35.Parte

Mi canto vuela hacia el tiempo de la esperanza,

hereda su vocación de mi dios Tupã

y recorre los caminos de mi azul patria

en el sonoro cordaje del mbaraka (x)

(x) De la canción ”Donde mi cantó pasó”, de

Rudi Torga (l.) y Arnaldo Llorens (M.)

DEL PARAGUAY PROFUNDO

Anecdotario del Dr. Eligio Ayala (x)

por: Salvador Villagra Maffiodo

  El anecdotario de Eligio Ayala es poco menos que inagotable. Valgan algunos casos siguientes, en cuanto sirvan para definir su personalidad, en la que se mezclan ingenio, humor y una verdadera manía de celo por la cosa pública.

  Parece que se inició en la función pública como Fiscal en lo Civil, en cuyo ejercicio fue amonestado por el Tribunal de Apelación porque en las expresiones de agravio contra la resolución del Juez de Primera Instancia, no lo mencionaba por su nombre al a quo que se refería a él dibujando una perilla como la que usaba el Juez. El Tribunal amonestó al Fiscal por usar “expresiones de sentido figurado”. Nombrado posteriormente Juez el Dr. Ayala, en un juicio en que dictó sentencia, el condenado presentó un escrito en el que decía: “me c…en el Juez, en el Secretario y en la otra parte”, a lo que el Juez Dr. Ayala, molesto con el Secretario por haber recibido dicho escrito, providenció: “Al primer punto (me c…en el Juez), no ha lugar, al segundo punto (me c…en el Secretario) como se pide, y al tercer punto (me c…en la otra parte) córrase vista a la otra parte”.

  Luego de abandonar la magistratura judicial, en una sucesión de cuantioso patrimonio obtuvo  honorarios profesionales que le sirvieron para viajar a Europa y mantenerse allá, aunque modestamente entregado al estudio, por nueve años.

  Cuando era Presidente de la República llegaba a su despacho entre las siete y las ocho de la mañana, luego de recorrer los diversos Ministerios para cerciorarse desde afuera, por la bandera izada, si ya estaban los titulares en sus despachos. Además, escribía frecuentes esquelas en las cuales se mofaba de personalidades conocidas, empezando por su propio Ministro de Relaciones Exteriores, el Dr. Gerónimo  Zubizarreta, delgado y de largas piernas, quien tenía un arrozal en Ybytimí: le llamaba Ministro Zancudo de L´Esteró. Y a su Ministro del Interior, Dr. Belisario Rivarola, a quien se atribuía un genio pronto y áspero, le apodaba “Belisaurio”.

  En su despacho del Ministerio de Hacienda se prevenía, como un auténtico cancerbero. Tenía sobre la mesa una pistola que apuntaba siempre hacia la silla que ocupaba su interlocutor. Cierta vez que se sentó en ella el Padre Ernesto Pérez Acosta, major conocido como Pa´í Pérez, éste, como jugando con el arma que se hallaba sobre la mesa, movió la pistola hasta que ella apuntó al Ministro. El Dr. Ayala volvió a ponerla en su sitio inmediatamente.

  También siendo Ministro de Hacienda, el Edecán del Presidente que se había hecho anunciar repetidas veces sin ser recibido, entró de pronto al despacho exclamando ”!Soy el Edecán, y a mucha honra!”. Eligio Ayala le contestó: “!Afuera y a mucha honra!”.

  En la planilla que le trajeron para firmar la autorización de pago de 800.000 pesos de entonces por provisión de alfalfa para la caballada del Regimiento de Caballería de Paraguarí, providenció: ”!Quién fuera caballo!”, y no hizo lugar al pago.

  Para que no se crea que el Dr. Eligio Ayala daba solo pruebas de ingenio en defensa del tesoro público, conviene citar algunos de sus actos de gobierno. Construyó el camino trocal (ruta y puente) de Asunción a Ypacaraí. Restauró las finanzas del país, logrando que se aceptaran de nuevo los cheques fiscales, rechazados desde la guerra civil 1922-1923; envió al Ingeniero Bozzano a Italia a fin de trazar los planos y vigilar la construcción de los cañoneros para la defensa del río Paraguay, pagando al contado en pesos oro dichas embarcaciones y los armamentos que refiere el Coronel Arturo Bray en sus Memorias. Para terminar la suscinta información sobre lo realizado por el Dr. Eligio Ayala, mencionaré la contratación de un grupo selecto de profesores de medicina y matemáticas; entre los primeros se hallaba el Profesor Petit, Decano de la Facultad de Medicina de una prestigiosa Universidad francesa; El Profesor De Lamare, autor de textos medicos utilizados en el mundo entero; el Profesor Martino cirujano que luego fue Primer Ministro de su país, Italia, e ingenieros y matemáticos para la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, entre ellos el Profesor Sispanov, a quien se consideraba el más destacado matemático teórico del mundo; en suma, un grupo de eminentes especialistas para la asistencia técnica y científica del país, como no se conocía desde la época de Don Carlos Antonio López.

  Un aspecto de la personalidad del Dr. Ayala quedó desgraciadamente en la sombra a causa de la pérdida de las cartas que intercambió con Lenin, con quien hizo amistad cuando estudiaba en Suiza y el dirigente ruso estaba exiliado en el mismo país. La existencia de dichas cartas se corrobora con las precisiones contenidas en los artículos “Una insólita correspondencia” incluidos en el libro “Papeles de Última altura”, de Carlos Villagra Marsal, Editorial Don Bosco, 1991. Véase también en la citada fuente las conjeturas sobre la pérdida o el destino desconocido de las cartas de Lenin a Eligio Ayala.

  Lo brevemente expuesto basta para estimar la magnitud del daño causado por su muerte prematura.

(x) Del libro: “Memorias civiles y militares”, de Salvador Villagra Maffiodo. De la colección: Imaginación y memorias del Paraguay (8), de la Editorial SERVILIBRO (www.servilibro.com.py), y el diario ABC COLOR (www.abc.com.py), agosto 2007; Asunción, Paraguay.

