41.PARTE

Mi canto vuela hacia el tiempo de la esperanza,

hereda su vocación de mi dios Tupã

y recorre los caminos de mi azul patria

en el sonoro cordaje del mbaraka” (x).

(x) De la canción Donde mi canto pasó.

Letra: Rudi Torga; Música: Arnaldo Llorens

DEL PARAGUAY PROFUNDO

“El Paraguay es Independiente y es República !”

El Paraguay es Independiente y es República. La única cuestión que debe discutirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos, es cómo debemos defender y mantener nuestra Independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra el Brasil; cómo debemos mantener la paz interna, cómo debemos fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del Paraguay”. (Parte del discurso del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia en la Junta de Vecinos convocada por el gobernador B. de Velasco y Huidobro a  raíz del envio – y expulsión- de un comisionado  del gobierno de Buenos Aires para persuadir a los paraguayos de que aceptaran la jurisdición de esa junta sobre el Paraguay..” Asunción. Junio de 1810).

Evocaciones

Ana María R. Codas, retrato

de educadora, autora y líder

por: César González Páez

-Periodista-

cesarpaez@uhora.com.py

Un perfil de la educadora, quien fue una líder de gran personalidad, investigadora quien trabajó con grandes estudiosos de la literatura en los Estados Unidos.

 (1)

  El diario The Sun. de Baltimore, en Estados Unidos, ofreció en su edición del 6 de julio pasado una nota firmada por la periodista Kelly Brewington, en donde destaca la trayectoria de la educadora paraguaya Ana María R. Codas, recientemente fallecida.

  El citado medio de comnicación alude que la comunidad latinoamericana de Maryland y la ciudad de Columbia han perdido a una muy valiosa persona. Por cierto que Paraguay también. Ana María R. Codas era residente en Columbia, Maryland, desde 1971, pero ella había  ido con su familia a los Estados Unidos en 1967.

  Fuentes familiares señalaron que falleció en su casa el 1 de Julio; tenía 86 años. Ana María nació en Asunción en 1921, hija de Rafael Recalde y de Alicia Brambilla. Como su padre había fallecido cuando ella apenas tenía siete meses, su madre regresó con ella a la casa materna en Villarrica, donde vivió hasta volver a Asunción en 1958. Ana María fue bien conocida como profesora de Literatura Latinoamericana y de Español, como autora de cuentos, poesía y enseyos críticos, así como seguidora de la Teología de la Liberación. Fue también una denodada trabajadora  por la justicia y la paz.

  Completó sus estudios graduándose en Literatura Latinoamericana, en la Universidad de Maryland, College Park, donde trabajó con estudiosos y figuras literarias de nivel, tales como Saúl Sosnowski, Ángel Rama, Graciela Nemes y Julio Ortega. Estudió  también con Pedro Enríquez Ureña y Jorge Guillén, en la Universidad de Puerto Rico, y con Ángel Batistesa, en la de Buenos Aires. Sus más tempranos estudios literarios fueron en la Universidad Nacional en Paraguay.

  Fue conocida como una versada e inspiradora profesora. Enseñó en el Departamento de Español y Portugúes de la Universidad de Maryland por muchos años, en la Universidad de Maryland del Condado de Baltimore y previamente en la Universidad del Estado de Wayne, Michigan, y en la Universidad del Estado de Mississippi. Antes de ir a ese país, enseñó por muchos años en Paraguay, tanto en Villarrica como en Asunción, donde fue respetada no solo como docente, sino como educadora y líder entre sus colegas estudiantes.

  Las más tempranas experiencias docentes de Ana María comenzaron cuando ella era muy joven, en Villarrica, en una pequeña escuela en los límites de la ciudad, donde fue directora de la misma. La Escuela de Ybaroty era no más que un rancho de barro y madera, con asientos inadecuados para los niños y niñas, ninguno para las maestras, y con pequeños pizarrones. La escuela no podia incluir más de los tres primeros grados. Pronto, la joven directora, junto con la comunidad y su amigo el padre Carlos Anasagasti, joven franciscano de espíritu pionero, lograron construir física y educacionalmente una nueva escuela a mediados de los años cuarenta. Sin embargo, en contra de su voluntad, le dieron el nombre del militar de esos años. En la inauguración de la escuela, para sorpresa y disgusto del dictador ahí presente, la directora dijo que la escuela pertenecía a la comunidad que la había leventado y debería mantener su nombre original. En aquellos tiempos de régimen fascista, expresiones públicas como esas podían resultar en severos castigos. Aquellas palabras fueron  un reflejo de su sentido de justicia, de su carácter y determinación.

Su liderazgo

  En 1958, como profesora de Literatura de Villarrica, Ana María fue conminada a tomar el examen final a una estudiante que nunca había asistido a clases, pero que era la sobrina de un ministro del Gobierno y muy próximo al dictador. Ella no solo rehusó acatar la orden, sino que, además, con casi la totalidad de los estudiantes y con buena parte de los profesores, lideró una huelga que logró cerrar todos los colegios, lo que impactó en la vida de la ciudad entera. Luego de un mes de negociaciones y repetidas intimidaciones, el Gobierno se vio forzado a reconocer la demanda de aquel movimiento educacional y cívico. Ana María fue la líder. La ciudad de Villarrica vivió una hora de dignidad y justicia, tal vez la única en su tipo en décadas de ignominia.

   Como escritora, ella publicó un libro de poemas, Tierra y palabra, que revela la íntima relación de la tierra y la palabra, en su sensitiva evocación del Paraguay y de América Latina. Poemas de este libro fueron leídos en varias ocasiones en sesiones de lectura de poemas. También publicó multiples cuentos breves, los más  sobre el mismo tema, en varias publicaciones en Estados Unidos y en América Latina. Estaba preparando un libro de cuentos breves cuando su salud comenzó a declinar y a limitar sus energias. Su crítica literaria incluye varios ensayos sobre la obra de Jorge Luis Borges, de Augusto Roa Bastos y otros, modernos como clásicos.

Testamento

 

Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú anda a anunciar el Reino de Dios.

Lucas 9:60

En los sepulcros

que amarran

ojos y recuerdos

no quiero estar.

Lo que quede de mí

!a los vivos!

Quiero que una mesa

de hospital

me distribuya.

