Literatura

VILLAGRA MARSAL: ”Estos poemas reunidos me juzgan (x)

El escritor habla de su nuevo libro, aborda su visión sobre la
producción actual y los grandes textos a los que siempre vuelve

por: Antonio V. Pecci
-Periodista-
(apecci@uhora.com.py)

  Poeta, ensayista, novelista e intelectual, Carlos Villagra Marsal, 75, ha lanzado su más reciente trabajo: Poesía congregadas y otros afanes, editado por Servilibro Ediciones, un volumen que atrae

por su variada temática. Describe a su libro, en cuanto a contenido, como una miscelánea  en el intento de borrar un tanto la diferencia de géneros, novela, poesía, drama y ensayo, con intención estética. La primera parte del mismo contiene lo que el denomina “Poesía congregada”, de diferentes épocas de su vida, desde uno de sus poemas de juventud, a los 19 años, que fueron quedando arrinconados, hasta que “de pronto me encontré con algunos cuadernos donde están desde los primeros poemas que escribí; no es el primer poema, sino aquel donde yo encuentro un tema que me convoca, como es “Ausencia”, y poemas de escritura reciente, del mes pasado, por ejemplo”. Desgrana sus impresiones mientras tomamos un cortado en su casa de la calle Mac Mahon, su residencia asuncena, aunque los fines de semana se recluye en Última Altura, Piribebuy, un refugio y pensadero en que se han dado no pocos debates intelectuales.

  Uno de sus primeros textos, “La ronda”, publicado con el semanario Marcha, de Montevideo, le costó tres meses de prisión “ y una buena ronda de golpes” en la Policía, en 1961, recién regresado del exterior. Era las épocas de la guerrilla del FULNA y del Movimiento 14 de Mayo, a lo que estaba vinculado, sobre todo a la última agrupación, pues muchos de sus compañeros de la juventud liberal se habían enrolado en los grupos al mando del comandante Juan José Rotela. “Estaban chicos estudiantes de Medicina de la Universidad de La Plata, de Buenos Aires, que vinieron a combatir y murieron de la forma más horrible en manos del asesino general Patricio Colmán y de Edgar L. Insfrán”. Resalta que el único poema que escribió de un tirón, con rabia y lo publicó en Montevideo, lo que costó tres meses de prisión en el Departamento de Investigaciones. Luego fue confinado al interior. Y de allí iría ya al exterior, radicándose en Santiago de Chile, a mediados de los 60, como funcionario de CEPAL.

  El oficio del poeta

  El poeta, entiende él, debe ser al mismo tiempo capaz de la canción, del poema breve, sentencioso, pero también del poema de reflexión. ”Unamuno decía que en lengua española es difícil encontrar este tipo de poemas, son todos circunstanciales; es cierto que muchos poetas actuales, Neruda, Vicente Huidobro y algún otro, han escrito poemas de reflexión. El mío, cuyo mensaje es el de la soledad del artista con su obra, se llama ”Los solitarios”.

  Aclara que no es un poema para ser recitado en público, pues contiene muchas referencias de orden culto, “ como lo tienen Breton, Saint-John Perse, Goethe”. Para decir que todo es aparente, “que el universo es ilusorio”. Y que hay una sola realidad que palpita, la presencia física del poeta y lo que él escribe, es decir, su escritura.

  Hombre de vasta cultura, recorre sin dificultad de Quevedo a Vallejo, del Quijote a Balzac o Faulkner.

  “En la misma medida en que yo escribo el poema, el poema me está escribiendo a mí también”, sostiene, señalando que un libro que le impactó en ese sentido es del filósofo norteamericano George Steiner, Los logócratas, donde se aborda el tema de la quema de libros. Allí se afirma: “Nuestras intimidades con un libro son completamente dialécticas y recíprocas; leemos el libro, pero, acaso más profundamente, el libro nos lee a nosotros”. Pensamiento sorprendente, si los hay.

  Villagra opina que en los poemas hay un carácter de precariedad, aunque hayan  sido publicados en revistas prestigiosas o en diarios, pero  reunidos en libro sirve para rescatar, para el creador, lo que uno ha sido, lo que ha pensado. ”Estos poemas asi reunidos me juzgan, incluso en mis torpezas, mis inconsecuencias, mi haraganería”.

  Además de esos catorce poemas reunidos, el volumen incluye valiosos ensayos sobre las Novelas ejemplares, de Cervantes; así  como en torno a La Celestina, a Fuenteovejuna, el Lazarillo de Tormes y Calderón de la Barca. Momentos estelares de la literatura del Siglo de Oro español. Y se cierra con tres escritos  de homenaje a José-Luis Appleyard y Elvio Romero.

  Textos escritos a lo largo de muchos años, en diversos climas y temperaturas interiores, que además del profundo conocimiento de los temas tratados son elocuentes en cuanto al manejo del lenguaje.

  Ha sido reacio a escribir sobre el panorama de la producción poética de los últimos años. “Elvio me insistía para que escribiera, pero siempre fui reacio, porque mis opiniones no son demasiado positivas”. Afirma que no cree, salvo  honrosas excepciones, que exista en el país al momento una literatura destacable respecto de los países vecinos de gente menor de 28 años. En cuanto a las excepciones poéticas destacables, señala a Lía Colombino, Shirley Villalba, Montserrat Álvarez y Lito Pessolani. Sin mencionar la generación del 60 y de las anteriores, señala.

  ”Se puede hablar de nombres aislados, pero no hay corpus. He visto incluso una degradación progresiva de la escritura estética y de la ética. La gente que escribe, cada vez conoce menos el código. Y una cosa elemental: detrás de todo escritor tiene que haber siempre un gran lector, ávido, y en más de un idioma. Y yo eso no lo veo, no veo lectura de soporte”.

  Cree que es fundamental imponerse una disciplina de lectura y tener una gran paciencia para publicar. Alude a Borges: “Un gran libro nunca es impaciente, espera lo que tiene que esperar para salir”.

ESCRITORES ADMIRADOS

  “Suelo releer permanentemente los libros sagrados, la Biblia, el Corán, el Mahabarata. También  Los siete pilares de la sabiduría, de Lawrence de Arabia, que abarca todo: la acción, la reflexión, el combate: El tratado de la pintura, de Leonardo; y siempre el Quijote. Y de los maestros que he tenido, como Vicente Aleixandre, a quien conocí personalmente; Neruda, Guillén, Vicente Huidobro, Martí, Vallejo. Y agrego Faulkner y Hemingway, autores de libros que te transforman, por ese sentido trágico de la vida. También Álvaro Mutis y otros de mi generación, a quienes conocí, como los chilenos Jorge Teiller y Enrique Lihn”.

(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), sábado 1 de setiembre de 2007 ( Asunción, Paraguay )

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