-Fragmento-

Música en las misiones jesuíticas

Enseñanza de la música (x)

por: Dr. Juan Max Boettner

  Fue muy prolija. Al comienzo los jesuítas, menos preparados para la música, enseñaban de oído. Pero luego, vinieron otros, verdaderos maestros, que impusieron el estudio de la teoría musical. Veamos lo que nos cuentan los cronistas:

  El Padre Pfotenhauer, al describir las tareas diarias de un sacerdote, dice (24): “Después voy a los musicantes, oigo sus canciones, primero los sopranos (discantistas), de los cuales tengo 8, los contraltos, de los cuales 6, tenores un sinúmero y bajo seis. Luego soplan los cuatro trompeteros, ocho chirimías, cuatro cornetistas. Luego instruyo a los arpistas de los cuales son seis. Organistas, cuatro, Tiorbistas, uno”.

  El Padre Sepp (43) “…antes de mi llegada, ellos (los antiguos misioneros) no  sabían nada de partitura de órgano, del bajo sostenido, del bajo cantado. Nada de compás, de mensura y de estatuario, nada  de nuestras diferentes clases de tiples, nada de las fracciones menores de las notas;  nada de música de dos, tres, cuatro voces” (Carlos Leonhart).

  Y el Padre Charlevoix (65): ”Ellos han aprendido a cantar sobre las notas (Sur les notes) los aires más difíciles”.

  Realmente, como dice el Padre Sepp, fue “una instrucción a fondo”.

Características de la música en las misiones

   Seguiremos citando a los autores.

 Peramás (16): “La música de los guaraníes, puede decirse, que en el templo era  devota y solemne, distando mucho de profanarlo con cadencias o melodías teatrales. Y en el campo y en los hogares era honesta y digna, sin admitir nada  que pudiese corromper las costumbres…Los guaraníes cantaban diariamente durante la misa, acompañados del órgano y los demás instrumentos. Por la tarde después del rosario,  se entonaba un breve motete en honor al Santísimo Sacramento y de María, la Madre de Dios, al cual respondían todo el pueblo”.

  El Padre Diego Boroa (23) del “Collegio de la Assumpción”: “..los indios de la rec.de S. Ign.o con excelente música…”.

  El Padre Pfotenhauer (24): ”Cantan en guaraní el benedicte y el laudate; entran primero los niños al templo del Señor y toman asiento en perfecto orden, acomodándose a ambos lados los varones…Las representaciones musicales contribuyen a estas fiestas matutinas”.

  En otra parte dice que ”se ejecutaron arias, motetes, óperas..”. Muy entusiasmado se muestra de un gran conjunto que oyó entre los indios chiquitos (no en las Misiones cerca del Paraná): “Esta orquesta monstruo, reunida del viejo y nuevo mundo (pues habían instrumentos indígenas también) estaban ensayada en la major forma y los incontables tonos encajaban mutuamente tan bien, como posible. Tan pronto en un grandioso desarrollo de sus armonías llegaba a un adagio que ablandaba los corazones, como nos conducía luego a la escena de la cueva de un lobo, durante la cual se ponían los pelos en punta a los oyentes. Que los jesuítas conservaron la música  de los indígenas fue una medida muy sabia”.

  En 1707 escribió  el Padre provincial Blas de Sylva (160) recomendando moderación en la música: “En ciertas poblaciones, donde el ruido de artillería, los tambores y las trompetas no cesan de dejarse oír durante las comidas, será suficiente durante el tiempo de las comidas que los músicos canten alguna arietta, acompañándose de sus instrumentos. Esta música a la cual se puede mezclar de tiempo en tiempo los oboes, formará un concierto variado que será menos ruidoso y más recreativo”.

  El Padre Charlevoix (65) describe la utilización de la música para trabar amistad con los indígenas: “Este gusto natural (por la música) ha servido a poblar las primeras Reducciones..Los jesuítas navegando  sobre los ríos, se apercibieron que cuando –para combatir el tedio- cantaban cánticos espirituales, tropas de indios acudían para escucharlos y parecían  tener en ello un gusto singular. Ellos aprovechaban  para explicarles lo que cantaban, y si como esta melodía hubiera cambiado sus corazones y los hubiera hecho susceptibles a los sentimientos que ellos  querían inspirar, no tenían ninguna dificultad para persuadirlos a seguirles… Ellos realizaban así en estos países salvajes, lo que la Fábula cuenta de Orfeo y Amfion”.

(x) Del libro: Música y Músicos del Paraguay, de Dr. Juan Max Boettner.

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: Este libro se imprimió por primera vez en el año 1956 (Edición de APA; Autores Paraguayos Asociados y del propio autor); y luego de 41 años, en el mes de Mayo de 1997, se volvió a reeditar por iniciativa de Bernardo Garcete Saldívar, por expresa autorización de los herederos del Prof. Dr. Juan Max Boettner. En la actualidad, prácticamente está agotada dicha edición, y es muy posible que para fines de Enero de 2008, se vuelva a hacer otra edición. Más información recabar a: arpapu@yahoo.com

El libro tiene 296 páginas,y mide: 17,5 x 25 cent.

3ra. Edición Junio 2000.

© Todos los Derechos Reservados © All Rights Reserved. 1997

Opinión

La Nación de Buenos Aires y su editorial

por: Jorge Rubiani

jrubiani@click.com.py

  El jueves 6 de diciembre pasado, el diario La Nación de Buenos Aires comentaba acerca del homenaje que rindiera la presidenta electa Cristina Fernández al Mcal. Francisco Solano López. Hecho que se materializó en un acto en el que una unidad del ejército argentino se imponía llevar el nombre del mandatario paraguayo. En la larga consideración que pretende justificar la molestia del prestigioso medio, están los adjetivos de siempre.