Y el mucho amor

que me han dado,

a los que esperan

en el camino

Ana María Recalde Codas

 


(X) Gentileza del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), sábado 2 de agosto de 2008 (Asunción, Paraguay).

(1) Foto: Cortesía del Sr. Enrique Codas.

 

SUCESO MUSICAL (x)

  Las primeras grabaciones de música paraguaya fueron realizadas hacia 1927, en Buenos Aires, por el dúo Giménez-Pucheta (Herminio Giménez y Justo Pucheta Ortega), quienes estuvieron acompañados por una orquesta dirigida por el médico y pianista Atilio Valentino.

  Las canciones  grabadas fueron:  El Carau; Yasy Moroí; Floripamí; Caazapá; Corasó Rasy; Tupasy Caacupé; Taquémi nde pohei; María Asunción, entre otras. El primer sitio donde se escucharon las grabaciones fue en el local del bar Oriental, propiedad del uruguayo Nicolás Renna y que estaba ubicado sobre la calle Palma, frente a la actual plaza Juan E. O´Leary. El acontecimiento tuvo amplia repercusión en la época que –según crónicas de la época- “ fue necesaria la intervención  policial para poner fin a la aglomeración de gente que obstruía el paso”.

(x) Del libro “Historias minúsculas”, de Luis Verón (surucua@abc.com.py)

ACOTACION DE FA-RE-MI: Más información sobre Justo Pucheta Ortega se encuentra visitando la 25.Parte del Paraguay Profundo.  Sobre Hermino Giménez, hacer click sobre lo subrayado.

-Fragmento-

Música en veladas, reuniones, conciertos (x)

por: Dr. Juan Max Boettner

  Año 1881: se formó una agrupación de jóvenes que se llamó Sociedad Filarmónica La Lira.

        ”Galopa Criolla”, tuvo lugar en la Plaza al lado del Mercado en Junio 1881.

  Año 1882: En Agosto para el quincenario de la Virgen de la Asunción se oyó ”el precioso órgano”, (suponemos de la Catedral).

         En Dic. llegaron instrumentos musicales para las bandas con el vapor “Cosme”, “Muy bien”, dice el cronista.

         Clubs: existía el Club Familiar. En 1882 se inauguró tambien el Club Progreso. En Marzo tuvo lugar la segunda reunión en el Progreso, donde se bailaron cuadrillas, habaneras, polkas y mazurkas. Y esto fue con orquesta!, “pues la banda militar llega a cansar…Ojalá, no se vuelvan a oír bombos y platillos, sino que  podamos oír las dulces notas del violín y la flauta…” (Democracia 7 Marzo 1882).

          Para no interferir, los dos clubs se pusieron de acuerdo para alternar cada quince días sus reuniones.

  Año 1883: El 27 Mayo se inaugural el nuevo local del Club Progreso. “Habrá una pequeña tertulia a piano”, donde cantó la Srta. Metzler con “melodiosa voz”.

   En Noviembre tuvo lugar en el Progreso otra tertulia donde “la joven y tierna esposa de Don Enrique López amenizó la fiesta con su precioso canto a piano”.

  Año 1884: encontramos un concierto notable, en beneficio del artista ciego Nicolás Campos, profesor de clarinete, guitarra, bandoneón, etc. Fue educado en el Colegio Nacional de Ciegos de Madrid. Ayudaron generosamente don Modesto Albors (canto) y José  Billordo (piano). Tomó parte la banda militar del I. en Línea. Además contribuyeron Doña Concepción Z. de Centurión, Doña María G. de Torres (canto) y el Sr. Cavedagni. El programa era del tipo operístico e incluía el Carnaval de Venecia para Clarinete.

    En Agosto fue realizada una audición por “el hábil artista Elisardo Alvarez”.

    La audición era vocal e instrumental. “Las piezas que obtuvieron mayores y más unánimes aplausos fueron la Jota y Mamá Cumandá, esta última con “bis”.

    Es la única referencia de una pieza popular ejecutada en un teatro o en un concierto que hemos hallado en el período de 1870 a 1899.

    En poca estima se tenía en ese entonces la música folklórica. Pero en el aplauso y en el ”bis” vemos que el público estimaba y la apreciaba. No había muerto el cariño por nuestro arte popular.

    El ministro de Guerra pasó una nota al maestro Cantalicio Guerrero que si en el plazo de 22 días no llegasen los instrumentos de música pedidos en Austria, el Ministerio los traería por su cuenta.

  Año 1887: Luis Cavedagni resolvió publicar sus obras que alcanzan a 100. Encargó la impresión de ellas en Alemania, Montevideo y Buenos Aires. En Agosto se formó  el Circolo Corale Filodrammático Italiano bajo la dirección de Cavedagni. Los ensayos comenzaron inmediatamente.

(x) Del libro: Música y Músicos del Paraguay, de Dr. Juan Max Boettner.

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: Este libro se imprimió por primera vez en el año 1956 (Edición de APA; Autores Paraguayos Asociados y del propio autor); y luego de 41 años, en el mes de Mayo de 1997, se volvió a reeditar por iniciativa de Bernardo Garcete Saldívar, por expresa autorización de los herederos del Prof. Dr. Juan Max Boettner.

 

El libro tiene 296 páginas,

y mide: 17,5 x 25 cent.

4a. Edición Enero 2008.

© Todos los Derechos Reservados

© All Rights Reserved. 1998/2008

información recabar a: arpapu@yahoo.com

 

 

El libro se puede comprar en las sgtes. direcciones (entre otras):

1.      Librería Fausto Cultural; Jose Berges 1498 esq. Gral. Melgarejo. Tel. (59521) 221 996 / 7 Fax: 221 998 Email: fausto@conexion.com.py Asunción, Paraguay.

2.   Librería "Expolibro", Plaza Uruguaya; Telf/Fax: (59521) 442-855: Asunción, Paraguay.

      3.  Editorial Domínguez; 25 de Mayo c/Caballero. Tlf./Fax: 00-505-21- 445459: Asunción, Paraguay.

El guaraní y la distancia (x)

por: Saro Vera

  El problema de la distancia en guaraní es que carece también de unidad de medida. Después de la conquista, la medida que se había grabado en el pueblo es la legua. Pero pronto vino el kilómetro, y la legua fue relegada. Con todo, el kilómetro no ha podido arraigarse aún. El guaraní hablará siempre de legua.

