Bartomeu Meliá, quien vive en Paraguay hace sesenta años, para la realización del audiovisual. “Se trata de la historia del juego del ‘manga ñembosarái’, el de la pelota con los pies o balompié, que en su evolución y reglamentación daría origen al fútbol, como hoy se lo conoce”, explica Ybáñez respecto a dicho trabajo que saca a luz la sustentación de esta versión que no deja de ser sorprendente.

El mismo compatriota señala que “este juego precolombino es registrado y documentado por sacerdotes jesuitas en las reducciones desde 1639.

Recién dos siglos después este juego fue reconocido y reglamentado en Inglaterra”.

La idea del fútbol en las reducciones jesuíticas, o antes de las mismas, incluye territorios del Paraguay y el norte de la Argentina.

Lo que llamaba la atención de los misioneros europeos, era que los guaraníes jugaban a la pelota no con las manos, como los españoles y portugueses, sino con los pies.

“El juego de la pelota con los pies, al que se denominó luego fútbol, nace con los pies de los indígenas guaraníes ya en épocas precolombinas y mucho antes que en Inglaterra y en el resto de Europa, donde dicho juego era desconocido en esa época”. Afirmaciones del sacerdote español Bartomeu Meliá, antropólogo y lingüista, radicado en el Paraguay desde 1954, quien es uno de los investigadores más destacados de América.

El mismo relató que la publicación del Vaticano L’Osservatore Romano, basó en un artículo de investigación, la afirmación que el fútbol fue inventado por los guaraníes, cuyo juego está documentado desde 1639, e incluso de qué material se hacían las pelotas.

Una descripción del “fútbol guaraní” que data de 1777 habla del “deporte dominguero por excelencia en las plazas de los pueblos misioneros”, juego por entonces desconocido en el Viejo Continente.

Meliá sostiene que los guaraníes deberían ser reconocidos como los verdaderos inventores del fútbol. Al respecto, fundamenta: “Lo que hoy conocemos como fútbol se empezó a jugar en los colegios ingleses a partir del siglo diecisiete, pero la primera reglamentación sería la de Cambridge en 1846. La primera Football Associations (FA) de Londres, solo apareció en 1863. La FIFA se creó en París en 1904, todas estas fechas más recientes que las que documentan el fútbol de los guaraníes.

“Después de la misa, se reparten las faenas de toda la semana y se van a comer y a jugar a la pelota, que es casi su único juego. Pero no la juegan como los españoles con las manos. Al sacar, tiran la pelota un poco en alto y la arrojan con el empeine del pie del mismo modo que nosotros con las manos. Y al volverla, los contrarios lo hacen también con el pie, lo demás es falta. Su pelota es de cierta goma, que salta mucho más que nuestras pelotas. Júntanse muchos a este juego y ponen sus apuestas de una y otra parte”, señala una de las descripciones de este deporte precolombino hecha por los jesuitas, en tiempo de las misiones en Paraguay.

(x) Gentileza del diario ABC COLOR (20.02.2015), Asunción, Paraguay.

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“TODO POR EL CERRO LEÓN”  (Paraguay)-x-

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“Vista del Parque Nacional Defensores del Chaco, donde está el Cerro León”

(x) Foto: Cortesía del diario ABC COLOR, Asunción, Paraguay.

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EDITORIAL (X)

PRESERVAR INCÓLUMES LOS TESOROS QUE LA NATURALEZA NOS CONFÍO

  El territorio paraguayo, que ha venido siendo sometido a rapiña y explotación inmisericorde desde hace al menos cuarenta años por una explotación irracional de su suelo, ya no tolera más depredación. En ese sentido, es justo y legítimo el reclamo ciudadano para que el cerro León, ubicado en el Paque Nacional Defensores del Chaco, sea preservado a toda costa. Es responsabilidad principal de las autoridades conservar incólumes los tesoros que la naturaleza ha confiado a su guarda, dejando de someterlos a la brutal expoliación en pos de un cuestionado “progreso” y lucro despiadado.

  Es oportuna  y atinada la movilización ciudadana que exige la absoluta preservación del cerro León. Su expresión de indignidad es la demostración de que la sociedad paraguaya está avanzando, lenta pero sostenidamente, en la defensa de su patrimonio común. Y qué herencia más noble y necesaria que la custodia de aquellos bienes que fueron entregados a nuestro cuidado por la madre naturaleza.

