FIGURAS de ayer y de hoy

SAMUEL AGUAYO: Luces y sombras (x)

por: César González Páez
-Periodista-
(cesarpaez@uhora.com.py)

Era junio cuando vino al mundo don Samuel Aguayo (1909-1993). Su pueblo natal sería Villeta del Guarnipitán. Su crónica es suscinta cuando habla de su juventud, pero enfatiza que este cantante y compositor integró numerosos grupos de música popular. Emigró a Buenos Aires cuando contaba sólo con 18 años.

Fue tataranieto del brigadier general don Fulgencio Yegros. Obviamente la vocación militar no estaba en sus manos, en ellas había una guitarra. En la capital porteña fue artista del sello RCA Víctor, el mismo de Carlos Gardel.

Aguayo tiene en su haber, según nos avisa el Diccionario de la Música en el Paraguay, de Luis Szarán, más de 1.200 discos grabados, y apunta que ganó discos de oro por sus éxitos. Se llegaron a vender 1.500 ejemplares de sus discos, hecho para destacar, por las circunstancias de la época.

Juan Pastoriza, en su libro de biografía Lo nuestro, dice que actuó por 25 años consecutivos y forma exclusiva en Radio Splendid, Belgrano y El Mundo, importantes emisoras de entonces de la capital porteña. Aguayo estaba al frente de cuarenta músicos.

Entre sus principales creaciones figuran las canciones: Noches del Paraguay, Che jazmín poty, Tupãsy Memby, Floripa mi, Oroité y China querida, entre otras.

Darío Gómez Serrato decía de este cantante que se trataba de un cantor genuinamente paraguayo, nativista, fiel intérprete de nuestros aires típicos.

Aguayo fue agregado cultural de la Embajada del Paraguay en la Argentina. En la década del ochenta retornó al Paraguay, pero se alejó de la actividad. Sólo se presentaba en contadas ocasiones en algunos festivales de nuestro medio, ya que era un artista cuestionado. Sin embargo, dirigía una audición radial en Radio Tajy FM.

Si hemos dedicado este espacio a esta figura de hoy es por sus innegables aportes. Sólo ensombrece su biografía sus simpatías hacia la larga dictadura stronista, que mantenía alejados a muchos compatriotas del país y a quienes el mismo Aguayo acusaba de "comunistas", según una anécdota que contaba el mismo José Asunción Flores. Dejó de existir en Asunción, luego de soportar una larga enfermedad en el Hospital de Clínicas.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 1-2 de setiembre de 2001 (Asunción, Paraguay).


MEMORIA VIVA


UN LIBRO ESCLARECEDOR

  La vida de Samuel Aguayo (x)


 
 
 
Ángel Antonio Gini Jara, investigador y divulgador de la música paraguaya, acaba de publicar un libro que revela facetas de uno de los más controvertidos protagonistas de la música paraguaya.


 
                                                                                                                   por: Mario Rubén Álvarez
                                                                                                                             Poeta y periodista
                                                                                                                          alva@uhora.com.py


  Una parte de la fama arrastrada por el cantante y compositor Samuel Aguayo no es la que uno querría tener ni vivo ni muerto. Más allá de sus indudables dotes como intérprete era tenido por pyrague (delator) entre muchos compatriotas radicados en Buenos Aires. Y como alguien que se había apoderado de composiciones ajenas, para registrarlas a su nombre.

  “Heta che mondoukava’ekue preso, pero opurahéi porâ (muchas veces me hizo llevar preso, pero canta bien)”, decía el creador de la guarania, José Asunción Flores, al retratar a ese hombre singular de la música paraguaya.¿Qué grado de veracidad hay en lo que se dice? ¿Quién fue realmente aquel
hombre de quien ni siquiera era posible establecer la fecha exacta de su nacimiento? El que responde documentadamente a ésta y otras preguntas es Ángel Antonio Gini Jara –investigador de nuestra cultura popular, además de locutor, actor, docente y artemarcialista– en su libro de reciente
aparición: Samuel Aguayo, una gloria del folklore nacional.