  No hay más que las -ya hoy- absurdas descalificaciones a López y los todavía persistentes reclamos sobre su moral y capacidad. No hay argumentos ni una genuina intención de comprender o aproximarse a las reales causas de la Guerra de la Triple Alianza, contienda de cuyas secuelas el Paraguay sigue padeciendo, y de las que Brasil y Argentina lograron beneficios mayores que el incremento de sus territorios a expensas del vencido.

  Por lo que para disimular los hechos que los pueblos argentino y brasileño ya reconocen, La Nación, operador de las ideas de Mitre antaño y por lo visto, hogaño, insiste en transferir a otros lo que fue -pura y exclusivamente- iniciativa de los imperios coloniales y los subimperios ya emergentes entonces en América Latina.

  La Nación pretende ignorar que la guerra no fue obra de López. Que el Paraguay no necesitaba de ninguna guerra para prosperar. Que no debía un centavo a nadie porque ningún banco había puesto sus pies en este “país de bárbaros”, mientras que la cuantiosa deuda externa de argentinos y brasileños convocaba la “acción solidaria” de los banqueros británicos para consolidarla.

  La Nación sabe que el Paraguay no tenía más pretensiones que seguir autónomo e independiente; hecho puesto en entredicho -permanentemente- por todos los gobiernos argentinos posteriores a 1810. Que consulte La Nación la extensa bibliografía que desnuda el fenómeno. Y si es justo recordar la solidaridad argentina hacia el Paraguay a lo largo de la historia que comienza en la “década infame” que siguió a 1870, nuestro país tiene sobrados motivos para merecerla por la larga lista de auxilios paraguayos hacia la Argentina. Desde los tiempos de la colonia hasta ayer, cuando la guerra de las Malvinas o el reclamo ante los bancos internacionales por la deuda externa contraída bajo regímenes militares. A propósito ...¿por qué no revisamos TODOS nuestros límites derivados de conquistas armadas? ... ¿y por qué no revisamos -o anulamos para rehacerlos- TODOS los tratados firmados por nuestras dictaduras militares del pasado?... especialmente las referidas a las hidroeléctricas...? En un artículo publicado en ABC en junio de este año, escribía: “...La única razón por la que estudiamos la Historia, es por su imbricación con el futuro. Deberíamos pretender, entonces, que las relaciones entre Estados se fundamenten efectivamente en la realidad que nos imponen los acontecimientos del pasado, pero no para prolongar sus consecuencias desagradables, sino para evitar la reiteración de errores; para honrar lo que hubiera de aciertos”. ¿Qué se esconde en las entrelíneas del comentado editorial de La Nación?: ¿La pertinaz resistencia de construir -aún sobre los rescoldos de nuestras heridas- una relación más armónica? ¿La de seguir escondiendo entre los pliegues del pasado nuestras “asimetrías” de hoy? ¿Poner en relieve nuestras “broncas” histórica para postergar la verdadera integración? ¿Aquella que pudiera hacer posible una convivencia más armónica?... ¿aún con culturas y visiones del mundo diferentes a pesar del pasado común? O ¿ La Nación quiere un cotejo de virtudes entre nuestros paradigmas históricos? Hagámoslo. Encontraremos seguramente muchas más diferencias que las que se ven a simple vista entre un general victorioso y otro vencido. Y tal vez comprendamos lo que Jorge Luis Borges escribiera alguna vez: “La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce...”.


jrubiani@click.com.py

(x) Del diario ABC COLOR, Asunción, Paraguay , Domingo 09 de Diciembre de 2007.

-Fragmento-

Arandú

La cosmovisión del paraguayo (x)

por: Saro Vera

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  El idioma guaraní y consecuentemente el paraguayo no cuenta con la posibilidad de diferenciar abstractamente el hombre de los animales. El sólo sabe que es diferente y esto es suficiente para su manejo o comportamiento. Ni siquiera diferencia la inteligencia de la memoria; lo que poco le importa para la vida ordinaria. Le dice ”iñakangatú” o ”iñakaporã” al inteligente y memorión.

  El centro de la comprensibilidad se encuentra en el ”py´á” o (vísceras), que abarca las entrañas, no sólo el corazón sino también el hígado o toda la zona donde repercuten los sentimientos. De ahí que para el paraguayo conocer al otro es conocer sus sentimientos o lo que llevas con la víscera ”oipy´akuaá” (”ha´úta nerembyré roipy´aguaa haguã”); (voy a comer su sobra para conocerte en tu

intimidad).

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  El ”arandú” en general o en cuanto ”arandú ka´aty”, se basa en la experiencia acumulada. La experiencia se acumula con los años. Consecuentemente todo anciano debe ser sabio y, la ancianidad es sinónimo de sabiduría. De ahí que la expresión de ”karai tuya tav´y” resulte injuriosa. El anciano no tiene derecho de ser ”tavy” (ignorante, no sabio). La vida tuvo que haberle enseñado lo suficiente para conocer los signos de los tiempos, a los hombres en sus aspiraciones, en sus falencias y aciertos y en sus esperanzas. Los hombres no se diferencian mucho, y los acontecimientos llevan el mismo fondo con pequeñas variantes. Asi que el anciano ignorante es un tarado.

  Se dice que todo paraguayo, hacia el ocaso de su vida, se convierte necesariamente en ”médico ñañá o ”pruebero”. Ha pasado por tantas experiencias de la vida que es capaz hasta de predecir el futuro de las personas, y mucho más conocerá los secretos de la salud. Es un sabio (iñarandú).

  Según un amigo mío el hombre tiene derecho a equivocarse solamente hasta los cincuenta años. Don José María Gorostiaga, un tío, me dijo una vez ”che sobrino, ñande tuyávo yahávo, nda vy´avéi” (con ancianidad perdemos la alegría). ¿Por qué? Le pregunté. ”Nda ikatuvéijajavy”, me respondió (ya no podemos  equivocarnos).