  El kilómetro es aún artificial, sin resonancia anímica. Será llevada en cuenta para la medida de las rutas camionables porque se encuentra marcado el kilometraje. En las distancias familiares se utilizará poco o nada.

  En realidad, en guaraní hay solamente tres medidas de distancia: las tres son totalmente imprecisas. “Mombyry, “agui” y “apeté”; es decir, lejos, cerca y aquí en las narices o muy cerca.

  Estas tres medidas se concretan por los puntos de referencia en la misma manera que se mide el tiempo por los puntos de referencia, que serían hitos naturales. Será un bosque, un árbol de tamaño considerable, un arroyo, la casa de una persona conocida, un paraje especial o el recodo del camino. Aún en Asunción nos manejamos con los puntos de referencia. Pocos son los que utilizan la numeración de las calles. Los que venimos de la campaña en mucho menor escala. Hace poco di a un chofer amigo la dirección de un mecánico. Se trataba de un bachiller quien ha vivido ya por buen tiempo en Asunción. El taller se hallaba sobre Eusebio Ayala. Me llevó un motor para que sea desarmado a fin de saber el desperfecto sufrido. Simplemente no encontró el taller y fue a entregar a otro casi del mismo nombre unas diez cuadras de distancia hacia el norte. Me vino con la historia de que el taller no se ocupaba de ese tipo de motor. Me decidí acompañarle. Lo llevé al taller. Y me dijo: pasé por aquí varias veces. Ahora llegaré con facilidad. Me guiaré por el letrero de esta mueblería que se encuentra al lado.

  No hace mucho fuí a una clínica donde se hace análisis. Me llevó una persona de cultura. La clínica queda sobre Estados Unidos. Volví y me olvidé la dirección. Entonces pregunté por teléfono a mi cicerone quien, lo único que atinó a decirme es que se encuentra sobre EE. UU. entre Herrera y Azara, al lado de la casa de belleza “Anahí”, cuyo letrero resulta fácil de ver.

  Las gentes de la ciudad se molestan sobremanera con los compesinos por las indicaciones que les dan sobre el lugar que desean alcanzar. El primer lugar les dirán: “agui opytá ko”águi”. Y los viajeros nunca terminan de andar la poca distancia según la indicación de los conocedores. Naturalmente que un turista, en el campo, no lleva en cuenta que “mombyry” y “agui” dependen de la apreciación del informante. Si él suele hacer con frecuencia esa distancia, tiene la sensación de que es corta. Por consiguiente, el lugar averiguado está cerca. Otro quizá diga que se encuentra lejos. No es su camino habitual..

  Infaliblemente le indicará unos puntos de referencia, que a una persona de la ciudad resultará, difícilmente individualizables. De este defecto de nuestros informantes nadie tiene la culpa sino el guaraní que carece de una medida de distancia.

  Un agricultor nos engañará sin pretenderlo si le pregunto cuánto tiene de cultivo.Tal vez diga una hectárea o dos hectáreas. Cuando lo comprueba, encontraré que apenas tiene una buena media hectárea el primero, y el segundo, un poquito más de una hectárea. Carecemos de medida de distancia y las que tenemos no las utilizamos porque no son nuestras. Para estos casos el guaraní tiene la mdida de “tuichá” y “michi”,”ipukú ha aipé”, “ipypukú ha ipereri”, “ipy ha ipychi´i”.

Todo lo demás es pura historia.

(x) Del libro EL PARAGUAYO, un hombre fuera de su mundo, por Saro Vera (Editorial EL LECTOR, 1994), Asunción, Paraguay.

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: En el Índice General, en el No. 20, se encuentra más información sobre Saro Vera.

El liderazgo y el garrote (x)

por: Helio Vera

-Escritor-

  En el campo político, el liberazgo suele afirmarse con demostraciones de coraje, sobre todo para quien se encuentra en la llanura. Estos actos suelen tener tanta o más importancia que los gestos altruístas o que la formación académica; más fuerza y perdurabilidad que los que generan desde el poder, donde cunde el estilo clientelista y prebendario. Porque se acaba el poder y se acaba el liderazgo de los “dirigentes por decreto” de los que hablaba Prieto Yegros, perspicaz observador de nuestro folklore cívico. La duración del liderazgo es exactamente igual a la del lapso que duran en sus funciones. El coraje, en cambio, genera adhesiones más consecuentes y a más largo plazo.

  El ser valiente (“pyá guasu”) es fundamental para asegurar el liderazgo, quizá tanto como los compadrazgo y la red de intereses materiales que se tejen en las organizaciones. La sola sabiduría (“arandu”) sirve de muy poco. A los líderes se les perdonará todo, menos la pusilanimidad. Y esto pese a que sus seguidores no moverán un dedo siquiera para acompañar a sus caudillos en un despilfarro de valor personal. Desde prudente distancia, sin riesgo ninguno, exigirán a sus dirigentes que bajen a la arena a disputar con los leones.

  Es conocido el caso de organizaciones políticas cuyos liderazgos eran asegurados mediante demostraciones  de valor. Si además uno de los candidatos era convocado “manu militari” a la Polícia “para averiguaciones” su victoria quedaba garantizada en una asamblea interna del partido. Este problema llegó hasta tal punto que, en vísperas de comicios internos de determinadas agrupaciones, parte de la competición consistía en cuantificar los apresamientos sufridos por los candidatos. Hubo candidato que, desesperado ante el descenso de su popularidad, tuvo que improvisar un mitin en el mercado de Pettirossi, donde pronunció un incendiario discurso. La consecuencia fue la esperada: fue detenido y, naturalmente, ganó las elecciones.

  El culto del coraje tiene, como es fácil inferir, sus efectos contraproducentes, ya que abre el camino al poder a prominentes brutos que llevan, como único bagaje intelectual, un mapa de cicatrices en la piel o el número de sus apresamientos. Pero imérito heta, (tiene mucho mérito) se explicará sin hesitar ante cualquier objeción contra la ofensiva de estos hombres de Cromagnon, individuos cargados de medallas pero irremediablemente ineptos para funciones más complejas.