   En un texto digno de ser impreso en letras de oro, nuestro laureado escritor Augusto Roa Bastos expresaba hace algunos años: “El duelo dialéctico entre naturaleza versus cultura no ha sido desde los arcanos orígenes sino la extracción y transformación de la naturaleza en producción y cultivo de nuevas formas, de nuevas materias, de nuevas esencias, por la industria del ingenio humano. Cada progreso del hombre ha sido logrado a costa de la naturaleza. Pero sus yacimientos no son inagotables ni imperecedores”.

  El nivel  de explotación inmisericorde  al que sido sometido el medio ambiente del Paraguay es realmente criminal. Una insaciable sed de lucro ha eliminado en pocos años millones de hectáreas de bosques que, objeto del rollotráfico, han ido a parar a otros lares para ser comercializados a vil precio. La contaminación de nuestros cauces  hídricos es fragrante. Y como muestra de este ominoso delito de lesa naturaleza, ahí tenemos hace años al otrora lago azul Ypacaraí, convertido en asqueroso vertedero por irresponsables propietarios de fábricas, mataderos y frígoríficos, que han dejado a miles y miles de paraguayos sin un precioso recurso turístico y recreativo.

  El historial –prontuario deberíamos llamarlo- de atropellos a la naturaleza que registra el último medio siglo es tan abrumadoramente vergonzoso que nadie,  de ninguna manera o con pretexto alguno,  debería creerse en el derecho de seguir sugiriendo la explotación de otro tesoro, como es el cerro León, ubicado en el Parque Nacional Defensores del Chaco.

  Esa es una de nuestras últimas reservas naturales, y como tal debe ser mantenida incólume. Siendo el territorio nacional tan extenso, el ciudadano común se pregunta justificadamente por qué motivo las autoridades del Estado no ponen sus ojos  en otros sitios para proponer explotarlos “racionalmente”.

  Que dejen a la naturaleza en paz.  Máxime considerando que en aquellas distantes regiones habitan pueblos originarios –los ayoreos-  que tienen derecho a ver respetado su habitat, luego de que tantas otras tierras que históricamente les pertenecían fueran literalmente arrasadas por la mano  del hombre “civilizado”.

  Debe cumplirse, pues, lo que establece nuestro marco legal. De hecho, la Seam está imposibilitada de otorgar licencias, debido a la Ley 352/94 “De áreas silvestres protegidas”, que fija en su Art.46: “En las áreas silvestres protegidas bajo dominio público y privado solo se podrán realizar aquellas actividades que no contravengan lo dispuesto en la presente ley y sean deterrminadas expresamente por la autoridad de aplicación, conforme al plan de manejo respectivo (…).

Las herramientas para impulsar el progreso deben estar siempre en concordancia con el respeto al medioambiente. Todo lo que se haga de espaldas o contravención a este principio no es más que un retroceso, un atropello a la naturaleza disfrazado de un “desarrollo” puesto al servicio de intereses espurios.”

(x) Gentileza del diario ÚLTMA HORA; sábado 14 de febrero de 2015; Asunción, Paraguay.


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-Fragmento-

LA CULTURA ORAL DEL PARAGUAYO (x)

Por: Saro Vera 

  Los dos grandes tipos de cultura en que se ha desarrollado la personalidad del paraguayo son la cultura oral y la tribal.

La cultura escrita es relativamente reciente y no ha llegado ni a la etnia ni a todos los rincones. La escritura ni siquiera ha sido de uso popular sino de una élite así como sucediera en los grandes imperios de la antigüedad, sin excluir el romano y ni siquiera Grecia.

  Ahora mismo, en muchas naciones, no solo en el Paraguay, la escritura no pertenece al medio común de la comunicación popular.

  La cultura oral se caracteriza por su comunicación interpersonal y social por medio de la palabra viva o palabra hablada. Los hombres se comunican directamente. Transmiten sus ideas, sentimientos y noticias de persona a persona, y de persona a la comunidad reunida en determinados acontecimientos. El jefe no lee para imponer reglas para determinados procedimientos. Directamente les dicta a las personas, y éstas toman la precaución de retenerlas en la memoria.

  El desarrollo de la memoria es de capital valor en una cultura oral. Es el único receptáculo de las palabras y noticias, por una parte, y por otra parte, es necesario transmitir con la mayor fidelidad posible los hechos y los acontecimientos, especialmente referentes a la vida de la etnia cultural, con los que ésta irá conformando su depósito de sabiduría.