  El hombre, además del ”arandú”, para desenvolverse en la vida requiere otras cualidades, resumidas en la palabra ”ha´evé” que compendia  la ingeniosidad e inventiva. Este vocablo se compone de dos palabras ”ha´e” y ””. Literalmente significaría ”el que es más”. No coincide con el complejo concepto antropológico del promovido. Significa simplemente un hombre capaz de llevar a cabo a la perfección labores difíciles  y sencillas, extraordinarias y comunes, y capaz de salir airoso de cualquier problema. Algo más que habilidoso, aunque la base es la habilidad. El complemento obligado del ”arandú”. En efecto, ¿para que serviría auscultar días calurosos si se es incapaz de arbitrar medios para resfrecarse? ¿Para qué serviría conocer el rastro de los animales si se carece de la capacidad de cazarlos? ¿Para qué conocer las costumbres y reacciones del interlocutor si no se lo puede orientar o prever consecuencias?. El ”arandú” solo no basta.

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(x) Del libro EL PARAGUAYO, un hombre fuera de su mundo”, por Saro Vera (Editorial EL LECTOR, 1994), Asunción, Paraguay .

                      Casa Castelvi. Antiguamente llamada Casa Sierra (1804).

Centro Cultural de la Ciudad de Asunción, Manzana de la Rivera ( Paraguay )

(Foto: Cortesía del diario “Última Hora”, Asunción)

RINCÓN POÉTICO

Dos poesías del mismo autor

-Fragmento-

El arpa de urundey

Juan González, hermano,

pásame ese “urundey” torrencial

que fuera del ayer, eje de carreta y trotes duros

porque  quiero modelar un arpa de notas altas y claras

y sea tan cobriza y curtida como nuestra piel

y tan arpa como musical es nuestra espera

y tan americana como nuestra hambre

y tenga tantas cuerdas

como lamentos de pueblos

para componer una sinfonía de vientos

o un lamento fúnebre

o una guarania de insomnio y quebranto

o un takirari de coca y tristeza

o un tango de cadenas

o un samba de jaulas

o una cueca de chicha y lágrimas

o el sollozo de una mujer morena indígena

crucificada entre lapachos

contra la Cordillera de los Andes

o la parición de una mujer morena indígena

en el Amazonas, en la Pampa, en el Caribe

o la muerte de una mujer morena indígena entre el Pacífico y el Atlántico

entre la tierra azul azteca y la Antártida…

o la muerte de una mujer morena indígena.

Y que sea de urgencia el arpa Pablo Benítez

y que tenga fuerza de canasto

y el arpegio, pureza de Ñandutí, Pablo Benítez.

Y que venga pronto porque al minero de los Andes

se le acaba el pulmón,

al mensú se le despoja la vida

 a los metalúrgicos se les caen las manos de cansancio.

-Fragmento-

Por esta puerta

Por esta puerta de la ciudad

salieron los abanderados: eran jóvenes, gallardos, inteligentes

armados con la mirada, la sonrisa y el semblante de

quien no teme a los vampiros de las noches tristes..

Por esta puerta salieron ellos

cuando la oscuridad era una estrella negra prendida a nuestra

sangrienta bandera.

Ellos salieron por esta puerta

bendecidos por sus padres y por la conciencia de la historia

apretados a las familias abrazadas, ateridas por los

pasos crudos  de los visitantes de la noche.

Aurelio González Canale

CON UN ESTRENO EN PRIMERA AUDICION DE UNA OBRA DE J. S. BACH (x)

                      Piotr Nawrot tiene siempre al Paraguay en su corazón

“A Paraguay lo tengo siempre en mi corazón. Fue una decisión de Roma que me puso allí. Al llegar a Asunción, en 1981, comenzó el aprendizaje más intenso de mi vida. Todo fue nuevo para mí, como si naciese de nuevo. Su magia es su gente: amable, alegre, cordial, buena, hospitalaria. Me costó aprender el gusto del mate, del mandi’o chyryry, del mbeju, de la chipa guasu, la sopa paraguaya y otros. Hoy, todo eso, lo extraño. Itapúa Poty, la Catedral de Encarnación con su gente, jóvenes de aquel tiempo que a veces -entre siete- hemos andado en mi Escarabajo, el hospital público de aquella ciudad, las Aldeas SOS y sus niños, el arpa paraguaya y la danza con las botellas, en fin, tantas cosas que me enternecen y traen recuerdos dulces y nobles”.

Piotr Nawrot en la redacción de ABC Color en 1994, su última visita al Paraguay de importancia.

 

“Estoy plenamente realizado en Bolivia, rodeado de gente increíble, soñadora como yo, dinámica, buenísima. El hecho que uno encuentra a una novia, a quien confiesa su amor eterno, no contradice el amor que tiene a sus padres. Hay muchas cosas que Paraguay y Bolivia, especialmente su zona Oriental, tienen en común y es posible apasionarse por ambos países”.

“Me emocioné cuando los músicos del Paraguay llegaron a Bolivia para participar del Festival de Música ‘Misiones de Chiquitos’ el año pasado. Mi felicidad fue más grande aun, cuando les escuché en el concierto. Suenan bien y saben de música. En su actuación uno pudo percibir buena energía, lindo sonido y elegancia”.

“Mi visita al Paraguay me hará mucho bien. Me tomé dos días ‘extras’ para que este afecto tan sincero y grande que tengo por la gente del Paraguay se alimente y crezca de nuevo”, nos escribió por correo electrónico el musicólogo y sacerdote del Verbo Divino, polaco, Piotr Nawrot, mientras conversábamos vía telefónica para la entrevista desde Bolivia .

-No sé si se acordará, pero en 1994 yo le había hecho una extensa entrevista en ABC Color.


-Me acuerdo muy bien de esta entrevista.

-Incluso en el copete se mencionaba que la misa que estrenó entonces se hizo en conmemoración de la ordenación como obispo del ahora ex monseñor Fernando Lugo.

-Exactamente. Sí, porque “La misa Mosado” fue estrenada para esa ocasión.

-Y hoy es un político que tiene mucha esperanza en la gente...

