El carameguá de los recuerdos…

ROA BASTOS Y APPLEYARD: CONTRAPUNTO DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS (X)

                  José-Luis Appleyard                                                                  Augusto Roa Bastos

  Ofrecemos hoy a nuestros lectores no una nota común sino una entrevista a dos puntas: un diálogo entre escritores quienes se preguntan mútuamente sobre temas de su especialidad. Son ellos Augusto Roa Bastosm cuya última obra “Yo el Supremo” está por aparecer en los próximos días, y José-Luis Appleyard, de nuestra casa. Esta “payada”, como lo demonina Roa Bastos se prolongó durante dos horas y media y lo que ofrecemos es un resumen de la conversación entre ambos escritores.

  José-Luis Appleyard: Como lo acordáramos ésta no va a ser una entrevista formal como esas con las que te están bombardeando en estos días sino un reportaje mútuo. Yo dejaré un tanto al periodista y  entraré en el escritor y vos harás a la inversa.

  Augusto Roa Bastos: Me parece muy bien. Es una modalidad que si no enteramente original, al menos se sale de lo común. Es interesante inaugurar  este procedimiento y hablar de temas e intereses comunes que permita no ese desnivel entre el entrevistador y el entrevistado sino el diálogo cordial, fraterno entre dos hombres que trabajan en el campo de la cultura.

  JLA: Perfecto. Entonces, comienzo. Te voy a hacer una pregunta que muchas personas me la han formulado: Te vas a quedar en el Paraguay y, de hacerlo, cuáles son tus planes?

  El deseo de regreso

  ARB: A la primera parte de tu pregunta respondo sí. Yo vengo con la firme aspiración de reintegrarme al país. Pienso que ya he estado mucho tiempo afuera y es una situación absurda la del paraguayo que, por definición, es el hombre arraigado, apegado a su tierra y que se encuentra lejos de ella. Es absurdo, digo, el hecho de haber estado más de la mitad de mi vida en el exterior, con esta nostalgia, con esta especie de situación muy entrañable, dolorosa, tránsida, de estar lejos y, al mismo tiempo, apegado al terruño. Así, pues, uno de los propósitos de mi viaje es justamente éste, buscar la posibilidad de volver, posibilidad, digo, y me refiero a la cuestión crematística como dicen, es decir, en términos más comunes, encontrar la forma de ”parar la olla”, porque pese a que uno vive del espíritu, el espíritu vive de la carne y ésta necesita de la nutrición y de eso no se puede escapar.

  JLA: Y qué tal la posibilidad que tenés  en ese sentido?

  ARB: Bueno, en principio son buenas. En ese sentido he encontrado gente muy comprensiva y muy cordial que me ha brindado la posibilidad de ocuparme en tareas privadas y también, probablemente, en el campo de la docencia, porque aunque yo no soy profesor, en el sentido correcto del  término, pienso que mi condición de narrador y de haber hecho esta experiencia de tipo didáctico en algunos centros universitarios de la Argentina, por ejemplo en Rosario y Córdoba, me permitiría desarrollar una labor docente a nivel de investigación, seminarios, de coordinación, que, en principio está  siendo examinada como posibles.

  JLA: Tenés  algún plan concreto en ese sentido?

  ARB: Uno de ellos sería la investigación de carácter linguístico juntamente con la literatura; otra, sería la posibilidad de investigar, justamente, la produccción literaria de nuestro medio, que sufre interferencias muy marcadas, incluso a raíz del lenguaje, es decir de este fenómeno que nosotros llamamos bilinguismo y que técnicamente tiene otros aspectos, cual es el de la diglosia, es decir, la falta de equilibrio entre una lengua culta  como es el castellano, que tiene su literatura escrita y está, en cierto modo, más protegida, y su relación con una lengua popular que no tiene todavía un corpus de literatura escrita, pero que es el medio de comunicación social, por excelencia, en nuestro pueblo.

  JLA: Cual es tu actitud personal  con respecto a tu nuevo libro “Yo el Supremo”, en comparación con tu obra anterior?