(x) Del libro EN BUSCA DEL HUESO PERDIDO (Tratado de paraguayología), de Helio Vera (3a. Edición: 1990), RP EDICIONES; Asunción, Paraguay.

CORREO SEMANAL

Nietzsche en Paraguay (x)

 
 

CORREO SEMANAL. El filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche dedicó al país unas líneas dignas de ser reproducidas. A instancias de su hermana, estuvo cerca de arribar al Paraguay.

 

                  Por: José Manuel Silvero- Docente investigador de la UNA- jmsilvero@intersophia.org

  Federico Nietzsche pudo haber pisado tierra paraguaya alguna vez. Si aquello se hubiese concretado, no me imagino los comentarios, las loas y tonterías que se hubo de criar en torno a la visita-estadía del genio-loco en Paraguay.

  Ilustres visitantes

  Alguna vez nos visitaron Bonpland y Richard Burton; también lo hicieron José Mengele y Antoine de Saint-Exupéry; y no la olvidemos a la mismísima Ilona Staller -alias La Cicciolina-, al desobediente Leonardo Boff, al experto en fútbol Eduardo Germán Hughes Galeano o al economista cuya sapiencia desnudó a la globalización, Joseph Stiglitz, entre otros ilustres pasajeros. Es probable que todos ellos hayan contribuido con sus conceptos a que el mundo tenga un concepto acerca del Paraguay.

  Si a esta lista sui géneris, encabezada por un naturalista, seguido por un aventurero-espía, un médico asesino, un escritor y una "señora", un teólogo enemigo íntimo de Ratzinger, un escritor cuyas venas esperanzadas ansían cerrarse y un antiglobalización-globalizado, hubiésemos podido sumar el nombre de Federico Nietzsche y decir con orgullo: "También pisó tierra paraguaya nada más y nada menos que el autor del Anticristo". Una felicidad eterna nos hubiese embargado, una sonrisa postiza desplegada y cientos de citas y fragmentos de los escritos de Federico hubiésemos tergiversado por el solo hecho de haber posado sus plantillas en tierra guaraní.

  Es verdad que alguna vez deambuló por estos lares -según la leyenda- el gran Santo Tomás (Pa'i Tume), pero sólo dejó algunas pisadas, nada más.

  Pero, al final, poco importan las intenciones verdaderas o simuladas de nuestros visitantes. Los acontecimientos que el tiempo guarda en sus entrañas quedan relegados por el ajetreo y la lisonja que desplegamos al divisar un extranjero en nuestras costas. ¿Alguien se acuerda de la condecoración otorgada a Rockefeller?

  Pero volvamos a Nietzsche. Éste se molestó bastante el día en que su hermana le aconsejó librarse del horrible lugar donde moraba, incitándolo a que viajara al Paraguay. Elisabeth creía firmemente que nuestro país ayudaría a su hermano en la difícil tarea de espantar los "fantasmas" y otros males que acechaban al filósofo.

  Sin embargo, al igual que Sarmiento, Elisabeth despreciaba sinceramente esta parte del planeta (aunque el clima fuese beneficioso y agradable).

  La hermana de Nietzsche en Paraguay

  Federico Nietzsche, así como algunos de los citados visitantes, dedicó al Paraguay unas líneas dignas de ser reproducidas. Y, permítanme los guardianes del gremio filosófico recrear la conversación con cierta libertad, pero sin omitir nada de lo proferido por el filósofo.

  Poco antes de que Elisabeth partiera hacia el Paraguay, entabló una breve pero interesante conversación con su hermano mayor.

  -Yo pensaba que no te gustaba Paraguay -le recordó Nietzsche.

  -No para mí -respondió la hermana.

  -Entonces, ¿por qué para mí? -le preguntó el filósofo.

  -Para ti significaría la resurrección -sentenció Elisabeth.

-  ¿Como Jesús? -dijo Federico.

  La hermana se encogió de hombros y le recriminó al hermano.

  -Ya empiezas a proferir sacrilegios. ¿No sabes el efecto que esta clase de cosas le produce a mamá?

  Nuestro malogrado huésped, con el estilo punzante y el dardo afilado, contestó a la hermana:

  -No la mata. Y si lo hiciera, sé que no tardaría mucho en volver a molestarme con este asunto, y tú también.

  La hermana, consciente de la situación de Federico, le replicó:

  -No eres tú el desagradable con nosotros, sino tu enfermedad.

  El filósofo ya no tenía ganas de seguir sosteniendo la posibilidad de viajar al Paraguay; por ello decidió, de una vez por todas, dejar sentada su postura con respecto a la empresa en cuestión:

  El antisemitismo

  "¡Oh, querida enfermedad! Pero no consideraré la posibilidad de ir al Paraguay, de modo que pongamos punto final a eso. En primer lugar, es demasiado lejos; sólo el viaje me mataría si vuestra compañía no lo hizo ya. En segundo lugar, probablemente tu difunto marido ha contaminado en tal forma el Paraguay con su plaga antisemita, que debe ser un lugar tan malo para vivir como Alemania."

  La hermana del filósofo arribó al Paraguay en el año 1887, acompañada de su marido Bernhard Förster. Éste, ideólogo de una utópica colonia planeada con antelación y bautizada con el nombre de "Nueva Germania", involucró a catorce familias alemanas que ansiaban concretar el sueño de un foco de desarrollo germánico "puro", lejos, por supuesto, de la influencia de los judíos, a quienes Förster detestaba con todas sus fuerzas.

  Aunque nuestro utópico antisemita logró negociar con el general Bernardino Caballero los títulos de la propiedad, su programa eugenésico tocó fondo con el "detalle" de su autoeliminación, en el año 1889.

  Cuatro años después, la viuda dejaría definitivamente el Paraguay y se dedicaría a cuidar de su hermano filósofo.

  En Mi hermana y yo, en el capítulo uno, punto tres, Nietzsche deja clara su animadversión hacia el cuñado y evidencia sus conceptos hacia el Paraguay.

  "El antisemitismo, en un lugar donde ocasionalmente se puede echar una mirada a un rostro genuinamente judío, es una cosa. Pero debe ser imposible respirar donde hay sólo vacíos rostros cristianos que saludan.