-Ay, caramba. Sorprendente. Sorprendente. Muchas gracias por acordarse de mí, porque yo viajo por muchas partes del mundo, pero la manera en que ustedes se organizaron es sorprendente lo que aumenta mi emoción. Estoy llevando conmigo varias nuevas publicaciones, nuevos textos, la música misma. Estuve muy, muy contento con la presencia de la Orquesta de la Universidad del Norte en el último festival, porque vinieron del Paraguay por primera vez, además porque les ha ido muy bien, han traído un lindo programa y han tenido éxito. Además, enseguida entre nosotros se ha creado una comunicación muy especial, porque ellos, como buenos paraguayos, han traído mate y nos hemos sentado a tomarlo, comenzamos a charlar y yo les he saludo un con “mbaéichapa” y eso siempre ayuda y algunos sabían que yo tenía mis inicios de América justamente en Paraguay, en Encaranción.

-El texto de su tesis doctoral se ha traducido al español...


-La cosa es que yo he publicado dos textos grandes; uno que se llama “Indígenas y cultura musical de las reducciones” y allí me refiero de manera muy extensa sobre los guaraníes. Sin embargo, la otra publicación extiende eso.

-¿Van a quedar copias aquí entonces?


-Exactamente. Claro, no los 23 volúmenes que he publicado hasta la fecha, entre textos y transcripciones musicales y más de 40 artículos, no llevo todo, pero los más cruciales sí las llevaré. La verdad es que el Verbo Divino en su biblioteca en la casa central, en la parroquia San Juan Bautista, creo que en la calle Araucanos, allí hay una biblioteca con varios textos míos, para que esas cosas lleguen al Paraguay y ahora voy a completar esa colección. Estoy absolutamente sorprendido de la manera que se ha organizado mi llegada y que se incluirá en el Festival Barroco de Asunción toda una noche de mi trabajo; es un gesto de una tremenda amistad y lo aprecio mucho.

-¿Qué significa el Paraguay hoy para Nawrot?

-Bueno, la verdad lo significa mucho, es una emoción. Yo nunca me he olvidado del Paraguay , de la gente que he conocido allí. Era mi primera experiencia recién ordenado sacerdote, de conocer la gente de culturas completamente distinta.

José Luis De Tone

detone@abc.com.py

(x) Del dario ABC COLOR, 4 de marzo de 2007 (Asunción, Paraguay)

Creencias (x)

por: Mario Rubén Álvarez

(Poeta y periodista)

-alva@uhora.com.py-

  Las personas –en mayor o menor medida- tienen creencias. Son suposiciones carentes de base científica, pero que obligan a adoptar o no adoptar determinadas conductas. Se cree que es verdad y punto. No importa que el fundamento sea falso. O que no resistan a un superficial análisis lógico. A  veces, se mezclan también con lo religioso, pero en lo esencial están más relacionados a una manera de ver y sentir el mundo en un complejo sistema  de valores.

  Una variante  de las creencias es que cuando las mismas están directamente vinculadas a lo religioso se llaman supersticiones.

  Los amuletos y talismanes son objetos  que se llevan colgados al cuerpo, en el bolsillo, en la billetera o de cualquier otro modo. Sirven  como protección, dan suerte, ahuyentan el mal, traen salud, hacen  que una persona sea afortunada en el amor y el dinero, otorgan éxito y cuentan con otras propiedades de la misma índole.

  Su finalidad es también alcanzar la felicidad, el poder, así como para atraer con facilidad a los del sexo opuesto y conseguir riqueza por obra y gracia de la suerte. A algunos, incluso, le dan potestad de conocer los hechos del futuro. He aquí algunos objetos y sus virtudes:

El kavure´i (pluma con pequeñas motas blancas de un pájaro llamado kavure) da suerte con las mujeres –tratándose de hombres que lo lleven consigo permanentemente- o con los hombres –tratándose de mujeres-, en todas partes. Ikavure´i rague péva (Tiene pluma de kavure esa persona) es una expresión que se usa para señalar que alguien es bendecido o bendecida por la suerte.

  El itakaru –piedra que come, literalemnte, porque atrae objetos cercanos- es un imán de nuestra tierra. Llevarlo significa estirar la suerte hacia uno. Hace que se gane en las competencias amorosas.

  Llevar consigo plata sy –la madre del dinero, la que engendra plata- es un billete nuevo o uno que se encontró en el camino. Permite que encima de él se acumulen otros, incluso de más valor.

  Una cinta roja en el brazo de las criaturas es una segura protección contra el demonio que busca a los infantes, sobre todo antes de ser bautizados.

  Frente a la casa hay que tener plantitas de tarope –es la contrayerba, una planta muy pequeña, pegada al suelo, de hojas verdi-oscuras-, porque detiene todos los males que podrían llegar a la casa.

  El Domingo de Ramos se hace un relique –es una trenza de hojas de pindó karai-, para llevarlo en el cuello, en la pulsera o en cualquier otro lugar del cuerpo. Ahuyenta los males.

La vela bendecida es algo que siempre hay que tener en la casa porque aleja el peligro. Asimismo, agua bendita no debe faltar. Cada viernes hay que mojar una ramita y esparcir el líquido alrededor de la vivienda, para que no ingresen los malos espíritu. Se lo acompaña con un sahumerio de pindó karai (pindó bendecido) para que tenga mayor efecto.

  Los estudiantes tienen  que tener entre las hojas de sus libros y cuadernos una hoja de ovenia –árbol- para tener memoria y no equivocarse en las respuestas de las preguntas de los profesores.

Los que le quitan el dedo meñique –el más pequeñito de todos- a un angelito (niño que muere) y llevan consigo  el huesito estarán protegidos de por vida contra los malos espíritus.

La herradura de caballo colgada en la puerta de la casa atrae el dinero. Los que tienen comercio son los que necesitan de ella.