  ARB: Ocurre que con esta última obra, “Yo el Supremo” estoy en una situación de omnibulación total, porque, al revés de lo que sucedió  con los otros libros que fueron de elaboración muy rápida, en esta oportunidad varié de sistema, de método y esto, en ciero modo me fue facilitado por la obtención de una beca Guggenhein, que me permitió dedicarme a tiempo completo a la elaboración de la obra y “asi pasaron cinco años” como una pieza de García Lorca, cinco años de una experiencia muy tremenda, muy agotadora, no de trabajo físico, sino de desgaste anímico y espiritual, por sentir que sobre mi gravitaba una enorme responsabilidad, por estar tocando temas, estratos, de nuestra vida nacional; personajes que me hacían entrar en un laberinto por momentos muy oscuros de nuestra historia y sacar de allí estos materiales, estas sugerencias, estos estímulos también profundos y tremendos para elaborar algo mucho menos importante que la realidad misma, que es otro tipo de realidad misma, que es otro de realidad que es la que corresponde a la obra literaria que yo siempre defino como la realidad en si misma, aún a pesar de que haya sido hecha a partir de una realidad concreta, histórica, una realidad sociocultural.

  El riesgo de una interpretación

  JLA: No temés que sobre todo aquí, en el Paraguay, se juzgue la obra desde el punto de vista histórico, sobre todo por tratarse de un personaje como Francia?

  ARB: Ese es el riesgo mayor. Cuando la escribí y sobre todo después de terminar no de leerla, porque se puede decir, sin hacer un juego de palabras, que no leí esta obra, como común, al margen de revisar ciertas etapas de la corrección. Yo pienso que sí. Que para el lector paraguayo en especial y para el lector que vive aquí le va a ser muy difícil separar los dos universos: el que corresponde a la historiografía, fundamentado en el documento histórico, en las probanzas y ese otro universe de la ficción, del mundo puramente imaginario, donde los ritmos de la narración de los personajes, la esencia misma del drama novelesco transcurren llevados por sus propias leyes. Aquí, en el Paraguay, va a ser muy difícil, casi imposible, esa separación, puesto que yo no he trepidado en utilizar personajes reales que cubren los personajes imaginarios, pese a que yo he repetido en innumerables ocasiones que esta novela “Yo el Supremo” es justamente eso: una novela y de ninguna manera una narración  de tipo histórico. Y ahora me toca a mi esta “payada” hacerte preguntas  y una de las que surge naturalmente es la que, en primner término tiene relación con tu trayectoria  de poeta, no solamente  para mi, sino para la otra gente a la cual  puede alcanzar esta conversación nuestra. Seguís trabajando en el campo poético?

  JLA: Si, sigo escribiendo, no con regularidad porque en materia poética –vos lo sabés muy bien- no es possible regimentarse mucho. En estos días un editor paraguayo me ha ofrecido la publicación de un nuevo libro. Tengo aproximadamente unos ochenta poemas, escritos desde la aparición de mi ultimo poemario.

  ARB: Algunos de ellos fueron ya publicados?

  JLA: Gran parte de ellos apareció en LA TRIBUNA, otros en ”Nuevo Mundo”.

  ARB: Siempre estás en la línea lírica, esencialista de tu poesía?

  JLA: Si, me mantengo dentro de ella, con algunas excepciones que en el fondo no se apartan del contenido general.

  Los “Monólogos” y la comunicación

  ARB: Tengo otras preguntas que hacerte y queda librado, por supuesto, a tu criterio de reserva de contestarlas. Es con respecto a una experiencia que yo considero totalmente nueva y ejemplar en nuestros escritores, en los escritores que por mala definición nos han llamado cultos, no se si por hacernos un homenaje o, simplemente, por agraviarnos. Porque una experiencia asi es muy interesante porque ha dado, para mi, una forma pocas veces lograda en la integración del poeta y del escritor. Me estoy refiriendo a la experiencia de tus”monólogos”. Ahora siendo vós un poeta de gran valía que representa toda una etapa de fluencia histórica y una etapa muy representativa por la época en que se generó, me gustaría preguntarte qué estímulo te llevó  de manera conciente a iniciar este trabajo de los monólogos.

  JLA: Fundamentalmente el deseo de comunicarme. Siempre me había apasionado la manera como hablamos y como solucionamos muchos problemas linguísticos a través del propio guaraní pero expresándonos en castellano; y así salió tímidamente el “monólogo”, que no lo es tal porque siempre se dirige a otro u otros personajes que son recreadas por el lector.

  ARB: Eso es justamente lo que me pareció advertir y ese interlocutor que no habla viene a convertirse en el interlocutor colectivo. Mirá, yo considero que los monólogos son un logro muy apreciable y no estático sino que está evolucionando y se puede advertir que hay realmente una línea con una significación muy precisa en el uso artístico y pleno como fenómeno de comunicación de nuestro famoso “yopará”, de nuestro “castilla”, como dicen los campesinos y han sido un acierto muy grande, en momentos en que las dificultades linguísticas están arreciando en nuestro país y están generando dificultades muy grandes en las dos vertientes de nuestro hablar diario.