  "Por su exagerado antisemitismo, deduzco que no debe haber suficientes cosas en Paraguay para odiar y hacer soportables las miserias comunes de la vida."

  En fin, una verdadera lástima lo de Nietzsche. Pudimos haber aprendido a ponernos Más allá del Bien y del Mal y nuestros abuelos hubiesen podido saber un poco más de la hermosa y provocativa Lou Salomé. Pero, como ya lo dijo el filósofo:

  "En última instancia las cosas tienen que ser tal como son y tal como han sido siempre; las grandes cosas están reservadas para los grandes; los abismos para los profundos; las delicadezas y estremecimientos, para los sutiles; y, en general y brevemente, todo lo raro para los raros."

(x)  Cortesía del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), sábado 20 de setiembre de 200 (Asunción, Paraguay))

ACOTACION DE FA-RE-MI: Más información sobre tema, ir a la 7a.Parte del Paraguay Profundo


Musa inspiradora…

Vengo niña hermosa/Noche Pasionaria

Noche Pasionaria (x)

Vengo niña hermosa

A cantar mis penas

Con el triste arpegio del mbarakasã

Y mi voz desierta de amargura llena

Repite en su acento mborayhú porã

Y traigo mi alma de amor rebosante

Sumiso a tu planta ndéve aikuave´ë

Con fe santa y ciega, febril, anhelante

Cantando te pido aní remboyké

Jasy mimbipá

Kóina che moirü

Ha´emi haguã

Ko che mborayhú

Allá en tu rosal el jilguero entona

Himno de alabanza nde rérapegua

Y flores nocturnas con sutil aroma

Tu sueño dorado omohykuãmba

No quiero que el tiempo ni la negra ausencia

Oprime  el silencio ñane mborayhú

Ni el torvo destino con su inclemencia

Marchite tus flores ha ipotypiru

Jasy mimbipá

Kóina che moirü

Ha´emi haguã

Ko che mborayhú

Tú sola en el mundo como un relicario

En mi vaga andanza chemoirümiha

Y en álgidas noches cuando solitario

Mi triste sendero rehesapepa

Es por eso amiga, aquí en tu ventana

Traduzco en versos cherembihasa

Y pido tu albergue niña soberana

Mi vida enferma opytu´ü haguã.

Epáyna ehendu

Rerovia haguã

Ko che mborayhu

Nemba´énteha.

Vengo niña hermosa (xx)

Vengo niña hermosa

A cantar mis penas

Con el triste arpegio del mbarakása

Y mi voz desierta de amargura llena

Repite en su acento mborayhú porã

Y traigo mi alma de amor rebosante

Sumisa a tu planta ndéve aikuave´ë

Con fe santa y ciega, febril, anhelante

Cantando te pido aní remboyké

Jasy mimbipá

Kóina che moirü

Ha´emi haguã

Ko che mborayhú

Epáyna ehendu

Ta cherovia ku marangatú

Nemba´énteha.

No quiero que el tiempo ni la negra ausencia

Oprima  el silencio ñane mborayhú

Ni el torvo destino con su inclemencia

Marchite tus flores ha ipotypiru

Tú sola en el mundo como un relicario

En mi vaga andanza chemoirümiha

Y en álgidas noches cuando solitario

Mi triste sendero rehesapepa

Allá en tu rosal el jilguero entona

Himno de alabanza nde rérapegua

Y flores nocturnas con sutil aroma

Tu sueño dorado omohykuãmba

Guyra Campana - Ave nacional del Paraguay

Letra: Emiliano R. Fernández

Música: Epifanio Méndez Fleitas

(x) Poesía original con el nombre de Noche Pasionaria. De la Antología Poética No.1 (págs.81/82): Emiliano R. Fernández . Edición EL LECTOR.1998, a cargo de Rudi Torga.

(xx) Esta es la versión grabada

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: Según familiares de Méndez Fleitas, esta obra fue dedicada a la entonces jovencisíma Pura Agüero Vera por el poeta guarambareño Emiliano R. Fernández. La cantante, más tarde, le pidió a Méndez Fleitas que le pusiera música. Por el camino se “cayó” el título original que es Noche Pasionaria (en el repertorio de la música popular del Paraguay suele suceder estas cosas…); y se le puso, muy acertadamente creemos nosotros,  la primera línea del verso: Vengo niña hermosa.

Esta canción se puede escuchar en nuestra Página Digital por el Conjunto San Solano, en las voces

de Pura Agüero Vera y Antonio Barrios. Como un hecho curioso podemos destacar que en esta grabación se puede escuchar una “punteada” fugaz del autor de la música, Epifanio Méndez Fleitas.

Acerca del libro: Comentarios ”ligeros y desprolijos” (x)

A manera de prólogo

por Alfredo M. Seiferheld

  Conocí a don Isaac Kostianovsky en los que serían su últimos años. Pero mi primer contacto con él se produjo gracias a un viejo diario asunceno que traía su nombre –obviamente mal escrito- junto a los de algunos políticos y estudiantes detenidos en una de las tantas redadas policiales de nuestra historia. Figuraba, en aquella confusa lista de 1929, como “ácrata”, sinónimo de perturbador por oficio.

  Nadie habría imaginado que el “rusito” Kostianovsky, por entonces de dieciocho años, con el más  audible apócope de Kostia, un lugar especial en el periodismo paraguayo. Cuánto peso podia tener, en medio de nombres como los de Juan León Mallorquín, Angel Florentín Peña, Ramón Méndez Paiva, J. Eulogio Estigarribia, Fabio Da Silva y otros, en mayoría del perseguido coloradismo abstencionista, el de un gringo sin prosapia ni linaje destacados, que vivía con sus padres, judíos ucranianos, entre Villarrica y Asunción?

  Pero de ahí en más su nombre aparecería, desaparecería y reaparecería en las páginas de diarios, semanarios y revistas locales, ora dirigiendo periódicos estudiantiles, ora haciendo teatro, ora viajando al exilio. A partir del quincenario “Claridad”, nacido en 1931 en la capital del Guairá mediante su ingenio y el de Luis Brizuela, la vida de Kostia quedó atada a multiples quehaceres, donde el afán cultural  alternaba con el comercio y las más diversas labores, recursos todos para un pasar digno. Vendrá luego “Creolina”, revista de efímera existencia como el gobierno de febrero de 1936, en cuya época vio la luz; le seguirán en suelo propio “El Día” y “Ñandé”, para desembocar, finalmente, en el vespertino “Última Hora”, al que en 1973 insuflara vida junto al entonces coronel Pablo Rojas.