(x) (x) Del libro: Lo mejor del Folklore Paraguayo. Selección e introdución: Mario Rubén Álvarez. De la colección : Hacia un país de lectores, de la Editorial El Lector (Agosto 2002; Asunción, Paraguay ), 25 de mayo y Antequera; telf. 00-595-21-491966. www.ellector.com.py E-Mail: ellector@telesurf.com.py  

El íntimo y revelador camino de “Los cinco Petersen” (x)


La interesante historia de cinco noruegos que disidieron migrar a Sudamérica a principios del siglo XX es relatada en el libro titulado “Los cinco Petersen”. Haakon Petersen, Laura Herlofsen, Karen Vere, Cristian Thaulow y Rita Haydee llegaron a Buenos Aires en octubre de 1907. Haakon y Laura cambiaron el frío escandinavo por el calor chaqueño cuando llegaron a Paraguay , poco antes de la Guerra del Chaco, para trabajar en Puerto Pinasco.

Laura Wilson-Smith se encargó de recopilar, traducir y ordenar alrededor de 20 cuadernos que relatan la vida de los cinco Petersen, hasta su incursión plena en la sociedad paraguaya. Los inmigrantes no dejaron de mantener contacto con sus familiares en Noruega. Redactaban lo que les sucedía en tierras americanas, según el relato de la autora del libro.

La publicación, editada por Editorial Intercontinental, será presentada este martes en el Crowne Plaza, con palabras de Alejandro Domínguez Wilson-Smith, bisnieto de Haakon Petersen y director de La Nación.

“‘Los cinco Petersen’” narra la vida de unos inmigrantes europeos que vinieron a instalarse en Sudamérica y las peripecias que han tenido para abrirse camino en esa época”, mencionó la autora. Tuvieron tres hijos en Argentina , fueron a vivir al sur: a Neuquén, cerca de San Martín de los Andes. Desde ese lugar comenzaron a enviar los documentos que recoge el libro.

El material tiene un alto valor histórico para el Paraguay , por los relatos que se ven enmarcados en una sociedad paraguaya en medio de un conflicto con Bolivia , señaló Laura Wilson-Smith.

“Haakon consiguió un contrato para trabajar en Puerto Pinasco. Entonces describe al Chaco paraguayo cómo era en esa época. Llega a Paraguay , en tiempo de la preguerra con Bolivia ”, refirió Wilson-Smith.

Luego de la guerra, la madre de la autora inició el proceso de recuperación de los cuadernos.
Lo hacían más que nada para entretenerse.

“Mi madre se puso a traducir, pero solo la primera parte: la niñez en la zona de San Martín de los Andes. Está tan fascinantemente escrito que años después yo encontré los otros libros y los traduje correlacionándolos con personas que después aparecen de nuevo en la vida de ellos, ya en Paraguay”, comentó la escritora.

(x) Del diario LA NACION, 22 de octubre de 2007 (Asunción)

CAVE NE CADAS (x)

por: HELIO VERA

-Escritor-

(helio@abc.com.py)

  El momento en que se pronunciaba la frase era el más apropiado. El general triunfante vestido de púrpura, la cabeza ceñida por una corona de laureles, entrada a Roma por la Vía Sacra, desde el Campo de Marte y en dirección al Capitolio. Iba en un carro triunfal tirado por cuatro caballos (cuadriga) blancos. Detrás, también eufóricos, senadores, parientes, amigos y allegados politicos. Personajes conspicuos de la política y la administración. Todos sonrientes, arrojando monedas a la multitud.

  En las veredas, la plebe rugía de entusiasmo. Allí estaban todos. Presidentes de seccionales, jefes de entes autárquicos, ministros, leales correligionarios, embajadores ante gobiernos extranjeros. Todos a una, sollozando, abrumados por la emoción. Eres el único. El grande. El irrepetible. El más inteligente. El más bello. El más elegante. El más amado. El más querido.

  Al paso de la cuadriga se arrojaban flores, rosas, nardos y geranios que perfumaban el ambiente enrarecido por otros presentes, algo menos solenmes, que los caballos iban dejando a su paso, salpicando el suelo de la capital imperial.

  En ese instante de gloria suprema, un esclavo, la cabeza ceñida por una corona de oro, de pie detrás del general victorioso, tenía la obligación de musitarle al oído la frase suprema: “Cave ne cadas”(“Cuida de no caer”. O: “Cuidado, no caigas”). Traducido al vernáculo en versión libre: ”Cháke, cháke. Ndéko re´akuáante avei”. Con otras palabras: algún día caerás. El poder es efímero. No te equivoques. La gloria es pasajera. En algún momento serás como los otros hombres. No te embriagues con los aplausos. La realidad siempre está después del eco de los vítores.

  La costumbre se extendió después  a los homenajes a los emperadores. Estos, que eran unos bichos astutos, sabían que muchos de los que hacían hurras a todo sólo les interesaba mantenerse en los cargos y seguir la plácida succión. La multitud era sincera, sin duda. Pero la sinceridad se prolongaría todo el tiempo en que el emperador se mantuviera en el poder.

  La historia era muy didáctica en ese sentido. Frecuentemente, terminaba muy mal para el emperador. Degollado por sus centuriones, traicionado por el Senado, envenenado por sus propios allegados. A veces él mismo se suicidaba, para acortar el final. Así le ocurrió a Nerón quien, quizá todavía mareado por tanto cepillo, se arrojó sobre una espada puesta de punta, no sin antes exclamar: “Qué gran artista pierde el mundo”.

  El recuerdo de estos pasajes se los debo a Carlos Cubas, un amigo que cursa estudios de postgrado en España. Desde allí vienen los detalles que constituyen el trasfondo de esta reflexión. Cubas no me cuenta lo que le pasaba después  al esclavo, por aguarle la fiesta al jefe en ese instante espléndido. Tal vez lo degollaban silenciosamente en un establo, y su cadáver, acribillado de puñaladas, lo arrojaban a la Cloaca Máxima con el mayor secreto. O tal vez le pasaba algo igualmente espantoso: un fulminante decreto lo sacaba fuera de la inspección de Aduanas o lo arrojaba desde lo alto de la administración de Petropar.