  La fidelidad  absoluta en la transmisión verbal será siempre imposible porque los hechos son impactantes. Una peste, una guerra, un año de bonanza y de estrecheses son hechos que horadan el alma del grupo y los individuos, cuyo relato formará la historia de un pueblo.

  Más tarde quizá se vierta en un relato épico, donde cada uno y las generaciones venideras se sentirán protagonistas en mayor o meno grado. Los vates, que son miembros de la etnia cultural, rebozan de los sentimientos que embargan a la comunidad. Los trovadores son poetas de profundo sentimiento comunitario, capaces de aglutinar toda una etnia cultural mediante la formación de su conciencia histórica.

  Los acontecimientos y hechos que forman parte del alma de un pueblo difícilmente son objeto de objetividad. Se los siente. Cada uno los recibe conforme a sus sentimientos –más o menos exaltados, conforme a los prejuicios, preconceptos y predisposiciones. Conforme a éstos, los procesan interiormente. Asi que los acontecimientos sufrirán pequeños grandes cambios, reflejados en los detalles significativos. Lo fundamental no cambiará aunque se ornamente con nuevos pormenores que responden  a la apreciación de los individuos y de la misma Comunidad que, a veces, se halla frente a situaciones analógicas. Los detalles añadidos no responden a una intencionalidad premeditada, pero denotan  una intencionalidad de adaptación espontánea.

  Solamente dentro de la cultura oral serán comprensibles muchos de los comportamientos del paraguayo: en especial, su modo de comunicación. Este tipo de cultura impone el sistema de comunicación compuesto de variadas formas.  Por qué los periodistas que, se supone, pertenecen fanáticamente a la cultura escrita insertan  en los periódicos columnas denominadas “radio so´o”, “ñe´e mbegue”? Por lo general, estas columnas son las primeras en ser leídas y merecen  además una incondicional credibilidad. Responden a la mentalidad de cultura oral.

  Allí se recurre al rumoreo, modo específico de comunicación de los acontecimientos en un pueblo de cultura oral. Si un periódico se mantuviera dentro del estilo del “ñe´eguyguy”,  constituiría una fuerza comunicativa muy notable. Los paraguayos somos propensos al rumoreo, no importa que adquiera el tinte de un chismorreo. Con mayor facilidad creemos a lo que se nos transmite por medio informal de información. Asunción misma hierve de rumoreos. No es aún un mundo aparte en el Paraguay, aunque circulen los periódicos de diferentes gustos.

  El paraguayo se resiste a creer en las informaciones formales. Porque “ha´ekuera he´i vaerá vointe péicha”, dado de sus  intereses, amores y odios, simpatías y animadversiones, ideas y prejuicios. Todos informan según su conveniencia (Están obligados a decir lo que dicen).

   Nosotros  espontáneamente relacionamos la cultura escrita con las sociedades más complejas. Todos los grandes  estados han utilizado la escritura para su manejo y desenvolvimiento.  Sin ella nos resulta imposible comprender cómo un estado con sus decretos, resoluciones y leyes podría desenvolverse. Sin embargo es posible. Un gran imperio, como el incaico, se manejaba sin escritura.

  Por lo visto la sociedad política organizada en estado es compatible con la cultura oral, por más que resulte difícil de concebir dicha compatibilidad. El estado supone una relación secundaria mientras la cultura oral presupone relaciones primarias.

  Para el paraguayo la palabra hablada se reviste de una fuerza tal que produce lo que significa. La palabra es eficaz.  Hace recordar aquello de la Biblia “mi palabra no vuelve a mi vacía”.

  La cultura oral potencia la palabra. De ahi resulta comprensible que el paraguayo tema a la maldición. La llamaban originariamente “ñe´engá´i” (palabra quemante). En la misma medida del miedo a la maldición, cree en la eficacia y la bendición. La pide al sacerdote…a los padres…tíos. Junta las manos, “otupanoi” o “Tupá renoi”. También la oración es eficaz no tanto por la fe ni la buena disposición del orante, cuanto por la eficacia de la palabra.

  La oración es la palabra o conjunto de palabras que ha sido puesta en forma escrita. Aunque no se la pronuncie tiene eficacia. Basta con que se la tenga en el bolsillo, para que uno se resguarde con su poder. Si uno lo pronuncia, no es necesario entender su significado. La palabra habla por si. La palabra escrita sigue gozando de eficacia de la palabra hablada.