  “De Samuel Aguayo se dijeron muchas cosas, buenas y malas. Pero lo que nadie puede dejar de decir de él es que ha sido un intérprete fiel de la música paraguaya y, como tal, fue un verdadero triunfador en el Río de la Plata, ayudando con el prestigio ganado a conquistar una plaza propicia para la difusión y el desarrollo del canto de nuestra tierra”, sostiene Gini Jara.

  Luego de varios años de indagación paciente, el autor escribió la obra que ofrece las diversas facetas del polémico artista. Para ello recurrió a los documentos y recortes de periódicos de los que el propio Aguayo lo había hecho depositario. Y a las averiguaciones que hizo para ampliar los datos
que ya poseía.

  El trabajo es relevante porque Gini Jara no hace un juicio de valor acerca de las virtudes o los vicios del biografiado. A través de los documentos lo presenta tal cual fue. No se permite calificarlo. Lo muestra mediante las palabras escritas por el mismo Aguayo. Deja al lector la tarea de juzgarlo a partir de los datos que le proporciona.

  Samuel Aguayo afirmaba haber nacido el 26 de octubre de 1909 en el barrio Tuyucuá de Asunción. Gini Jara, sin embargo, exhibe el facsímil de una declaración suya ante juez, donde afirma que llegó al mundo el 26 de diciembre de 1909. De padre militar, a los 16 años era ya un aviador militar. Luego de tomar parte, “sin saberlo siquiera”, de una conspiración para derrocar a un Gobierno, fue arrojado al exilio. Y ancló en un circo en Posadas, donde intentó hacer el papel payaso.Desalentado porque no le hacía reír a nadie, terminó cantando. Y fue ovacionado. Con su guitarra, llegó a Buenos Aires. Tenía ya claro que su voz era su caballo de batalla. “Llegó a Buenos Aires para imponerse, no para humillarse”, dijo acerca de él Darío Gómez Serrato, que lo calificaría también como “el más discutido y discutible de nuestros cantores”.

  Ángel Antonio Gini Jara va relatando desconocidos pasajes de la vida del cantor que grabó más de 1.200 discos en toda su carrera. El comienzo en el campo artístico, en la capital argentina, fue difícil, pero después llegó el triunfo. Actuaba en radio, grababa por contrato y también actuaba en lugares públicos, codeándose de igual a igual con los grandes de la música y lasociedad bonaerenses. Caminante triste y Floripami fueron sus primeras dos grabaciones, en 1929.

  El Capítulo 9 está dedicado a lo que el autor llama “polémicas en torno a autoría, derechos y opiniones” de Aguayo con sus colegas músicos y compositores. Sus fuentes son documentos escritos y declaraciones hechas a diarios. El poeta Pedro J. Carlés lo demandó por apoderarse íntegramente de los derechos de Noches del Paraguay.

  Cuando Aguayo –que fue agregado cultural de los Gobiernos de Federico Chaves y del general Alfredo Stroessner, a quien dedicó varias canciones de franco tono lisonjero– contestó la demanda, admitió que Carlés fue el autor de la letra, pero aclaró que le había regalado a él en 1929. Solo en 1940 tiene un desenlace esta historia.También el libro documenta el enfrentamiento –a nivel judicial inclusive– entre Aguayo y Mauricio Cardozo Ocampo, así como con otros autores.

  Hay todavía mucha tela que cortar, pero basten estas referencias para el rápido sobrevuelo por encima de las páginas del libro de Ángel Antonio Gini Jara que este espacio nos permite. Para conocer más a fondo el contenido apenas esbozado aquí, es imprescindible su lectura. (*)


 
(*) El libro puede ser adquirido de la Secretaría de la Escuela Municipal de Locución (donde el autor es docente), Haedo 347 casi Chile. Tels.( 00-595-21-) 496-910/12.