   Su largo peregrinar había encontrado, a la postre, la quietud. Y alentado por ella, su “vieja y pecadora pluma”, como él la definiera, trazó los perfiles de su propia existencia, arrinconada en el presente. Desde marzo de 1980 Kostia se impuso rememorar, en las páginas de ese diario, lo que fue su pasado, a través de una columna ligera y desprolija, según su propia óptica. No sería lo mejor de su producción, pero sí lo más próximo a su carácter, en una suerte de despedida que intuía cercana. Lo hacía “en el sencillo estilo de la charla de café”, que ejercía aún con algunos amigos, para que tales episodios, afirmaba, ”no me los lleve inéditos al otro mundo”.

  Kostia, que se consideraba un anarquista impenitente, pudo haber dejado obras de mayor aliento y vuelo literario. Tenía una ancha formación, asimilada en lectura de clásicos desde su juventud; poseía, como pocos aquí, el español, y añadía a todo ello un valor cívico y una inteligencia vital. Pero prefirió el periodismo, que es ausencia de trascendencia en términos históricos; optó por darle a su creación un inconfundible sabor local, donde su alma errante se mezclaba con la impronta del Guairá y las oscilaciones de la política de primera mitad del siglo. Sus “verso-mí” eran el espejo que daba vida al otro ser, oculto tras una imagen de andar pausado y actuar sereno, que  proyectaba para quienes no lo conocían bien. El “poeta de pequeños y grandes temas”,  como definió a Kostia una vez Ana Iris Chaves de Ferreiro, le dedicó a ella  unos versos en 1975, los que eran su autorretrato escrito, resumido en estas frases: “Que no se culpe a nadie de mi vida; la hice a mi capricho y mi medida”.

  Poco después, en septiembre de 1976, su conducta honrada lo llevó de nuevo, ya sexagenario, al encierro, al que siguió el destierro a la Argentina, una vez más. Tal como se había iniciado con “Creolina” en los años treinta, el ahora director  de “Última Hora” poco había cambiado. Cuatro décadas después, en circunstancias diferentes, la historia se repetía. Pero reincidente al fin, Kostia no demoró en rumbear hacia sus playas de adopción. Por las veredas de Asunción, en sus bares y en la redacción de “Última Hora”, se le volvió a ver, erguido y atildado, restándole importancia al episodio.

  Años más tarde inauguró la columna que sería la de su despedida. “Buenos Aires” se tituló la primera entrega, quizá para ponerle el acento a algo que tanto significaba para él y para otros arrojados a sus calles. Casi un centenar de notas evocativas, las más de Asunción de antes, fueron el epílogo. La muerte se lo llevó con el ultimo artículo inconcluso. Para José-Luis Appleyard, su amigo, aquéllas habían sido “un ensayo delicado de reverencia antes del mutis final del escenario del periodismo paraguayo, donde desempeñó con jerarquía el papel de primer actor”.

  Sintetizar lo que Kostia representó para el periodismo de etste país no es propósito de estas líneas introductorias. Pero nos atreveríamos a afirmar que en el Paraguay existió un priodismo antes de él y otro diferente después de él. Dispersa en cuartillas, revistas y diarios, queda una parte de su talento. Y aunque los comentarios aquí reunidos no representan lo más valioso de su producción son, en cambio, los más significativos.

  Por medio de ellos, Kostia delató su permanente buen humor, a la vez que dejaba la huella de un carácter recto, de aquél que se rompe antes de doblarse. Escritor por vocación, recorrió por igual redacciones e imprentas, bares y tertulias, prisiones y exilios. Su vida ha sido una lección de sensatez, porque comprendió , como pocos, el papel del periodista, sin exclusión de contradicciones, propias de un espíritu franco como fue el suyo.

Alfredo M. Seiferheld

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI: Más escritos de Kostia se puede leer en las Secciones del Paraguay Profundo, nos. 22, 35 y 37.

(x) Del libro: Comentarios Ligeros y Desprolijos.(1985) Editorial Histórica. Calle: Caballero 742, Asunción, Paraguay .(xx) El verdadero nombre de  Kostia era: Isaac Kostianovsky (1911-1981)

FUTBOL: PASION DE MULTITUDES

-Fragmento-

SUECIA 1958: PARAGUAY EN EL

CAMPEONATO MUNDIAL DE FUTBOL (1-2)

Evocación para revivir gestas que no van al olvido

por : Bernardo Garcete Saldívar

  Desde que el fútbol hizo su aparición en Paraguay, a remolque de Inglaterra, donde nació en la época victoriana, e inflamado aquí por un Williams Paats (3) inolvidable, nunca el balompié guaraní tuvo una oportunidad tan grande como aquella vez en Suecia, mes de junio de 1958. Nunca una coyuntura tan magnífica, para que sus merecidos quilates brillaran con amplitud mundial, en aquellas jornadas nórdicas.

  La albirroja había ya conquistado hitos de glorias y laureles, que resonaron alto y potente en Montevideo, por los años 30. Más tarde, en Río de Janeiro, Lima, Medellín, se escribieron páginas brillantes. En la misma Asunción, aquella tarde en que ganamos a los argentinos por la Copa “Chevalier Boutell”, en el viejo estadio de Sajonia, por 5 a 1, con goles –si mal no recordamos- de Pedro Fernández, D. Benítez Cáceres, Francisco Sosa (Leocadio Marín, se había quedado lesionado en los primeros minutos del partido), Vicente Sánchez y Juan Bautista Villalba. Es decir, con goles  de la delantera completa.

  Nuestra propia participación en las eliminatorias, para el VI Campeonato Mundial de Fútbol de 1958, que iba a celebrarse en Suecia, era ya doblemente singular: Una tarde de sol brillante, y en juego arrollador, pronunciamos nuestra concurrencia al ganarle limpiamente a Uruguay –campeón mundial de 1950- por un tanteador que no admitía replica alguna. CINCO A CERO.