  Consecuentemente, el paraguayo creerá a ojos cerrados la curación con palabra. El “médico con palabra” seguirá con su éxito mientras la cultura oral sienta sus reales en estas tierras. Para la “curación con palabra” no se necesita indefectiblemente que se recite una oración, basta unas cuantas palabras que expresan  la intención de curar. Esto quizá a algunos les parezca estrafalario y sin sentido, pero es asi.

  El paraguayo es un gran conversador. La cultura oral promueve la capacidad de conversación. Las mujeres es más conversadora aún. Las mujeres conversan horas enteras, a veces sobre un solo tema y, a veces, sobre un conjunto de temas, que abarcará infaliblemente la vida y milagro de medio mundo. Muchas veces son procaces. No paran mientes en relucir a la luz del sol sus propias intimidades, al contrario del varón que es más rescatado.

  Este difícilmente  hablará de sus intimidades. Si lo hace, con hará casi con delicadeza. No hablamos de jovenzuelos, especialmente citadinos.”.

Carreta paraguaya

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(x) Del libroEL PARAGUAYO, un hombre fuera de su mundo”, por Saro Vera (Editorial EL LECTOR, 1994), Asunción, Paraguay .

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 Digno García y su ”número” especial (x)

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por: Agustín Barboza

  En Amberes nos encontramos con la novedad  de que nuestro empresario, de quien nos habíamos desprendido por unos días para ir a Ostende y a Brujas, había obtenido un contrato para realizar una presentación en el “night-club” Ancien Belgique, el más importante de Bruselas.

  En dicha ciudad ya habíamos obtenido un triunfo importante, pero el prestigio del local era enorme por trabajar  con artistas de primera línea y nuestra inclusión en su programa significaba una mayor promoción para el trio y para la  venta de nuestros discos que se realizaba a entera satisfacción.

  Como ocurrió en el “Kursaal” de Ostende, el gerente de Ancien Belgique hizo un gran despliegue propagandístico con conferencia de prensa,  afiches y frecuentes ”reclames” por la radio y televisión anunciando nuestra presencia.

  Animamos un recital exclusivo con dos entradas de cuarenta minutos por vez. El escenario construido como un teatro, sin bien pequeño, era de un lujo extraordinario. El telón de boca era de terciopelo acojinado y granate, con orillos y borlas hechos con hilos dorados, el del fondo liso y más ligero, era de color negro.

  El sistema de iluminación tenia reflectores fijos que caían verticalmente sobre nosotros y luces móviles que seguían nuestros movimientos por la escena. El piso era de parqué, brilloso y refulgente hasta más no poder por el reciente encerado.

  Iniciamos nuestro trabajo ubicados en el proscenio. Cantamos sin micrófono porque la acústica era perfecta y el local rebosante de público compactaba más aún nuestras voces. Desde un comienzo notamos que la concurrencia conocía cabalmente nuestro repertorio, pues nos acompañaba frecuentemente coreando parte de las canciones y era fácil colegir que el éxito sería completo.

  Llegamos a la parte final con el público totalmente enfervorizado, y como una forma de descanso, le pedimos a Digno García que cerrase la actuación con “Cascada”, de su autoría.

  Digno se colocó entre Luis Alberto y yo y dio unos pasos delante para que su presencia fuera más evidente en el escenario.

  Comenzó su concierto en medio de un gran silencio quebrado de a ratos por el fragor de la intensa lluvia que se abatía en ese momento sobre la ciudad. Con sus manos, convenientemente enfocadas por una de las luces, comenzó a desgranar los más variados arpegios y muy pronto brotó la melodía, ágil, viva y cautivante.

  A medida que avanzaba, la composición iba exigiéndole una ejecución más enérgica. Se abrazó con firmeza a uno de los extremos de la caja de su instrumento y de pronto las patas del pequeño taburete que le servía de apoyo comenzaron a deslizarse visiblemente sobre el resbaloso piso. Digno no se molestó por el hecho porque creía que en algún momento se detendría en alguna pequeña hendidura.

  Luis Alberto y yo comenzamos a alarmarnos  porque en fracciones de segundos Digno había avanzado casi un metro, y sin parar de tocar se iba acercando al borde del escenario. Justo cuando parecía que el banquillo se iría a precipitar sin remedio sobre mesas y el público, Digno levantó su arpa en vilo, la puso horizontal haciéndola descansar sobre su hombro, concluyó sobria y cómodamente su canción y hasta tuvo tiempo de dedicar un reverente y elegante saludo.