  En fin, era en ese momento de gloria suprema, cuando el maldito esclavo debía de soplarle al oído la frase aleccionadora: ”Cave ne cadas”. Asi eran las cosas en la Antigua Roma. Ya sé que al esclavo se le mantenía para eso. Comía y engordaba sin hacer nada: holgazaneaba todo el día. Sin otro actividad visible, sin nada que lo hiciese notar. La justificación de su presencia sobre el planeta era solo ese susurro argel que alborotaba los sagrados oídos del César y que solo este debía escuchar. Por lo menos, en ese momento fugaz, el esclavo era más que el emperador. Lo que viniese después, no importada.

(x) De su libro: “La hondita impaciente”. Edición SERVILIBRO (2007). 25 de mayo y México-Plaza Uruguaya. Telefax: (595-21-444 770. E-Mail: servilibro@highway.com.py. Asunción, Paraguay

Aparición de tres monos del Oriente y

explicación de la táctica de las arañas

-Fragmento-

“Malagradecido presokue” (x)

por: Helio Vera

-Escritor-

(helio@abc.com.py)

  No puede faltar en este recuento la aparente característica de que el paraguayo es reacio a agradecer los servicios que se le han hecho. Recibirá el favor sin inmutarse, como si fuese una obligación de quien lo haga y, generalmente, sin proferir palabra. Lo máximo que emitirá como sonido será la expresión: “Dios se lo pague”. Dios, ya lo sabemos, es moroso en esta clase de pagos. Una frase rarísima será un “astima ndéve”, una especie de agradecimiento en tono menor.

  De allí surge la célebre expresión “malagradecido presokue” (desagradecido como ex presidiario). Los abogados que trabajan en la jurisdición penal de los tribunales, conocen bien esta frasesita. Alude a que, ni bien el presidiario pone los pies a un metro de las puertas de la prisión, se olvidará el trabajo que ha efectuado el profesional y este verá esfumarse toda posibilidad de percibir sus honorarios.

  Oscar Ferreiro proporciona esta explicación: “ Para el paraguayo, por ejemplo, el regalo es un beneficio que se hace el donante y no él. Su mentalidad le dice que el otro quiere congraciarse con él, que quiere adularlo (9).

  Esto significa que quien es favorecido con un servicio piensa que es conducido a una trampa, que el servicio es gratuito solo en apariencia. Que es una manera de obligarlo a proporcionar después alguna ventaja, quizá  desproporcionada con lo que ha recibido. Por eso no tiene por qué dar las gracias. Al fin de cuentas, en su fuero íntimo, el otro estará evaluando el cobro de ese favor.

  Podemos ilustrar esta actitud  con una anécdota que se atribuye al General Bernardino Caballero, hombre  de gran penetración sobre la manera de ser y de pensar de sus compatriotas. Se informó al general que alguien, muy conocido, lo andaba cubriendo de improperios. El general  se mostró extrañado. No había motivos para recibir tantos agravios de aquel individuo. Al fin de cuentas –se asombró- no le había hecho ningún favor a esta persona.

”Dios se lo pague”

  Monseñor Vera ofrece su propia visión de este asunto, partiendo de una reflexión  de monseñor Juan Sinforiano Bogarín, quien atribuye al paraguayo el defecto de ser desagradecido. ”Yo  diría más bien –dice Vera- que no agradece. En último caso este paraguayo le dirá a usted un simple ”Dios se lo pague” o un insulso “muchas gracias”. Y todo  termina aquí. Nunca  se sentirá  obligado a devolver el servicio que se le presta. Quizá alguna vez  diga, como si fuera la cosa más natural del mundo: este me salvo la vida o salvo la vida de mi hijo. Pero nada más . Lo dice con toda naturalidad, de tal manera, que no presiente que considera el hecho como algo debido, algo que se le hizo y que se le tenía que hacer desde ya.  Él, pues, tiene derecho a lo que se le prestó en carácter de servicio. La comunidad se lo debe por ser miembro de ella. Entonces, por qué agradecer ? (10)

  La fuente invocada por moseñor Vera para entrar en tema es el célebre Juan Sinforiano Bogarín, primer Arzobispo de Asunción. Sus ”apuntes” (memorias) publicados muchos años después de su muerte, pintan un Paraguay que probablemente ya no existe sino a medias. Pero sus raíces siguen firmes en la cultura popular de nuestro tiempo.  Monseñor Bogarín nos dejó  una perspectiva escéptica de la política y de muchos conspicuos hombres polítcos de su tiempo. Pero también anotó algunos rasgos del carácter que merecen ser recordados.

“Astima ndeve”

“El paraguayo –nos dice- es generoso y hospitalario, pero desagradecido. Al necesitado socorrre, ayuda en lo poco que puede; considera la generosidad como un acto noble que eleva y hace estimable al que la ejerce. Al viajero, con toda alegría, hace participar  de su pobre mesa y hasta –esto no es un caso raro- le cede su cama, su poca comodidad para descanse bien. Mas, el favorecido, por lo general, se muestra  ingrato e indiferente a los actos  de liberalidad que se le han dispensado. Con un “astima ndéve chamígo” cree haber cumplido demasiadamente con su bienhechor. Es verdad que este se nuestra generoso sin esperar recompensa alguna, ni material ni moral; mas el agraciado no se preucupa de demostrar de alguna manera su reconocimientoa quien le ha favorecido. Bien que siendo este proceder moneda corriente, el benefactor no tiene por qué extrañarse de tal conducta, por aquello de hodie mihi, eras tibi (11).

  Asunto apasionante debe ser este porque ha convocado la atención de varios individuos de alto coturno. Arturo Bray también echa baza, afirmando que “el paraguayo desconoce el sentido y la acepción de la palabra gratitud, como que dicha voz ni figura en el léxico guaraní, ni aun en los diccionarios compilados por los jesuitas en la época colonial. El “astima ndéve” – su equivalente- es mera adaptación de una locución española. Por el contrario, todo favor de que es objeto se le antoja un señuelo cuando no un agravio a su dignidad personal, cuando no una merced graciable que no necesita ser correspondido” (12).