  La revancha de rigor, que se jugó en Montevideo, ya no tuvo interés y recordamos haber visto el partido –en el viejo Centenario- en una tarde gris y lluviosa, donde los uruguayos procuraban de alguna manera encajar con buen humor la amarga realidad de que la celeste no iba a volver a la tierra de sus triunfos primeros, es decir, Europa. Tendrían que esperar hasta el 66 para volver a la “Catedral” del fútbol, en Londres (claro, Uruguay ya volvió en el mundial celebrado en Chile, en 1962).

  Y ahora: junio de 1958, en Suecia. El equipo paraguayo era bueno. Agrupación de excelentes muchachos formaban una alineación compacta, capaz, optimista, cuyos méritos indudables quedaban ya bien probados.

  Recordamos todavía nuestra llegada a Suecia, donde tuvimos la suerte de formar parte de los seguidores de la albirroja, para después alojarnos en el Castillo de Sundbyholm, cerca de Eskilstuna. Recordamos las amables rubias suecas que venían de todas partes, y que eran el tormento mayor de don Aurelio González, nunca mejor llamado el Gran Capitán.   El más popular era, naturalmente, Cayetano Ré (“Cayé”), y Ramón Mayeregger, el villamorrense jovial e inquieto de siempre (que  se iniciara en el General Genes, el club de nuestros amores…). La formación de nuestro primer equipo para el compromiso inicial frente a Francia (que había llamado apresuradamente a Koppa, quien jugaba por el Real Madrid), era aproximadamente la misma que venía cosechando triunfos ininterrumpidos.

  Sin embargo, a última hora, ocurrió lo imprevisto. Pequeño detalle al parecer, pero problemático, vital para nuestras aspiraciones: en el último entrenamiento, Eligio Echagüe tropezó mal, y una de sus piernas quedó resentida. Y aunque se dijo que aquello no era de suma importancia, se decidió probablemente de común acuerdo, prescindir de él, por la importancia del encuentro. Su suplente no era malo, ni mucho menos regular, Agustín Miranda, de Cerro Porteño, quien, haciéndose  cargo de la situación, entró en el campo con renovado optimismo para suplir a su compañero. Algo sin importancia, tal vez, pero para algunos, pocos, transcendental. Vital, porque Echagüe tenía a su costado y detrás a sus propios compañeros del Olimpia, del “Bosque”: Achucarro, Lezcano, Arévalo…con quienes se entendían a las mil maravillas, a ojos cerrados podríamos decir. Era como un cuerpo incapaz de recibir otro cuerpo. Y como endoso: chaparrones antes de comenzar el partido. El equipo paraguayo entró así: R. Mayeregger, E. Arévalo (capitán) y V.Lezcano, I. Achucarro, S. Villalba y A. Miranda: J.B. Agüero, J. Parodi, J. Romero, C. Ré y F. Amarilla.

A las siete en punto de la tarde del atardecer del 8 de junio de 1958, comenzó el partido Paraguay-Francia (países cuyas banderas tienen los mismos colores…), en el estadio de Norköping, que tiene una capacidad para unas treinta mil personas. No estaba lleno. Entre el público habían unos pocos paraguayos, dirigentes, periodistas, artistas, en su mayor parte, con Luis Alberto del Paraná a la cabeza, enarbolando su poncho para´í (mal llamado de 60 listas).

Secuencia del encuentro Paraguay-Yugoeslavia que finalizó empatado, 3-3-. Eligio Echague

mira el esférico que aprisiona Samuel Aguilar, mientras un delantero yugoesalvo frena su carrera.

Norköping (Suecia), junio de 1958.

  El sol había estado brillando tímidamente la mayor parte del día, pero, en aquel mismo momento, se volvió gris, plomizo. !Cómo deseábamos que hubiese sol, que calentase el medio ambiente entre 25 y 35 grados! Y comenzó nuestro “bautismo de sangre”, porque hasta aquel entonces, jamás un seleccionado paraguayo de fútbol había cruzado el Atlántico, muchos menos el Mediterráneo..y ni pensar el Báltico.

  Habían transcurrido solamente algunos minutos de juego, cuando nuestros temores se justificaron: venía el balón, solitario, rebotando sin dirección hacia Miranda, éste, atento, se apresuró como para devolver el esférico hacia adelante, sin parar, y justo cuando alzaba la pierna…la pelota pasó de largo sin haberle tocado. Koppa, no lejos, aprovechó la oportunidad para iniciar una carga francesa que no tuvo resultado positive. Pero, qué pasó entonces? Nada extraordinario. Y no vamos  ahora, a varios años en la distancia, cargar toda la culpa de nuestra derrota a la espalda de Miranda. De ninguna manera. Trataremos  de demostrar más adelante que esto obedecía a otro factor capital. Miranda, todo un caballero, además de ser un excelente jugador, estaba en su mejor momento, y el resto del encuentro realizó una labor normal, buena.

  La verdad es que había un cierto temor hacia esa banda. Achucarro, siempre multiple, venía en ayuda de su compañero, dejando muchas veces su puesto al descubierto. Arévalo, también se iba al puesto de Achucarro. Lezcano no solo tenía encima a Just Fontaine, sino también a otros jugadores. Mayeregger también  estaba contagiado de esa nerviosidad que parecía extenderse a toda nuestra defensa. Sólo la delantera estaba trabajando a pleno pulmón e inteligencia. José Parodi era el cerebro que movía todo aquello. Ré era un diablillo que se escurría por cualquier parte. Y los botines de Florencio Amarilla, digno émulo de “Piola” Mendoza. Un furibundo tiro libre de casi treinta metros hizo levantar la red francesa y las gargantas de los pocos paraguayos, sumado a los imparciales suecos, hicieron vibrar el pequeño estadio. Terminó el primer tiempo con un empate de dos a dos.