  La concurrencia estalló  en un ensordecedor aplauso, vitoreó largamente a Digno y entendimos claramente que le pedía la repetición de la pieza, siguió saludando y retrocediendo hasta volver a juntarse con nosotros.

  Los tres saludamos unas cuentas veces y nos retiramos presurosos hacia las bambalinas. Como el público seguía firme en su demanda, el gerente se fue raudo a nuestro encuentro y nos pidió que Digno volviese a repetir un reciente número.

  Le comentamos que todo lo que él hizo se debía a que el piso estaba exageradamente encerado y que no era nada especial. Cuando el gerente a su vez explicó lo sucedido al público, la carcajada fue general.” 

(x) Del libro ”RUEGO Y CAMINO” (1996), por Agustín Barboza. Este libro se puede adquirir en: Fundación Agustín Barboza. Calle: Simón Bolivar No. 337, Asunción, Paraguay. Tlf./Fax: 00595-21-441-126

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CHE JAZMÍN

Cuando lo imposible fue posible (x)

Por: Mario Rubén Álvarez

  Teodoro S. Mongelós –nacido en Ypacaraí el 9 de noviembre de 1914 y fallecido en su exilio e San Pablo el 20 de mayo de 1966- es una de los más grandes poetas en guaraní. Es un maestro en el arte de la metáfora y la síntesis. Como pocos, crea un universo donde las imágenes sobrevuelan las palabras, para reinventar cuanto nombra.

  La poesía es, también, aquello  que se dice sin decir, aquello que aparece en ropaje de misterio que el lector u oyente debe descifrar a través de las claves que recibe. O darle su propia lectura, para ser cómplice del autor. El ypacaraiense tenia para esto un don singular.

  Che jazmín, que escribió alrededor de 1950, acaso sea uno de los  ejemplos más acabados de esa poesía donde debajo –o encima, como se quiera- , de los vocablos escogidos con ingenio de hábil artsano, se esconde el secreto de cuanto realmente se quiere expresar. Sin la complicidad y el tino que se aproxima al poema es imposible completar su sentido.

  El testimonio viene de la boca de los propios protagonistas a través del autorizado relato de César Medina, el maestro del bandoneón fallecido hace diez años, a José Magno Soler. Este cantor y compositor sampedrano es hoy el eslabón que permite rescatar para la memoria impresa este trozo de la historia de nuestra música.

  Cuenta Soler que Teodoro tenía, en las alturas del barrio Vista Alegre, de Asunción –en las inmediaciones de lo que hoy es Rodríguez de Francia y Estados Unidos, cerca del Mercado 4-, una novia. Algunos creen saber su nombre, aunque, por recato y respeto, lo callan.

  Ante la atenta vigilancia de los padres de la joven, lurendýpe katuete, el poeta le visitó durante largos años. A lo más que habían llegado, en ese lapso, era algún beso urgente, furtivo y nada más. Eran, obviamente, otros tiempos. Cuando la madre de ella ojahy´opykarãi, concluía la visita. No había prórroga ni apelación posibles. La ley más severa se expresaba de ese modo contundente y lacónico.

  Teodoro insistía en pasar ese límite que acababa en el rápido contacto de labios en las despedidas. Su amada, virgen aún, no era ajena a ello, aunque el temor le contenía. Un día, sin embargo, se pusieron de acuerdo. Y, a alta velocidad, como a la diez y media de la noche, aprovechando la oscuridad que había entre la puerta y el portón de la casa, en un descuido de la férrea vigilancia, lo imposible fue posible. Y, como evidencia, respodiendo a quién sabe qué ritos atávicos –machismo incalificable se podría decir también-, el poeta llevó la prenda íntima de ella, con el inocultable rastro de lo que acababa de consumarse.

  Feliz, con su ego elevado al cielo, el poeta bajó por lo que hoy es la calle Estados Unidos, hacia el río Paraguay. Quería contarle a cuantos encontraba lo que terminaba de vivir.Ovy´aitereirasa el hombre. Unos  jinetes  desconocidos fueron los primeros en escuchar su relato.. Caminó luego hacia Palma y Chile. Cuando estaba allí parado, le vieron Epifanio Méndez Fleitas –jefe de Polícia entonces-, y César Medina, músico y compositor. Comían un soyo en el Lido Bar, al concluir la jornada.