  JLA: Hemos hablado otras veces de la proyección de la literatura paraguaya desde aquí y yo creo que la cuestión fundamental es seguir trabajando para que nos conozcan un poco más. Vos has dado un gran paso en ese sentido y eso ya es mucho, porque habiendo vos puesto el nombre del Paraguay a la altura de los grandes escritores latinoamericanos ya se tiene una carta credencial que permitiría a otros ir proyectándose a través de su propia obra y del conocimiento que tenemos de nuestra propia realidad.

  ARB: Fijate que en ese mismo aspecto, yo creo que el hecho de que yo hubiera podido realizar una obra hecha ciertamente con bastante esfuerzo, y si no temiera ser jactancioso, te diría, con bastante sacrificio, porque he tenido que pelear duro con el exilio, para poder sobrevivir, no implica que sea mérito personal, pues una de las mayores fuerzas que yo he tenido ha sido el ejemplo de otros compañeros nuestros que nos han precedido en esa tarea, como Julio Correa, en la terreno de la música José Asunción Flores, en el de la poesía Hérib Campos Cervera y, entre los vivos, hay ejemplo que yo considero muy respetables y sin los cuales yo no hubiese podido emprender mi tarea, como es el caso de Gabriel Casaccia que inicia entre nosotros la época moderna y de otro hito importante que en su  época pasó casi inadvertido. Me refiero a Rivarola Matto, con su novela “Follaje en los ojos”, que fue publicada en el 52, un año antes que mi “Trueno entre las hojas”, mi primera obra narrativa. Todos ellos marcan un hecho: una precedencia y un ejemplo. He mencionado muchos nombres y no quiero dejar de mencionar el de  Josefina Plá, a quien yo personalmente debo muchísimo. De manera que mi obra, como ves, no es producto de un esfuerzo personal sino  de una colaboración  de muchos compañeros.

  JLA: Bueno, yo seguiría hablando horas contigo pero creo que ha llegado el momento de dar una pausa al diálogo del cual he salido ganancioso.

  ARB: Yo, por mi parte te agradezco mucho José-Luis este gratísimo momento y espero que esta modalidad que inauguramos pueda dar buenos resultados en el sentido más positivo de nuestra cultura.

  JLA: Ojalá sea así y que nosotros seamos los que iniciemos una era de diálogo entre escritores.

El escritor en el extranjero

  ARB: Qué pensás en general de los escritores que por diversas rezones, no siempre de su elección, están fuera del país, como en caso mío?

  JLA: Creo que el escritor paraguayo que va al exterior pierde  de a poco esa vivencia de su país y la va recreando a través de sus recuerdos, de su propia imaginación y a veces la mejora y otra la empeora; asi que considero que el escritor que no viva en su propia tierra, necesita regresar a ella y tocarla, como Anteo, para volver a tener fuerza de su propia tierra, sin que ello implique que se necesite escribir una obra literaria localista o pintoresquista sino que hay vigencias que da un país a la propia infancia, a la propia vida de un escritor, a las cuales él debe volver una y otra vez para mantenerse fiel a si mismo. Esa es la impresión que yo tengo.

  ARB: Eso me alienta muchísimo pues se conecta perfectamente con lo que habláramos  al comienzo de nuestra mutua entrevista acerca del regreso y esto cierra este ciclo de charla con un resultado alentador para mi.

Los escritores en el Paraguay

  JLA: Ahora te hago yo la pregunta que me hiciste pero con una variante desde el punto de vista. Cómo nos ven ustedes que están allá a nosotros que nos quedamos?

  ARB: Primero, con una gran envidia, por estar ustedes cerca de esta fuente de nutrición que es la propia tierra y la propia realidad. En segundo lugar, con un sentido de admiración, muy sincero, por estar ustedes en un medio como el nuestro, desprovisto de los medios para difundir sus cosas, Eso implica un alto grado de coraje, de afrontar la realidad y permanecer fiel a ella a pesar de que para hacerlo tengan que renunciar a otras cosas, y eso que creo que la carrera de un escritor en cualquier parte del exterior también es muy difícil. A mi me llevó muchos años ganar o llegar a esta posición en que mi nombre, más que el de una entidad individual, representa lo único que yo podía dar en compensación a mi ausencia: llevar el nombre y la realidad de mi país al exterior.

(X) Del matutino LA TRIBUNA, domingo 18 de agosto de 1974 (Asunción, Paraguay).OB: Este matutino

dejó de circular a fines de los años setenta…-