  El comienzo del segundo período fue el desastre. Vimos aquella carrera de dos jugadores, que hasta hoy todavía que quedado clarísima en nuestra retina. Lezcano y Fontaine. Estaban, más o menos, a 25 metros del arco paraguayo, y la pelota frente a ellos, teniendo el francés el control de la misma. Se inició la carrera hacia la meta del gol. Era increíble lo que veíamos, a décimas de segundos, el francés adelantaba más y más al guaraní, quien parecía extrañar el suelo. Terreno verdelodo, ligeramente mojado, peculiar suelo nórdico. Mayeregger intentó en vano detener el esférico, un verdadero ”cañonazo” que se fue a morir en el fondo de las mallas. No vaya a creerse que Fontaine era más veloz que el paraguayo. No, lo que pasaba era que Lezcano, como todo nuestro equipo, extrañaba el suelo, la gramilla era diferente. Además (consuelo de tontos, se dirá), faltaba ese público formidable de Sajonia, faltaba ese sol de nuestra tierra. Sí, faltaba algo.

  Vinieron más goles –diez en total- y luchamos como pudimos, pero siempre caballerosamente, con altura. Estaba visto que nuestro adversario ocasional, digno adversario (que finalmente ocuparía el tercer lugar en dicho campeonato mundial), iba a lo suyo.  Después de estar tres a tres, llegó la debacle, o, lo que parecía el desastre definitivo, total, porque después, como el Ave Fénix, Paraguay se volvió a recuperar. Siete goles a favor de Francia, y tres para la albirroja, era injustificado a todas luces, pues, aunque la victoria  correspondía merecidamente a los galos, el resultado era muy abultado, desmedido. Se comprenderá entonces la tristeza con que regresamos al hotel. Pero pasó lo de siempre: la anécdota busca siempre su momento propicio. Alguien lanzó un grito, cortante como un machete en la selva guaraní, de !Viva el Paraguay…! Fue un español residente en Suecia, de apellido Fernández. Bastó eso para que nuestros corazones retornaran por los caminos de la esperanza.

  Se cantaron algunas canciones paraguayas, con gritos de “se ha perdido una batalla, no la guerra..”; volvieron otra vez a elevarse los ánimos.

  A Escocia le ganamos  holgadamente, aunque el resultado no hablase por sí solo, pues fue solamente por 3 a 2, y el último gol escocés se produjo cuando faltaban escasos minutos para finalizar el encuentro, y habíamos perdido, por otra parte, innumerables ocasiones de aumentar el resultado. Paraguay se iba consolidando paulatinamente. El último era  también de mucho cuidado.

   Yugoeslavia –ganador de Francia- seguía en aquel entonces la misma línea de Hungría, temible por algún tiempo, hasta que se le fueron Koscis, Puskas, Kubala y otros tantos. Era un choque en que teníamos que ganar para pasar hacia las finales, un empate o una derrota no nos valía para nada. Debíamos ganar. Con una derrota y una victoria en nuestros manos, entramos otra vez a la cancha con renovados bríos. Ni victoria ni derrota. Empate a tres goles por equipo, en un encuentro inolvidable. El partido fue brusco, y los yugoeslavos parecían gigantes al lado de los nuestros; y aunque ellos entraron menoscabando nuestra valía, muy pronto se dieron cuenta que debían de hacer uso de todas sus fuerzas, si querían salir con la suya, o por lo menos, aguantarnos. Paraguay era ya un hueso duro de roer.

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Junio 1973, Norköping, Suecia

El autor de esta nota con el fubolista Jorgelino Romero. Estocolmo (Suecia) Junio 1958

(1)   Del libro : “CARTAS DANESAS Y OTROS TEMAS” (3a. Edición; 1994), de Bernardo Garcete Saldívar (Asunción, Paraguay)

(2)   Cuatro periodistas fueron a Suecia, a saber: Alejandro Cáceres Almada, Ovidio Javier Talavera, Jaime Arditti y el que suscribe este libro, quien fue el único que pudo enviar algunos boletines a través de Radio Nacional de Suecia, en su emisión de onda corta para América Latina (sin pagar ni un centavo!), al Paraguay. Los boletines eran grabados en Asunción por don Pedrito García, quien los difundió por su organización radial ”Corporación Deportiva Fénix” (Más información sobre Pedrito Garcia: ir a: 6.Parte  del Paraguay Profundo).

      En el libro: FA-RE-MI, TE´YÍ Y OTRAS VIVENCIAS“ (2001), del mismo autor, se comenta

      detalles de cómo se logró hacer esos boletines, sin pagar.

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(3) Por gentileza de www.albirroja.com, (y: FutboldeParaguay.com) a continuación traemos lo que se escribe sobre:

Williams Paats

  El holandés Williams Paats es el padre del fútbol paraguayo llegó al Paraguay en 1888 y se hospedó en la casa de otra familia holandesa, los Plate. Tenia 18 años y había venido a nuestro país por razones de salud. Se trataba de un joven culto (se cuenta que hablaba nueve idiomas) e inquieto que rápidamente se destacó en la pequeña sociedad asuncena.

  Aparentemente fue el que trajo de Buenos Aires la primera pelota, comprada en la tienda Harrods de esa capital. Paats contaba una anécdota muy graciosa acerca de los primeros pasos del fútbol en nuestro país y de las cosas que tuvo que hacer para llamar la atención del público sobre el nuevo deporte. En el periódico "El Golero" de su edición del 4 de diciembre de 1954, se contaba: "...tuvo que andar" ( Paats) unos días por las calles de Asunción, con la "ball" inflada entre las manos y a la que de vez en cuando, hacia botar contra el suelo. La curiosidad de este modo era provocada , juntando a grandes y chicos en torno al holandés de tan raro adminículo...poníase seguidamente a explicar lo que era la saltarina esfera... pasando a otros para que se la palpara a gusto.."

  Antes de intentar difundir el fútbol, Williams Paats enseñó el cricket, pero según se cuenta, las reglas demasiado rígidas del juego no gustó a los paraguayos que prefirieron utilizar los elementos para una clásica guerrilla.

  Williams Paats fue uno de los fundadores del Olimpia (propuso el nombre), también fue Presidente de la Liga Paraguaya de Fútbol (de hecho fue Presidente Honorario hasta su muerte). Fue amigo del General Bernardino Caballero y trabajó en algunas firmas importantes de nuestro medio. Dicen que en los años 40 todavía remaba en el Sajonia y le ganaba a los adolescentes que iban a practicar allí. Pasó una vejez tranquila en su casona de la avenida Carlos Antonio López.

ACOTACIÓN DE FA-RE-MI:  Para encontrar más información sobre Williams Paats, ir al No.31 del Paraguay Profundo.