  Al aproximarse, los dos artistas vieron el rostro de su amigo una dicha de Pascua. Les contó el motivo de su gozo. “Ha omokusë´imi chupe la itrofeo (Les mostró la punta de su trofeo)”, dice, con intencionada picardía, José Magno, que fue cantor del conjunto folklórico de Medina durante siete años. Sus testigos quedaron maravillados.

-Ko´agäite ahata ascribe ha emomúsicami chéve(Iré a escribir sobre esto ahora mismo, para que me hagas la música)- le pidió Te´o a Epí.

 -Nde tarova niko nde. Mba´éicha piko ä mba´e remombe´úta (Estás loco. Cómo vas contar estas cosas, tan íntimas)-, le replicó el que por aquellos años era todavía un hombre fuerte dentro del gobierno Colorado.

-Ani rejepy´apýtei. Ndaipóri mo´äi pype tie´ÿ (No te preucupes: los versos serán delicados), le tranquilizó su interlocutor.

  Temprano, al día siguiente, Teodoro S. Mongelós entro a la Jefatura de Polícia con el texto con olor a tinta todavía. Epifanio Méndez Fleitas admiró la delicadeza y la finura con que el escritor trató tan espinoso tema. Sin decir, decía. Y empezó a tararear lo que después sería su melodía.

-Fuente: José Magno Soler

(x) Del libro: LAS VOCES DE LA MEMORIA. Historias de canciones populares paraguayas.TOMO I, de Mario Rubén Álvarez.

jazmín, flor

CHE JAZMÍN

Nde poty morotímíre che jazmínpe
Rohenóiva
Ha mano rohechahápe hi´âitéva rohêtü
Remimbígui pyharérö ñasaindyndie
Rejoapíva
Ha je aipo che angataränte ko yvy ári
Nde reju.

Rehayhúgui opurahéiva kyre´ÿ
Ha ava ñe´ëme
Rehayhúgui che ahayhúva Paraguay
Ñane retä
Péina agä ndeveháma rohypýi
Che ñangekóipe
Ha aniangákena ojupénte tesaráipe japyta.

Ndehegui ko che arekóma peteï mba´e
Hepyva
Ha oje´ove´ÿ va´eräma che py´águi maröve
Pytumby ñane añohápe mborayhu
Hypyvehára
Ñoavi´ü juru pytépe ñame´ë vaekue ojupe.

Pe vy á uperö guare ko che ñe´ägui
Ndopivéiva
Ha amonoha ára ahóne yvyguýpe chendive
Pevaräpa jaipotáne pe mayma
Ohecha ramóva
Pevarapa Ñandejára mborayhu chéve omo´e.


Letra Teodoro S. Mongelós: 
Música: Epifanio Méndez Fleitas

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     Acerca del fubolista Eulogio ”Kokito” Martínez (1)

El héroe de Wolverhampton (x)

Por: Bernardo Garcete Saldívar

  Cuando el Barcelona fue a Inglaterra a disputar la final de la Copa de Feria –que se adjudicó- tenia en contra que el equipo que iba a enfrentar, no había perdido en su campo, desde hacia veinte años.

  El trajinar  de los noventa minutos en busca del balón, tras la característica llovizna y la intermitente caída de nieve, deparó un momento de gloria para el fútbol español, que derrotó categóricamente a la estupefacta escuadra local.

  Fue  en esa ocasión que un diario catalán puso un sobrenombre más a su “ariete”, Eulogo Martínez: “El héroe de Wolverhampton”, sumando así al “Abrelata”, “Paragua”, “Hombre-gol”, etc., que se había acumulando de alguna u otra manera en la marcha ascendente del “Kokito” de Asunción.

  Pero justamente sobre este nombre, nació al calor materno la figura que corre ya presurosa tras las huellas –si ya no lo está- del gran Arsenio Erico..

  El pequeño y espigado “Kokito”, muchas veces, desde la alambrada del Cerro Porteño, seguía las practicas, soñando con la azulgrana (la misma camiseta del Barcelona!) de Martín Flor o Santiago Rivas. El capatáz se encargaba, la mayoría de las veces, a espantarlo con un “no”, “tú nunca jugarás bien al fútbol..”,, etc. Más él, seguía insistiendo. Hizo vigilias enteras  para demostrar que traía en sus botines las filigranas de Erico,  el arrostro  de un Delfín Benítez Cáceres, o el ingenio de un Atilio  Mellone.