  Sin embargo, parece que el sentido del rasgo no tiene tanto que ver con la verdadera ingratitud y más bien con la parquedad. Es probable que, cuando se den las condiciones favorables, la persona beneficiada con la liberalidad no titubee en devolverla. Y para ello no se detendrá ante ningún obstáculo. Ni moral, ni legal ni social. Será simplemente que ha llegado el momento de hacerlo. Y no podrá eludir la obligación asumida en lo más profundo de su ser.

  La verdad es que la estructura social funciona sobre principios de cooperación mutua. Cuando alguien asciende en la estructura, asume que la cooperación forma parte de su deber: ñaipytyvö va´erã lo amígope (debemos ayudar a los amigos). Y, por supuesto, estos entienden que el principal deber de aquel  es realizar ese objetivo. Quedará  después una deuda –una fineza-  pendiente de pago. Generalmente se encargará Dios de su cancelación, por aquello de “Dios se lo pague”. Pero también es probable que, en algún momento, sin estridencias, se devuelva con creces la ”fineza” debida.

Notas:

 (9) Ferreiro, Oscar. “Cara a cara con Oscar Ferreiro”, diario Hoy. Asunción, 7 de junio de 1987, revista dominical, p.13.

(10) Vera, monseñor. Saro. Id.id.

(11) Bogarín, Monseñor Juan Sinforiano Bogarín. Ob.ct .p.99.

(12) Bray, Arturo. Armas y letras, t.III, ediciones NAPA, Asunción, 1981, p.125

(x) De su libro: EN BUSCA DEL HUESO PERDIDO (Tratado de paraguayologia). Edición RP EDICIONES (2.Edición. 1990). Asunción, Paraguay.de paraguayología), de Helio Vera (3ra.edición:

-Fragmento-

Pianistas (x)

por: Isaac Kostianovsky

(Periodista)

  Casi todos los que conocimos se han pasado ya al arpa, el instrumento que ayuda a sobrellevar la monotonía de la eternidad, los pocos que quedan suelen, muy de vez en vez, pasear discretamente su dandysmo crepuscular por las calles del centro. Uno de estos, muy amigo nuestro, acostumbra a detenerse ante los estridentes altavoces de una casa de música de la calle Palma, cuyos dueños en su homenaje pasan algún viejo disco de Biaggi o de Di Sarli, en cuyos tangos el piano luce su improntu entre las pausas de la orquesta.

  Aquellos  maestros pianistas amateurs eran los cajetillos más respetados y apreciados, lo más requeridos y mimados, los más serviciales y resignados. Eran los invariables invitados a las reuniones familiares catés, en las mansiones con piano, ”indispensable en todo salón”, como apunta Flaubert; en las fiestas de jóvenes en casa de familia con hijas en edad de merecer, también pianistas ellas, pero que  no lograban redimirse de ”Para Elisa” y ”Sobre las Olas”.

  Es que el piano era, y sigue siendo, un instrumento (salvo muy raras excepciones) masculino; del sexo que acusa mayor sensibilidad para las nobles manifestaciones del espíritu, como suponen los últimos machistas argumentando no conocer una pintura ilustre con firma de mujer, un clásico universal de las letras de su autoría o una orquesta sinfónica o popular bajo su batuta. Las mujeres siempre en opinión de ellos, se han hecho (pues son hechura de Dios), para inspirar la creación artística y nada más. Lo demás corre por cuenta del hombre.

  Los muchachos de antes, como solemos recordarlos con nostalgia tanguera, los buenos pianistas que no vamos a nombrar porque están en el recuerdo y la gratitud de todos los asuncenos que transitan la tercera edad, eran auténticos bohemios, artistas sin perjuicios ni ambiciones, que alentaron la tradición auditiva, la perennidad de nuestra música popular, ya que entre tango y shimmy que era lo que se bailaba, ponían en el aire de las fiestas los alegres compases de nuestras lindas polkas, las que fueron rescatadas del olvido por Nonón Domínguez, que fue el petimetre que nos legó los ”aires nacionales” y a quien los Artistas Paraguayos Asociados, tan malos pagadores, adeudan un monumento como a otros tantos.

  Los virtuosos del piano amenizaban la tertulia, antes del advenimiento de la victrola, con la que ya no fue requerido su talento y su servicial concurso. El piano fue humillado por el flamante instrumento, servidor de música en conserva, al que con darle un poco de manija nos permitía (a los pianistas también) bailar sin preucupanos de edictos y aplausos hasta cualquier hora, al compás de las grandes orquestas porteñas y las de Valentino y Manolo que los  sellos discográficos se apresuraron en contratar para servir a nuestra juventud e incrementar la venta de discos  y fonógrafos de Jorba y Viladesau.

  Después llegó la radio y mucho después la tevé, que hoy nos atiborran de música, de la muy buena a la muy mala. Así sabemos de gente melómana que, instalada ente los receptores escucha más música que novelones y comentarios de fútbol, como sabemos asimismo, de algunos viejos amigos que todos los sábados por la noche se quedan en casa para escuchar  por el canal de Formosa las orquestas y cantores de tango, algunos de éstos sobrevivientes del tiempo lindo, cuando Atilio, Campito y Julio, y más tarde Eladio, Nanú y Masi-í, nos deleitaban con sus inimitables interpretaciones de ”Felicia”, ” La Cumparsita” y ”Ojos Negros”, como también a intervalos con el naciente prodigio de las guaranias de Flores.

 (x) Del libro: Comentarios Ligeros y Desprolijos.(1985) Editorial Histórica. Calle: Caballero 742, Asunción, Paraguay .
(xx) El verdadero nombre de  Kostia era: Isaac Kostianovsky (1911-1981)