     Más el tiempo pasaba, y la sed de grandeza iba irguiéndose. Y fue así que una tarde, después de recibir otra vez un “!no…”, decidió ir al otro lado del club Cerro Porteño. Se  dirigió al club más humilde y modesto de barrio: Atlántida, mientras el Sol de América y el Nacional quedaban silenciosos ante aquel que nada nuevo ofrecía, al parecer, para reverdecer sus viejas glorias futboleras. En Atlántida empezó a girar el pequeño y espigado “Kokito”. Sus mejores tardes los regaló a los dilectos “oceánicos” en que no había más arbitrio que su propia ley, de ir burlando a defensores hasta el cansancio y lograr la explosión del gol genial.

  Pero, una golondrina no hace primavera, y pronto pasa al club Libertad. En el reducto de “Tuyucuá” le espera la consagración definitiva, donde Maciel, Benítez  Casco, , Hermes, Rolón, Bedoya, etc., engrana con maravillosa precisión la realidad de un fútbol, que desde aquel tiempo a esta parte, no hemos vuelto a ver.

Pronto vistió la gloriosa albirroja, Santiago de Chile queda admirado de sus maravillosas “gambetas”; Río de Janeiro ve el brillar del astro, que una noche inolvidable hizo temblar el majestuoso Maracaná.

Y, de pronto.., el salto a Europa (gracias a ese gran caballero del deporte que se llamó Jaime Villalonga); Kubala, Koscis, Suárez, Ramallets, …y Martínez , !titular en ochenta encuentros!

  Realiza una hazaña no superada en la historia del fútbol moderno de primera division: Marca nada menos que cinco -5- goles al coloso de Atlético Madrid (2). Toda España queda  admirada y realiza otra hazaña de envergadura: viste la casaca roja de la selección española, y treinta millones de españoles lo consagran definitivamente en el estadio de Mestalla, en Valencia, donde rubrica con sendos goles su calidad excepciónal. Y el “mejor jugador del mundo”- según los ingleses- Alfredo Distefáno ya se familiariza con el grito de “! Ahora paragua…!, en cualquier área del mundo.

  Hace poco, el gran Distéfano, en Buenos Aires precisamente –para justificar la derrota española del dos a cero- extrañó la ausencia del “Abrelata”, que en un banquillo veía transcurrir los minutos, pues no podía entrar a jugar por una fuerte dolencia.

  Hoy está con nosotros con goce de licencia, y la afición lo sigue por todas partes, pues es su ídolo auténtico, indiscutido y, más que eso, una renovada esperanza de que el balompié paraguayo continue produciendo atletas que resuenen en el ámbito internacional.

  El domingo le vimos en Salesianito con centenares de niños, dando el puntapié inicial para un encuentro de canchita. Por la tarde, la afición del estadio del bosque (el club Olimpia), le brindó un cerrada ovación, que quedará para el recuerdo, como una de las páginas de oro en el historial deportivo de Eulogio Martínez.

  Pronto volverá a partir con todos sus adjetivos rumbo a la vieja Europa, donde los 14.000.000 de guaraníes que ofrece el “Inter” de Italia a Barcelona le tentará fuertemente. Miles y miles de gargantas volverán a gritar  al entorno de su figura de auténtico “crack”, se le crearán nuevos sobrenombres, nuevos adjetivos, pero para nosotros, siempre primará el “Kokito”, que un día no lejano miraba con los ojos humedecidos desde las alambradas del club Cerro Porteño. Ese “Kokito” quedará siempre con nosotros.

Asunción, 1960.

EulogIo Martínez, con el compatriota Florencio Amarilla, luego de un partido en el estadio de Barcelona. A la izquierda, el entrenador del “Barca”,  Helenio Herrera (argentino), llamado también “El mago”.

(1)    Eulogio Martínez falleció en 1984, en la ciudad de Barcelona (España), como consecuencia de un accidente automovilístico.

(2)     Hoy día, año 2015, para verificar exactamente los goles que hizo  Eulogio Martínez (este que señalo aquí, pudo haber sido 4 o 6..),  en su carrera futbolística en España, hay que ir a Wikipedia.

(x) De mi libro CARTAS DANESAS  Y OTROS TEMAS. Edición del autor. Imprenta Salesiana. (3ra.Ed.1994).

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